Hoy podía haber sido un gran día

Hoy podía haber sido un día normal. Un día normal, a pesar de ser lunes. Un día normal, a pesar de no haber ganado el concurso que les comentaba en la anterior entrada; como les decía, tenía alguna leve esperanza, pero nada más. Un día normal, a pesar de tener bastante sueño y el estómago revuelto. Un día normal. Normal, corriente, vulgar, típico, habitual, rutinario, aburrido. Un lunes, un maldito lunes. Pero no, claro; a santo de qué, ójala. En su lugar, ha sido un día de taller, un día de gasto no planificado, un día de Renault Megane Campeón del Mundo 2005 y 2006 y a mi qué. Imagínense el resto. Con lo que me gustan a mi los lunes normales corrientes vulgares típicos habituales rutinarios y aburridos. Ya les digo.

¿Pero saben qué? He decidido pasar del tema. Ni a ustedes ni a mí nos llevará a ningún sitio que me lamente y arruine el resto del día, así que para qué, ¿no creen? Eso no significa que lo que voy a contarles, no vaya a fastidiarles lo poco que queda de lunes, si es que no hemos entrado en el martes cuando acabe esto. Y es que vengo a hablarles de política, pero no de éste o aquél, no. De política en general.

Y es que cuando llega una fecha señalada como la del pasado domingo, siempre me encuentro en el mismo dilema, que no es ni mucho menos a quién votar, sino si votar o no votar; y les aseguro que no es vagancia, porque ahora de hecho tengo la mesa electoral a doscientos metros escasos de la puerta de mi casa. Verán, el problema es que tengo una confianza nula en los políticos. Admito que hay algunos mejores que otros, pero dado que el voto se da por cuatro años y durante todo ese tiempo en la gestión intervienen un número indefinido de sujetos, no todos de ellos de confianza, pues no me fío. Pero no se equivoquen; ni de un lado de la moneda ni del otro. Supongo que parte de mi desconfianza parte del hecho, y que nadie se me enfade, de que la mayoría de políticos -aunque no todos- provienen del funcionariado, un gremio que no se caracteriza precisamente por el trabajo duro, y que pienso que el baremo para ascender en la carrera política no son siempre los méritos, sino más bien y a menudo la falta de escrúpulos. Vamos, en pocas palabras, que mi problema es que pienso que la mayoría están ahí para forrarse. Soy un malpensado, lo sé. Otro problema es el de la democracia representativa, pero de eso ya hablaremos otro día, que el tema de la posibilidad o no de la democracia participativa da para mucho. Aunque ese tipo de democracia interesa menos, claro.

Conozco algunas de las objeciones a esto. Que nos ha costado mucho conseguir una democracia y que al no votar no tengo por tanto derecho a quejarme de la gestión de nuestros gobernantes. No puedo contestar a la primera, así que a los hechos me remito, tanto en el caso socialista como en el de derechas. Y como contestación a la segunda, creo que pagar religiosamente mis impuestos me da algún tipo de derecho, aunque sea pequeño, a opinar sobre lo que hacen con mi dinero.

Y eso es todo de momento. Por supuesto, este tema da para mucho más, ¿pero qué esperan? Esto es un blog, no la Encyclopaedia Britannica. Es tarde y estoy cansado, por lo que tendrán que conformarse con eso; mis disculpas. Como era de esperar, ya es martes. Espero no haberles arruinado demasiado el día. Sinceramente.

[Actualización 09:37h. Mi señora decía anoche cuando lo acabé que tanto escribir, tanto escribir, para esto: una entrada donde no hago ningún tipo de reflexión mínimamente profunda ni cuento nada interesante o nuevo. Después de leerla, supongo que tenía razón, así que les doy permiso para pasar de puntillas por él y no me lo tengan en cuenta para futuros encuentros. Además, creo que de ahora en adelante el estilo va a ser más de ficción que de otra cosa, que en realidad es lo que me apetece escribir.]

Perogrulladas económicas (o cosas que ya sabemos)

Bueno, bueno, bueno. Después de la extensa y explícita -hay que ver qué cara tengo- entrada de ayer, volvemos a la normalidad.

Al parecer, «El FMI alerta de que la deuda hipotecaria puede frenar el crecimiento económico en España« [elmundo.es]. Parece ser que este organismo, formado por un montón de economistas que saben un montón de economía, ha llegado a la conclusión de que si nos gastamos mucho dinero en la hipoteca, acabaremos comprando menos cosas. A mí eso me parece algo bastante obvio, incluso si no eres un economista del FMI. Que no es por vacilarles a ustedes, pero eso lo sabía yo hace tiempo. Si tienes dos euros y te gastas uno en el periódico y el otro en agua mineral con gas, el día que el periódico sube de precio, puedes comprar menos agua mineral con gas (y la empresa de mineral con gas gana menos dinero, con lo que sube menos los salarios, dedica menos a innovar, contrata menos personal, menos servicios a otras empresas, que a su vez ganan menos, suben menos los salarios...). Vamos, que yo no sé mucho de economía, pero imagino que eso debe ser bastante básico. Claro que a lo mejor no y lo mío es pura casualidad. Ya saben que esto de manejar la pasta no es moco de pavo.

Pero es que a la vez, los mismos tipos -no los de interés, sino los del FMI- y sus amigos de Banco Mundial y el Banco de España no se cansan de advertir cada cierto tiempo del peligro de sobreendeudamiento de las familias españolas. Es decir, de que la gente gasta más de lo que gana. Y uno quiere imaginar que el mensaje que se desea transmitir al españolito es que modere la pasta que se funde y tenga en cuenta que los tipos de interés están subiendo, ¿no? Pues ya no sabe uno qué pensar, porque los tipos de interés se suben entre otras cosas para que la gente gaste menos, y nos acaban de alertar de que eso no acaba de ser bueno, ¿así que para qué los suben? (*)

Es decir, que si gastas mucho, malo porque te sobreendeudas, y si gastas poco, malo porque la economía no tira palante. Así que aunque nada me gustaría más que poder decirles qué tienen ustedes que hacer, y saber yo mismo qué hacer, me temo que va a ser que no, porque uno ya no entiende nada; hagan lo que les venga a ustedes en gana que al fin y al cabo es lo que mejor sabemos todos hacer.

