La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

¿Se acuerdan de lo que me pasó con Endesa, con aquel servicio de mantenimiento espontáneo que surgió de las facturas que no recibía por un error en la dirección postal? ¿Y de aquello que les conté hace un mes de Telefónica, sobre una factura errónea con conceptos equivocados?

Pues bien. Aunque Endesa rechazó mi reclamación, el Defensor del Cliente de la propia compañía decidió en contra de ésta, estimando en treinta euros el dinero que ésta debía reembolsarme en concepto de "confianza perdida", y hoy mismo he recibido la transferencia. Telefónica, por su parte, tardó unas sorprendentemente cortas tres semanas en reembolsarme no sólo el dinero de la factura errónea, sino en emitir un cheque de aproximadamente 8 euros por un concepto no demasiado claro. Y ONO devolvió en el plazo correcto el importe correspondiente al mes que cobran por adelantado.

Ya sé que es lo que se espera de estas compañías: que hagan las cosas como deben y no "trampeen" al cliente, pero para variar, no está nada mal.

Telefónica de España strikes again

Lo ha vuelto a hacer. Tras contratar una línea ADSL más llamadas con una promoción que incluía el alta gratis, Telefónica nos carga en cuenta una factura de 110 euros por los conceptos de alta de línea y alquiler de un terminal DOMO inexistente. Y me recomienda que no devuelva la factura, ya que en ese caso quedaría como importe pendiente. Cuenten mil clientes a cien euros el cliente, a un 5% de interés anual durante dos, tres o cuatro meses, que es lo que tardarán en devolver el dinero. Ahora sumen los que no se dan cuenta del error y pagan sin rechistar.

Si sirviese de algo, me acercaría a la tienda de Telefónica más cercana y la quemaría. O me sacaría la chorra y mearía en medio de la tienda. O me subiría al mostrador y cagaría encima. O haría las tres cosas juntas. Ya sé que eso no arreglaría nada, pero me haría sentir mejor. Mucho mejor.

Pasen buen fin de semana. Yo intentaré mantenerme dentro de la legalidad.

Telefónica mon amour

Como les prometí ayer, hoy les voy a contar mi última aventura con Telefónica, ese otro campeón nacional que se extiende allen de los mares, y de la que todo españolillo que se precie debería sentirse orgulloso. Claro que a la teleco de marras le importas más o menos en función del dinero que tienes y sobre todo del que te gastas en ellos. Pero es española, eso sí. ¿Qué otra cosa va a ser una empresa cuya principal infraestructura nacional ha salido del bolsillo de los españoles? Pues eso, española. Bueno, pelillos a la mar. Les cuento.

Hace cosa de veinte días, un señor muy educado llama al timbre de nuestra casa, y se identifica como comercial de Telefónica, en tareas, obviamente, comerciales. Nos presenta una oferta que combina llamadas y ADSL a un precio, como dicen ellos, realmente competitivo. Como digo yo, básicamente la mitad de lo que pago con los vampiros de ONO mon amour; otra que tal, pero de eso ya hablaremos otro día que tiempo y anécdotas no faltan. Bien, el caso es que tras jurar y perjurar que lo que nos está diciendo es realmente lo que es, que no hay letra pequeña escondida con tinta invisible, y que no florecerán gastos adicionales, procede a rellenar nuestros datos en una hojilla rosa de esas que utilizan para rellenar los datos los comerciales. Tras proporcionarle gentilmente la información solicitada, nos despedimos como dos personas que ven esperanzadas cómo empieza a surgir una bonita relación de amistad y cordialidad; el, con su comisión, y yo, con mi ahorro. Antes de irse, nos indica que nos llamarán de Telefónica, en una mera comprobación rutinaria, con el objeto de confirmar la aceptación de la oferta y verificar que él ha estado en nuestra casa.

Pasan los días y no recibimos la ansiada llamada, por lo que, pasados cinco soles, decido llamar al mil cuatro (1004), único número proporcionado por el comercial de turno. Por fortuna, y si no estoy terriblemente equivocado, este número es gratuito. Una chica muy atenta me indica, tras marearme como está escrito en el procedimiento de marras, que efectivamente, tal y como me dijo el comercial en su visita, existen dos campañas de captación de clientes: una en Valencia, y otra en el País Vasco, a causa de la competencia de ONO y Euskaltel en esas regiones. Tras decirme eso, la operadora me "tranquiliza" y me pide que vuelva a llamar si pasados quince días sigo sin tener noticias suyas, ya que ese es el plazo que suelen tener para introducir los clientes captados en el ordenador.