 

(*) Aunque como les digo yo de esto sé más bien poco, los tipos de interés suben porque Alemania y Francia tiran del carro y Ejpaña pinta -tanto antes como ahora- más bien poco, que es lo mismo que decir que estos años han estado bajos porque los dos de antes, que son los que mandan en esto de Europa no acababan de arrancar.

[En Security A(r)tWork: ¿Un gusano en la manzana?]

Estudiar no compensa

El otro día, a partir de cierto incidente, hablaba con mi señora de esas personas que sin haber estudiado nada en su vida piensan que lo saben todo, y no contentos con ello, hablan como si fuesen auténticos eruditos en cualquier campo del conocimiento; a los más radicales, los puedes ver defendiendo la "escuela de la vida" a ultranza, frente a la pérdida económica y de tiempo que nos supone a muchos la educación ya no sólo universitaria, sino incluso el bachillerato o la ESO. Bien. Pues yo no sé a cuanto se paga el título que expide "la escuela de la vida" (tm), pero al parecer, y a decir por esta noticia que leo a través del blog de Enrique Brito, parece ser que en este santo país, en comparación con los que nos pasamos media vida estudiando, la falta de estudios de nivel superior no se cotiza del todo mal. Vamos, que compensa casi más estudiar fontanería o electricidad que la carrera de Ingeniero Industrial; aunque eso ya lo sabíamos nosotros sin leer el estudio, claro.

En cualquier caso, les dejo con la gráfica más optimista de la noticia, para que no se me depriman, y ya saben lo que se dice: yo sólo sé que no se nada.

(Y creo que visto lo visto, me voy a currar a Hungría)

[En Security A(r)tWork: "Intención de voto"]

Una reflexión de pacotilla: la violencia

Ya saben lo pesado que me pongo últimamente con este tema de las reflexiones de tres al cuarto y tiro porque me toca. Tendrán que perdonarme, porque aquí va otra. Recuerdan la historia -verídica- que les contaba el otro día, ¿verdad? Bien. Ésta viene a colación de un tema recurrente en mí, y que expresé hace unos meses en la historia de ficción The Shouting Hill. De nuevo, confieso que aunque a ustedes todo esto les pueda parecer aburrido e incluso una perogrullada -no les culpo por ello-, a mí me resulta bastante interesante. Tampoco me juzguen por la profundidad del asunto o la argumentación, que esto es un blog, no una cátedra de Ciencias Sociales o Filosofía. No lo olviden.

El problema que vengo a contarles aquí gira en torno a la indefensión a la que se ve sometido a menudo el individuo civilizado y dialogante en -y de- la vida moderna, ese sujeto que rechaza recurrir a la violencia, que cree firmemente en el uso de la razón y en la palabra como herramienta de solución de conflictos. Esto es fácil de ver en muchos ambientes, incluso en los niños; si un niño insulta al otro, se asume que el agredido verbalmente no va a soltarle una leche al primero, sino que o le ignorará o a lo sumo le devolverá el insulto; eso es lo que está bien visto. El primero puede seguir, pero en última instancia, la "víctima" tendrá que ignorarle, lo que significa que: Dong!, punto moral, set y partido para el matón y tocapelotas, que es además el que se lleva toda la diversión.

Si esto lo llevamos al extremo, el problema se puede ver representado en la segunda parte de La Naranja Mecánica, cuando el protagonista ha sido sometido al tratamiento de rechazo instintivo a la utilización de la violencia, lo que le deja en un estado total de indefensión frente a otros que sí hacen uso de ella. Aunque las condiciones psicológicas y sociales del personaje en la película no son directamente extrapolables al mundo real, sí es cierto que muchas personas son educadas en el total y absoluto repudio irracional de la violencia, incluyendo los extremos en los que ésta está fundamentada en la defensa propia -ya saben lo que se dice: la violencia engendra violencia.

La realidad es que el mundo espera que si dos capullos en una moto te mojan el pantalón porque a ellos les parece divertido, te comportes como un ser civilizado incluso mientras se ríen y burlan de tí, y no recurras, como decía el otro día, a alguna medida de violencia física para proteger tu persona contra una agresión tanto psicológica como física. El problema es que de este modo, aquellos que hacen un uso gratuito de la violencia y a través de ella abusan de otras personas educadas, salen una vez tras otra indemnes, sabiendo que están protegidos por unas reglas sociales y unas convenciones de comportamiento que no sólo ellos no admiten sino que además actúan como mecanismos inhibidores de actitudes de defensa para la víctima, resultando de este modo perjudiciales para ella.

Y eso es todo. Una cuestión adicional -pero fuera del ámbito de esta entrada- es que a veces, en individuos puntuales, la repetición de este tipo de situaciones reprimidas provoca que se vaya lentamente tensando lentamente la cuerda, hasta que un buen día a esa buena persona -hasta ese momento- "se le tuerce la castaña" y su siguiente aparición es en las noticias, sección de sucesos, aunque en opinión de todos sus vecinos fuese una persona normal y muy educada, que siempre daba los buenos días. Pero bien, como digo, esa es otra historia.

Cuánta hipocresía y yo que viejo

Me temo que esta entrada no va a ser demasiado popular, aunque como ustedes comprenderán, no siempre va uno a decirles lo que les gusta oír; yo no soy su abuela. Y discrepar es sano, se aprende mucho con ello. Ya escribí sobre esto hace algún tiempo, en el papel de abogado del diablo, pero a causa de lo que he leído últimamente, quería repetirlo. Entiéndanme. Yo estoy en contra de la SGAE, en contra de cualquier tipo de criminalización de las redes P2P, en contra de la asociación de la distribución de música por Internet con las mafias terroristas y criminales. Estoy en contra del cánon, tanto el de soportes informáticos como el recientemente aplicado al préstamo de libros -que vergüenza-, y en contra de los derechos de autor eternos y abusivos -pero a favor de los derechos de autor-. Estoy a favor de la copia privada, y considero que el precio de los discos -y de la primera edición de muchos libros- es excesivo. Pienso que las compañías discográficas están dando palos de ciego, y que aquí mucha gente no quiere ver que las cosas están cambiando y aún van a cambiar más.

Pero eso no es todo. Cuando la mejor y única defensa para el uso de las redes P2P que muchos arguyen es el respaldo legal, ese "lo que hago es legal" repetido hasta la saciedad, algo cruje. Ya no es cuestión de defender el acceso de la población sin recursos a la cultura, no. Aquí la cuestión reside en poder bajarse la última película americana de terror adolescente, o el último disco del ganador de OT; eso es lo que algunos entienden por cultura libre. Esa es en realidad la cuestión para muchos detrás de tanta "lucha", aunque es cierto que no para todos. Miren. Tal como yo lo veo, a nadie le gusta que le obliguen a trabajar gratis; a nadie. Así que aunque sea legal o no, sea punible o no que yo me baje de Internet el último disco de Mika, lo que no me parece moralmente aceptable es obtener el trabajo de otras personas sin que éstas obtengan nada a cambio, y encima, decir que está bien y que tienes derecho a ello. ¿O es que hay alguno de ustedes que trabaje gratis por gusto?

Bajen, copien y compartan ustedes lo que quieran, pero por favor, al menos no seamos *tan* hipócritas.

[En Security A(r)tWork: Lucha contra el spam]

Bendito alambre

No les voy a preguntar si alguna vez han sentido deseos de matar a alguien, porque doy por supuesto que sí; hay demasiado capullo suelto como para no haber querido nunca en tu vida librar al mundo de uno de ellos. Pocas tareas más altruistas existen. Seguramente, algunos de ustedes incluso habrán imaginado o hasta planeado cómo lo harían. No sé, incluso es posible que alguien haya llevado a cabo tan reprobable tarea, aunque lo dudo. Esto no son los usa; allí, BANG BANG! y espabilao de marras al hoyo. Qué gran país, ¿no creen? Todo se andará, no desesperen.

Disculpen el desvarío; ya me conocen. Esto venía a propósito de lo siguiente. Intentaré ser breve, pero si no lo consigo, sepan que la intención es lo que cuenta. Como algunos de ustedes saben -y a esos no hace falta que os trate de usted-, hace no mucho tiempo vivía yo en la casa familiar, un chalet apartado de la inmundicia de la urbe. Allí, cuando llega la noche no hay más sonidos que los ladridos de algún perro, propio o extraño, y algún grillo o cigarra cantando; a las proletarias hormigas no las oye nadie, están currando.

En ese silencio, cualquier ruido de un volumen decente se oye en más de un kilómetro a la redonda, y ese ruido solían ser los putos tubos de escape de las putas motos de los putos mascachapas que se paseban por aquella carretera, propicia para coger velocidad, hasta la llegada de los benditos badenes, mal que me pese. Perdonen el vocabulario, es que me enervo. Desde que empezabas a oír el molesto sonido hasta que dejabas de hacerlo, podía pasar más de medio minuto, con el pertinente -y esperado- pico decibélico al pasar delante de la puerta de mi casa. Imagínense eso a las doce de la noche. Así pues, mientras me cagaba en toda su familia estuviera viva o muerta, solía especular con la idea de poner un alambre de lado a lado de la carretera, y sus posibles consecuencias. A veces, hasta visualizaba la escena, aunque por desgracia, mi visión solía ser demasiado realista; nunca les cortaba la cabeza, sino que caían hacia atrás y se partían la crisma contra el asfalto, con parte de la garganta rajada; too bad. No vayan a pensar que soy un sádico o un asesino; es que me molestaban de verdad.

Recuerdo ahora que hace un tiempo unos niños mataron a un motorista mediante este macabro procedimiento. Suerte que no se lo conté a nadie, o vayan ustedes a saber si me habrían imputado como cabeza pensante o quién sabe qué. Bueno, pelillos a la mar, porque en realidad, todo esto era para contarles que hace un par de noches me acordé de aquellas ensoñaciones, cuando tres motos con sus tres correspondientes gilipollas -uno de ellos, por cierto, vecino de mi misma finca- se pusieron a hacer caballetes y carreras a las dos de la mañana justo debajo de mi ventana. Y mientras pensaba en llamar a la policía -¿me estaré haciendo mayor?- y como hace meses, me cagaba en todo lo cagable -disculpen de nuevo el vocabulario- me he dicho a mi mismo que en este caso no sería suficiente con un sólo alambre, y probablemente tampoco con dos, pero... ¿y con tres?

De regalo, y gracias a Singleboy, esa noticia que todos sospechábamos.

Y no se olviden, sobre todo, de que en este blog desaprobamos el asesinato. Aunque sea de capullos. Buenas noches a todos.

Show me the money!

Escribir sobre cuestiones de actualidad tiene el peligro de que o lo escribes cuando toca, o el tema caduca. También tiene la ventaja de que como cada día pasan unas cuantas cosas, pues entre todas ellas seguro que encuentras alguna sobre la que escribir.

Pues bien, yo tenía pensado escribir sobre un experimento del Washington Post en el que un famoso violinista simula que es un músico callejero para comprobar la reacción de la gente [The Washington Post] [Seth Godin] [Fogonazos], pero a última hora he decidido que no tenía probablemente nada que añadir, así que ahí les dejo unos cuantos enlaces si les apetece indagar en la noticia. Hay muchos más, sólo tienen que hacer uso de Google.

Verán, estas navidades mi bro me regaló un chisme que se conectaba al ordenador por USB y servía de receptor de TDT: Televisión Digital Terrestre. Así pues, es lo que utilizamos por la noche para ver la tele, y hace algún tiempo (¿ven? ya se lo dije: desde hace algún tiempo todo pasa desde hace algún tiempo) nos sorprendió que en una de las cadenas -creo que Antena 3- hubiera una cantidad sorprendente de publicidad institucional de la Comunidad de Madrid; el cortijo de la Espe, ya saben, la liberal que no llega a fin de mes. No se trata de publicidad para el turista de fuera, sino de publicidad para los madrileños: para el votante. Sin exagerar lo más mínimo, en algunos cortes de anuncios la proporción era casi de uno a uno con los anuncios de otros productos.

A raíz de eso, como soy un curioso, me he puesto a buscar y sin hurgar demasiado he encontrado esta noticia (y esta), y yo me pregunto, como ya lo hice por partida doble hace algo más de tres años (una y dos), si no sería posible limitar por ley lo que un ente gubernamental puede llegar a gastar en este tipo de publicidad -en mi opinión- claramente malintencionada.

Y es que es muy fácil comprobar cómo se incrementan los anuncios y el marketing "oficial" cuando llegan -sobre todo- las elecciones municipales; publicidad que debería tener como función principal la de difundir las mejoras y programas estatales o locales, así como crear confianza en los ciudadanos -independientemente de su orientación política- que favorezca el bienestar, se utiliza como burdo recurso electoral al servicio del partido que gobierna. Ay. Qué mierda de políticos.

Vamos, nada que ustedes y yo no sepamos, pero qué quieren...

Coherencia política

Cada vez que alguien me viene a contar las bondades del PSOE, me da una que me parto de risa. Con el PP no me río, que lo que me dan es miedo. Pero al final, aquí son todos buitres del mismo nido. Me explico.

Hace unos cinco años, cuando aún gobernaba el señor del bigote -estamos trabajando en eeeello-, el PSOE solicitó la retirada de la LSSI (Ley de comercio electrónico) que se había aprobado recientemente en el Consejo de Ministros. Sigo con la noticia de El País, del 27/02/2002:

 

«Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz de Ciencia y Tecnología del Grupo Parlamentario Socialista, ha anunciado esta mañana que el PSOE pedirá la retirada de la ley de comercio electrónico (LSSI), aprobada en Consejo de Ministros el pasado 8 de febrero [de 2002], cuando llegue al Congreso de los Diputados, dentro de unas dos semanas. [...]

Un segundo motivo para reclamar la retirada, según el PSOE, es que la ley introduce el "ambigüo" concepto de "autoridad competente", que es quien, según la LSSI, puede decretar el cierre cautelar de una página web. Según el PSOE, la ley no aclara si esa autoridad es administrativa o judicial. "Esta tarea, según la Constitución, corresponde a un juez", ha explicado Rubalcaba, quien ha recordado además que ya existen mecanismos para perseguir los delitos relacionados con la información.

Rubalcaba, quien ha calificado a la LSSI como "ley de censura del ciberespacio" y ha criticado las "multas desorbitadas" que impone (hasta 600.000 euros), ha asegurado que el PSOE pedirá en el Congreso la transposición directa de la directiva, tal y como han hecho otros países como Alemania. "El Gobierno no puede aprovechar una ley de comercio electrónico para establecer controles sobre la información", ha concluido.»

[Fuente: El País] [La noticia en El Mundo]

 

Aguarden, no aplaudan todavía, que lo mejor está por llegar. Sigo ahora con otra noticia de El Mundo, de anteayer mismo (11/04/2007), cuando al parecer, el PSOE opina algo muy diferente sobre la ley -con sus palabras- "de censura del ciberespacio", y considera que la tarea de cerrar una página web ya no corresponde a un juez (igual es que han derogado la Constitución y yo no me he enterado):

 

«De momento, para eliminar o bloquear por la fuerza cualquier contenido de Internet, se necesitaba una orden judicial. No obstante, una reforma legal aún en trámites prevé que las entidades de gestión de derechos de autor, como la SGAE, puedan solicitar a las operadoras el bloqueo de contenidos, y éstas estarían obligadas a hacerlo. [...]

La Asociación de Internautas ha denunciado que "el anteproyecto convierte a la SGAE y entidades análogas en órganos 'judiciales' capaces de calificar como ilícito y culpable la actuación de un usuario y a los prestadores de servicios en empresas al servicio de estos supuestos jueces, encargadas de retirar los contenidos 'ilícitos' por obra y gracia de unas organizaciones privadas".»

[Fuente: El Mundo] [La noticia en El País]

 

Al parecer, según indica Kriptópolis [también en El Mundo], «el impresentable artículo 17 bis del proyecto de reforma de la LSSI (que otorgaba a las entidades de gestión de derechos de autor el papel de "autoridad competente" para el control de Internet) ha sido retirado».

De momento.

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Para aquellos curiosos, si tienen un momento, y aunque tampoco he hecho demasiada investigación en el tema -redundante, por otro lado- les recomiendo que abran las dos noticias y las observen desde el punto de vista de ambos periódicos, El Mundo y El País. Podrán darse cuenta sin demasiado esfuerzo que cada una de las noticias se aborda de manera diferente por cada uno de los diarios, dependiendo de si en el momento de su publicación el régimen político les era afín o no (ya saben aquello de la independencia: El Mundo al PP, y El País al PSOE). Cuando éste es afín y no conviene incidir mucho en una noticia que dañaría sus intereses políticos, no se mojan y se limitan a dar la opinión de un intermediario (Kriptópolis en un caso, y Todos contra el canon en el otro), de modo que el lector queda a merced de su conocimiento o desconocimiento de la organización citada y lo fiable que ésta le resulte. Sin embargo, cuando la situación política no es afín a la ideología del diario y hay que "meter caña", se opina directamente o se recurre a las palabras del partido propio, que son mucho más creíbles que las de cualquier organización -y no creo que puedan considerarse como "intermediarios".

No sé, quizá sea yo que soy un paranoico, pero me da a mí que no.

Anuncios que no me gustan (de la DGT)

No me gusta la actual campaña publicitaria de la DGT, entre otras muchas cosas de este organismo. Por ejemplo, tampoco me gusta la prepotencia de su director ni la falta de ideas y soluciones del ente que dirige, no me gusta que crean que pueden sustituir los agentes de tráfico por radares, no me gusta que nos echen la culpa de todo a los conductores y no me gusta que de los cinco tramos más peligrosos en 2006 cuatro de ellos no hayan sido modificados [El Mundo].

Pero seguro que nada de esto es una sorpresa para nadie porque desde hace un tiempo me quejo de todo. Se habrán fijado además que desde hace un tiempo, todo pasa "desde hace un tiempo". Ya nada pasa ahora o me pasó en el pasado, y perdonen la redundancia. Ahora las cosas me pasan siempre "desde hace un tiempo"; supongo que será la edad, pero ya vale de gilipolleces. Que decía yo que los nuevos anuncios de la "empresa" del Pere Navarro no me gustan, y no porque me resulten desagradables, sino porque no me resultan. Voy a intentar explicarlo, aunque lo más probable es que fracase.

Bien. Si saliese en pantalla mi madre, mi novia, o alguno de mis amigos, indignados y diciéndome algo como "M., eres un gilipollas por no ponerte el cinturón", o "M., eres un gilipollas por no llevar casco", o "M., eres un gilipollas por correr más de la cuenta", encontraría lógica su indignación. He de asumir que si me mato, aparte de echarme a mi mismo mucho de menos, hay otras personas que van a sentir mi pérdida, por lo que es lógico que se muestren enfadadas o reflejen rabia al exigirme que haga el favor de seguir las normas de circulación. Hasta aquí, todo correcto.

Pero que esa indignación la muestre gente que no conozco de nada, y para la que no represento nada, me parece ridículo y poco creíble. Ninguno de ellos sentiría mi muerte en absoluto, porque son sólo actores. Y uno puede llegar a creérselo cuando *todo* transcurre en pantalla, es decir, cuando tanto la madre, el amigo, la novia, o la esposa, como el protagonista, son actores; cuando todo, absolutamente todo, es una escenificación. Pero cuando alguien que tú no conoces se dirige a ti con rabia y aparente preocupación, no funciona, no. Porque sabes que ninguno de ellos lo sentirá si te matas; porque sabes que sólo la rabia real es rabia, sólo la preocupación real es preocupación, y la fingida, no lo es. No.

Breves

Me pregunto cuándo se darán cuenta las radiofórmulas, y si lo harán, que sustituir la publicidad de productos de terceros por cortes interminables en los que se repiten una y otra vez las bondades de la propia cadena no es, exactamente, lo mismo que no hacer publicidad.

De hecho, es bastante peor.

Gente incívica

Hace ya unas semanas, un sábado por la mañana me despertó una música aparentemente hindú. A las nueve de la mañana. A todo volumen, entendiendo por "a todo volumen" como "tan alto como si tuviese la radio en el dormitorio". Aquella noche me había acostado a las tantas, por lo que es fácil de imaginar la gracia que me hizo levantarme un sábado antes de las diez sin motivo justificado. Pero bueno. Ese mismo día, después de comer, se me ocurrió la feliz idea de dormir la siesta, por aquello de aprovechar la tarde y compensar de esa manera el despropósito de la mañana. Ante mi sorpresa, la musiquilla del demonio volvió a sonar, aunque por fortuna cosa de media hora más tarde, minuto arriba, minuto abajo, cesó, y yo pude dormir unas horas.

El pasado sábado por la noche, cuando llegamos a casa después de cenar para coger algo de abrigo antes de volver a salir, nos encontramos con la misma sorpresa. La música hindú -aparentemente- a toda pastilla, esta vez con sus alaridos y gritos incluidos. Lo juro. El volumen era tal que el vecino del otro lado, pensando quizá que éramos nosotros los causantes de aquello, aporreó nuestra pared un par de veces. El caso es que salimos de allí poco más tarde, cuando era casi la una. Y tanto la música como su acompañamiento vocal continuaban a esa hora. Algunas horas después, después de habernos acostado a las siete, nos despertó a la una del mediodia la misma música hindú, jamaicana o loquesea, es decir, la música de mierda esa. Y al mismo puto volumen irracional.

No sabemos qué vecino es el causante de ese escándalo. Que conste que yo no tengo nada contra la música hindú, japonesa o cubana, ni siquiera contra Bisbal, mientras sea a horas y volúmenes lógicos. Cuando uno de esos factores sobrepasa lo razonable, entonces es cuando empiezo a tener algo en contra. En ese caso, como si son Los Rolling Stones en concierto. Me pregunto yo, en mi infinita ignorancia, si no sería posible crear en cada ciudad un barrio aislado unos cuantos kilómetros, los suficientes, y meter allí a todas esas personas incívicas que no entienden qué coño es vivir en sociedad. Y que entonces, si así lo quieren, se maten y entiendan porqué coño nos quejamos los que sí sabemos [vivir en sociedad].

Se imaginan que:

Ya sé que esto es una mera especulación, y que es poco más que hablar por hablar, pero, ¿se imaginan que los pescadores británicos que Irán tiene apresados no fuesen en realidad pescadores? ¿Se imaginan además, que sí se encontrasen efectivamente dentro de las aguas iraníes? ¿Se imaginan que todo lo que leen a través de los periódicos y la televisión acerca de esto, fuese simple y llanamente, falso?

Tampoco sería la primera vez...

Analfabetos de baja intensidad

¿Saben esos días en los que todo el mundo les parece que es idiota? ¿Esos días en los que entienden porqué Einstein dijo aquello tan famoso sobre la estupidez humana y el universo? ¿Esos días en los que piensan que el animal más inteligente es el delfín, el mono o cualquier otra cosa menos el ser humano? ¿Y además, esos días que piensan, intuyen, adivinan, encuentran ese tipo de pensamientos en su cabeza... sin razón alguna? ¿Sí? ¿No? ¿No sabe, no contesta, lo mismo me da carne que pescado? Pues yo, señores y señoras, últimamente tengo muchos de esos días. Y es que no hago más que meterme con la gente, en cuanto pienso un poco. Intuyo que eso debe ser que estoy profundamente frustrado, pero me queda adivinar en qué. Bueno, en cualquier caso; hagan en favor de no ofendérseme. Ya saben que esto mío es todo mental y con medicación se cura. Bien, comenzamos.

Y empiezo, a pesar del párrafo previo de preparación, avisando de que a mí no es que me guste tocar los cojones (a excepción de los míos, claro), siempre en un sentido figurado, ni perder lectores, actuales o potenciales; de los pasados ya ni me preocupo. Cuantos más lectores, mejor que mejor, a quién quiero engañar. Pero vamos a ser sinceros, con esto de la democratización de Internet se da cuenta uno de que hay mucho analfabetismo, digamos, "de baja intensidad". Ha salido a la luz igual que los caracoles cuando llueve, hasta de debajo de las piedras. Es un poco como cuando te pones a mirar las estanterías de tu habitación, que parecen a vista de pájaro impolutas, y cuando pasas el dedo por la superficie te das cuenta de la cantidad de mierda que te rodea. Y miras a otro lado y sigues con tu vida que a ti la mierda no te ha hecho nada. Perdónenme la triste analogía, pero no se me ocurre ninguna mejor. Bien, no es que sea yo Juan Manuel de Prada o Auster, por citar a dos sujetos que seguro que les suenan, pero la realidad es que bastantes de los que escriben, lo hacen mal, terriblemente mal, horriblemente mal. Coño, muy mal. Y no piensen en esos cuatro, cinco, diez o cincuenta blogs que leen habitualmente, sino en los millones que existen, y consideren la proporción. Sí, eso es: bastantes. Antes se escondían en la confidencialidad y soledad de sus diarios, y nadie se veía expuesto a su miseria literaria e intelectual; pero eso ya nunca más, por suerte o por desgracia. El caso es que sencillamente, no saben escribir. Voy a repetir eso: no saben escribir. Y ahora insisto en lo de antes: tampoco es que yo me considere Calderón de la Barca o el bueno de Shakespeare. No.

Sólo digo que muchos no tienen ni puta idea. No un poco, ni un algo, no: ni-puta-idea. Y sí, en esto sí, yo, un servidor, moi, se excluye. Sí. Ya conocen ustedes mi ego y mi orgullo, nada nuevo bajo el sol. Ahora la pertinente lista de excepciones a la norma. No me refiero a la gente que escribe como si tuviese únicamente veinte caracteres a su disposición. Ni a los que tienen problemas de vocabulario, entre los que discretamente podría incluirme. Ni siquiera aquellos que escriben como si los acentos fuesen algún capricho prescindible, que ignoran el uso más básico de los signos de puntuación o que incluso hacen todo eso a la vez, deben sentirse aludidos. Bueno, quizá un poco sí, pero eso es cosa suya.

Estoy hablando, simple y llanamente, de esos que no saben cuándo utilizar a ver y cuándo haber, aquellos que confunden el uso de la uve (v) con el uso de la be (b), o la elle (ll) y la i griega (y). O no saben que después de la eme (m), viene la pe (p). No, no la Pe, sino la pe. Y no sólo eso, sino que además se equivocan de manera sistemática -un mal día lo tiene cualquiera, díganmelo a mi- y además no tienen el menor interés por corregir sus fallos. Bueno, en cualquier caso. Que sí. Que llámenme ustedes fascista lingüístico, aristócrata del lenguaje o lo que quieran llamarme para sentirse en paz con sus ideales de libertad, igualdad, y fraternidad, pero afirmo y mantengo que Internet está lleno de gente que no sabe que es casi analfabeta... de baja intensidad.

Y tengan cuidado. Es contagioso. Nos vemos el lunes, que me voy a Castellón con mi señora. Sean buenos.

(Pueden buscar fallos de todo tipo en esta entrada; seguro que alguno se me ha colado)

Un cuento "un poco" raro

Érase una vez, érase que se era, o había una vez, una guapa y rica princesita llamada Endesa que vivía tranquila en un país lejano. Un buen día, el rey lejano del lejano reino, decidió que estaría bien casarla con un conde de la región del noreste, por nosequé de un campeón nacional. El polaco tenía de nombre Gas Natural. El problema era que, como el conde polaco era rico pero no tanto, andaba escaso de dinero para pagar la boda, por lo que había pensado en prostituir a nuestra amiga para sacar algo de dinero. Mal asunto, se rumoreaba en la corte. Y he aquí que tanta habladuría llamó la atención de un rico y acaudalado príncipe teutón de nombre E·ON, que no gustaba nada, pero nada de nada, al lejano rey.

Meses más tarde, después de muchos cotilleos, amenazas y discusiones entre los dos reinos, el alemán por una parte y el lejano por la otra, nuestro lejano rey accedió de mala gana a que pudieran casarse, si la princesa así lo quería. Pero, y en estos momentos la historia se torna algo confusa, por aquel entonces le aparecieron varios novios lejanos a nuestra princesita; con nombres Acciona y Cajamadrid, parecía que su intención no era otra que dar por culo a nuestro querido pretendiente alemán -por supuesto, o al menos eso esperamos, no de manera literal- y joderle en sus pretensiones casamenteras. Aunque se rumorea que el lejano rey estaba detrás de todos ellos, empeñado como estaba en que su niña bonita no abandonase el país, nada de esto pudo ser confirmado.

A pesar de los pesares, nuestro amigo el alemán no desistía de sus intenciones iniciales. A la niña le gustaba la pasta, y todo sea dicho, éste era el que más le daba. Hay que decir en este punto, queridos amigos, que a pesar de su enfado, el rey la reina del país teutón tampoco gustaba de que se presentasen pretendientes extranjeros en palacio para pedir la mano de sus príncipes y princesas, aunque esa es otra historia.

Así que todo siguió, siguió, y siguió, hasta que un buen día de repente se presentó en palacio un apuesto príncipe italiano, de nombre ENEL que, este sí, complacía a nuestro lejano rey ya que éste, en lugar de una boda, se conformaba con ser pareja de hecho. Qué cuento más raro es este, ¿verdad? Pues sí. Y esta historia, que parece a estas alturas más un culebrón venezolano que un cuento de príncipes, princesas, reyes, palacios y países lejanos, se complicó aún más. Porque al parecer, según cotilleos de palacio, el rey italiano y el de nuestro lejano país habían llegado a un acuerdo para enlazar a sus respectivos, y aquello no gustó nada ni al príncipe alemán ni posiblemente a su rey reina, del que se dijo que podía intentar casarse con algún vástago del rey alpino, para que éste anulase el acuerdo con el lejano rey.

Y aquí queda de momento la historia. Nuestra princesita no ha abierto aún la boca; no ha decidido aún si quiere casarse con E·ON o por el contrario, se lo va a montar rollo liberal con el italiano ENEL, y los lejanos Acciona y Cajamadrid, todos a la vez. Tampoco se sabe si el alemán seguirá intentándolo o se ha cansado de que todo el mundo quiera darle por culo, pero lo que parece claro es que, al final, el conde polaco se ha quedado con un palmo de narices. Como suele decirse, mucha yegua para tan poco jinete.

Continuará...

Breves o Tranquilos que el año que viene me cambio de coche

¿Pues no va el bueno de Jose Manuel Durão Barroso, actual presidente de la Comisión Europea (por si conocen ustedes otro), y mientras con una mano promueve entre los ciudadanos europeos una campaña por el concienciamiento sobre el cambio climático cuyo lema reza "You control climate change", con la otra se compra un 4x4 Volkswagen Touareg que tiene casi el doble de emisiones de CO2 que el objetivo pactado con los fabricantes para el 2008/2009?

Hay que ver, estos políticos, cómo son...

[Aquí, más]

Violencia

Hace ya algún tiempo -bastante- que vengo pensando en el problema de la violencia y su legitimación. Dicho así suena raro, lo sé. Aunque llevo bastante tiempo dándole unas vueltas, el tema resurgió tras ver de nuevo V de Vendetta hace un par de semanas. Y no es que quiera tampoco hacer apología de la violencia (gratuita). No esperen ningún hilo argumental en lo que van a leer; probablemente no lo haya. Tampoco busquen exactitud filosófica; eso sí que les puedo asegurar que no hay. Esto es la entrada de un blog escrita en un rato, no un ensayo filosófico. Es posible que sea algo largo, así que tómenselo con calma; estos tres últimos días el blog ha sido suave. Tengan asimismo en cuenta que tampoco pretendo decir nada nuevo, ni por supuesto, como nada de este blog, deben ustedes tomarlo demasiado en serio; son sólo unos cuantos pensamientos incompletos en voz alta, y no quiero ser el responsable de que den con sus huesos en la cárcel, así que no esperen que les visite.

Esta historia comienza un párrafo tarde y con la excesiva confianza que hay en el funcionamiento del diálogo. Parte de la popularidad actual de éste viene de la mano de Habermas y K.O. Appel y su ética dialógica. El principio específico de esta ética afirma que sólo pueden pretender validez las normas que sean aceptadas por todos los afectados tras un diálogo celebrado en condiciones de simetría, y que tenga en cuenta los intereses de todos. Seguro que eso les suena; de ahí es de donde mana gran parte del ideario socialzetapeista actual. Además, existen una serie de precondiciones a la entrada en el diálogo, una de los cuales es la predisposición a aceptar las opiniones de otros y ser capaz de sustituirlas por las propias. El problema es que ninguna de estas condiciones suele cumplirse en la realidad; ni los diferentes actores están en situación de igualdad ni se suele dar una voluntad real por parte de ninguno de ellos para llegar a acuerdos justos y ajenos a los propios intereses. De hecho, cada uno de ellos entra al diálogo con sus propios intereses y hace valer su poder y estatus para forzar hasta donde pueda su propia solución. Creo que Nietzsche decía -aunque por supuesto, no con estas palabras- que sólo el débil -el esclavo-, aquél que no puede hacer valer su fuerza, busca el consenso, el acuerdo, la igualdad. Y si no lo decía, entonces lo he soñado.

Del fracaso del diálogo sincero podemos pasar a la actual consideración de la violencia. Max Weber definía el Estado como aquel que tiene el monopolio de la violencia legítima y por tanto, todo lo que salga de ahí supone un uso ilegítimo de ésta y lo que es más importante, es condenable moralmente, excepto en aquellos casos claros de defensa propia. De hecho, esta sociedad condena cualquier cosa que huela a violencia, lo que va seguido inmediatamente de un llamamiento al diálogo, la comprensión, el consenso y la búsqueda de soluciones racionales, sin que en realidad los agentes implicados, y sobre todo aquellos que se encuentran en la parte fuerte de la balanza, estén dispuestos a ello. Tal llamada a la búsqueda de soluciones racionales es por lo general un simple medio de evitar el conflicto, pero sin ninguna intención real en absoluto de que nada cambie.

Esto implica que en algunos casos, la única arma de la que se dispone frente a los poderes del Estado, frente al abuso social económico y político de unos muchos por unos pocos, y frente a la injusticia encubierta, es una violencia (si bien es cierto que Gandhi hizo de la no-violencia un arma social, no está claro que sin las circunstancias de colonialismo y represión en las que éste vivió, dicha actitud sirviese de algo) que se ve deslegitimada moralmente por la propia sociedad. Una moral que vale para unos pero no para otros. No querría limitar esto únicamente a los oprimidos por ejemplo en las dictaduras sudamericanas, como hace la que se ha dado en llamar ética de la liberación, que parte de la filosofía ha condenado (y es que a veces menudo ésta se olvida de que en el mundo real las cosas no se mueven sin rozamiento, y es que desde el sillón de una cátedra todo se ve más fácil), sino que es aplicable a muchos otros ámbitos.

La idea detrás de todo esto, y acabo, es que muchas reivindicaciones válidas, totalmente legítimas, se ven autolimitadas a la protesta pacífica por una moral que no parece aplicarse a aquellos contra quienes se dirige. Cuando en realidad, nadie sabe hasta qué punto esa protesta a la Gandhi funciona. Hasta qué punto una sentada hace moverse a alguien que no está dispuesto a moverse. Hasta qué punto un comunicado pacifista hace reflexionar a alguien que no está dispuesto a reflexionar. Hasta qué punto una manifestación hace ceder a alguien que no está dispuesto a ceder. Nadie sabe si eso funciona, pero a la vez, se condena el uso de la violencia física, de manera que la moral pasa a ser un arma en manos de aquellos que carecen de escrúpulos y no dudan en ignoran tales mandatos morales en su actividad diaria. Digo yo, en otras palabras, ¿no podría considerarse la violencia física social ejercida por la masa, en ocasiones, y bajo ciertas circunstancias, como una cierta forma de defensa propia?

En contra (y dos)

Continuemos. Espero no levantar ninguna ampolla esta vez; veremos.

¿Saben estas cosas protesta o reivindicación que se hacen ahora? ¿Esto del día sin móvil, eso de los cinco minutos sin gasto eléctrico o la tontería -¿se puede ser más idiota, por dios?- esa del día sin ordenador (tócate los cojones, y discúlpenme el vocabulario)? A ver si lo adivinan. Sí, me parecen de una gilipollez supina. Ya verán, dentro de cuatro días salen con la hora de ahorro del agua; una hora porque cinco minutos sería ridículo y un día sin agua no lo aguanta ni su padre. Así, una hora lo aguanta todo el mundo y la gente además cree que está "colaborando" o "participando" para salvar el planeta, el universo, o el alma de los Teletubbies, y se siente bien que es lo que importa al fin y al cabo.

Porque me lo puedo imaginar: ¡Atención todos! ¡Mañana no gastemos el móvil, para protestar por la subida de tarifas! Y todos los tontos, ale, al bote. Yo incluido, por exigencias de mi principal interlocutora. Pero eso sí, sólo mañana. El resto de días, no te cortes, para qué. Manda mensajes chorras y pasa una hora hablando con tu novio, tu novia, tu madre o la vecina del quinto. Da igual. Casi puedo ver cómo se revuelven los directivos de Orange y Vodafone -Movistar rechaza hacer declaraciones- en sus asientos de cuero tras ver las ingentes pérdidas causadas porque cuatro gatos han decidido no gastar su móvil... un día al año. Terrible, oiga. Que digo yo que, así a bote pronto, y con la ignorancia que me caracteriza, ¿no sería más efectivo que toda esta gente decidiese hacer un uso menor de su móvil durante, vamos a decir, seis meses? Limitarlo a lo imprescindible, a las urgencias... es decir, justo como se hacía cuando no había móviles. Eso a lo mejor, se podía notar, pero eso supone demasiado esfuerzo. Mejor sólo un día y así demostraremos a estas compañías de ratas cómo de enganchados nos tienen. Porque efectivamente, eso es lo único que se demuestra: lo que nos cuesta aguantar un único día, porque al día siguiente volvemos al redil como ovejas. Y que conste que a mi me importa poco que la gente se deje el sueldo en llamar por teléfono; únicamente indico lo absurdo de estas iniciativas. Si realmente tanto te jode que suban las tarifas indiscriminadamente, demuéstralo: limita seriamente tu uso del móvil. Tú ahorrarás dinero y ellos ganarán menos de ti, todos los días del año.

La otra también es buena. Apagar los aparatos eléctricos cinco minutos. No me jodan. Un respiro al planeta, lo llamaban. Lo dicho: que no me jodan. Por favor, manda cojones, como dijo aquél. Esta es una buena muestra de cómo de patética es la acomodada sociedad occidental. Puedo imaginarme tras los cinco minutos cómo la gente vuelve a encender la estufa, el ordenador, la televisión, el DVD, las luces de la mitad de la casa y la vitrocerámica. Ójala me equivoque, pero no creo. Y es que sólo a eso llega la concienciación medioambiental: a apagar los trastos cinco miserables minutos. Pues menuda mierda de respiro para el planeta. Pero oye, ¿¡y lo sacrificados que nos sentimos!? De nuevo, digo yo, ¿no sería mejor dejarnos de cinco minutos y que todo el mundo se propusiese ser más responsable en el consumo de electricidad, y ya que estamos, de gas, agua et al.?

Sí, claro que sería mejor, a nadie le cabe duda. Pero todas esas cosas cuestan mucho más esfuerzo que un único día sin móvil o cinco minutos sin electricidad; requieren un mínimo sacrificio, negarse algunas comodidades -pocas pocas- y tener algunas molestias menores. Y admitámoslo: que le den por culo al planeta, que a nosotros lo que nos gusta es vivir bien. Coño.

Meetic.es (pensamientos al azar)

Me encanta la última campaña publicitaria de Meetic, y en particular algunos spots cortes. De verdad. Ya saben, esa que tiene como slogan lema "Las reglas del juego han cambiado", y en la que aparecen mujeres diciendo o haciendo cosas que habitualmente nos han correspondido a los hombres. Es decir, "cosas". Cosas como olvidar el nombre de tu partenaire o cosas como tratar a la mujer como poco más que un objeto sexual. Cosas por las que a los hombres se nos ha criticado y condenado durante mucho tiempo, porque se suponía que eso no estaba bien, era moralmente reprobable, etc etc. Pero vaya, resulta que no sólo no está mal, sino que está bien (porque ellas también lo hacen). Y es una suerte, porque así al menos los hombres no sólo no tendremos que sentirnos culpables la próxima vez que olvidemos el nombre de ella, sino que además podemos sentirnos justificados (porque ellas también lo hacen).

En realidad, las reglas del juego no han cambiado. Para nosotros no.

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(Desde un punto de vista algo, pero no mucho más serio, y adoptando el enfoque de este anuncio, no parece que la mujer desarrolle comportamientos propios "evolucionados", sino que da la sensación de que se limita a adoptar aquellos típicamente masculinos -y poco loables, por otro lado-, y quizá perdiendo en el camino valores -o vayaustéasaberqué- que le corresponden a ella como mujer. Y no me refiero de la liberación sexual, que nadie me malinterprete. La cuestión aquí es que parece que la mujer asume en el camino hacia la igualdad de sexos que su única vía es la "masculinidad" de los, *sus*, comportamientos, tanto a nivel privado, como a nivel público. La cuestión es por tanto, así a bote pronto y sin pensarlo mucho más, si ese es el único camino, o hay otros. Y que nadie se tome esto demasiado en serio, como pone en el título, es sólo un pensamiento al azar.)