Tras pasar más de quince días, ayer les llamo. Un tipo bastante estúpido me atiende y me asegura después de buscar mis datos en el ordenador (o donde quiera que lo mirase) que no me conoce, ni a mí, ni a mi oferta, ni a mi señora, ni le suena nada de lo que le estoy diciendoi; vamos, que casi me está diciendo que lo he soñado. Teniendo en cuenta que la información del comercial estaba confirmada por la primera telefonista (llamémosla así), o el sujeto con el que hablo es un estúpido, o un incompetente, o me está mintiendo, o en realidad no sabe nada. Decidido que incompetente y estúpido sí era, lo otro, ni lo sé ni me importa. En una llamada posterior me indican, mucho más amablemente, que busque en el papel firmado algún número de teléfono o referencia, y que vuelva a llamarles. Lo busco y más allá del mil cuatro (1004), no hay nada. Volvemos a la casilla de salida.

Desde esas dos llamadas, habré hablado con unas cinco o seis personas más. Básicamente, cada vez que me aburro o quiero desahogarme, les llamo. Además, como cada persona que me atiende me cuenta una cosa, no me puedo quejar de monotonía, y como en general el nivel de ineptitud es tan grande, siempre se siente uno bien cuando finaliza la llamada. Ayer una buena mujer, que probablemente había visto demasiados telediarios, me advirtió que Telefónica jamás hacía ese tipo de actuaciones (léase "ir por las casas") y que lo mío era sin ningún género de duda una estafa; por lo visto mis datos personales se cotizan muy bien. Esta mañana, finalmente, una chica me ha confirmado que la campaña existe y no la he soñado, y si tengo que creer lo que me ha dicho, ha mandado un email a los comerciales para que se pongan en contacto conmigo. La verdad es que si registran todas las comunicaciones, no me extrañaría nada que me hubiese tenido esperando para nada; ya les contaré.

En realidad, esto que les cuento no es nada de qué sorprenderse, igualito que con Endesa. Lo que he decidido es que me da igual que paguen justos por pecadores, pero al próximo comercial que se presente en mi puerta con una oferta, lo voy a mandar a la mierda, directamente.

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Como nota al margen, si realmente los centros de atención al cliente graban las conversaciones, como dicen que hacen "para mejorar el servicio", no entiendo cómo es posible que uno (yo) se encuentre tan a menudo en estos servicios con gilipollas integrales, vagos, incompetentes y sujetos de similar estopa. Claro que hay gente competente, agradable y dispuesta a ayudar, pero yo debo tener muy mala suerte porque de esos encuentro muy pocos. Una cosa es que pilles de vez en cuando a alguien puteado, cansado y con un mal día, pero que eso te pase día sí, día también, es al menos sospechoso. Me parecen demasiados para que no se refleje en un estudio muestral de llamadas. Quizá sea que los responsables son igual de incompetentes, pero me estoy aventurando y para no enfangarme más y que nadie se me enfade, lo voy a dejar aquí.

Endesa mon amour

Procedo a contarles otra de mis múltiples aventuras con las grandes empresas de nuestro santo país. Ya saben, esos campeones nacionales, ya sean banca, energéticas o telecos. Esas que tanto les gustan a los políticos de turno, y con las que el españolito se debe sentir tan identificado. Cómo me encanta tratar con ellas, y qué contento estoy con el servicio que nos prestan. Ay, qué afortunado soy.

Hoy toca... ¡Endesa! Ya saben, ese modelo de campeón nacional reconvertido en spaghetti, pero nacional al fin y al cabo. Esta historia empieza el pasado agosto, cuando un señor muy apuesto aparece en la puerta de nuestra casa, y nos ofrece cambiar de Gas Natural a Endesa, con el suculento ahorro que supone la oferta Ahorro Gas 10%. Ya saben, esa oferta por la que te hacen un 10% de descuento y que hasta hace poco salía en televisión anunciando un tipo con cara de gilipollas. Claro que lo que ustedes no saben es que el descuento es únicamente por el consumo, y no por el resto de conceptos, pero pelillos a la mar que eso son tonterías (haberte leído la letra minúscula Times New Roman número dos (2), chaval). Nada, que en vista del prometido ahorro, y que ya me veía despilfarrando todas esas ingentes cantidades de dinero que no iba a tener que soltar, decidimos contratarlo. Y esperamos. La primera, en la frente; es decir, primera factura, doscientos cincuenta y dos (252) euros. Casi un año con Gas Natural, pagando treinta euros (30) cada dos meses, y con Endesa multiplico esa factura por ocho, con un mísero calentador de gas. ¿Será que nos duchamos demasiado? Pues no. Afortunadamente, el problema se solucionó rápido; al parecer, había habido un problema en la transcripción de la lectura del contador de gas, y el problema fue rápidamente subsanado.

Entonces quedé a la espera de la correspondiente factura, pero entre unas cosas y otras, ella no llegaba y yo tampoco me preocupaba demasiado. Un buen día, llaman a casa de parte de Endesa para la realización de una revisión inicial, seguramente por aquello de no fiarse de las instalaciones de la competencia; ahora sí ahora no, quedamos a las siete y media de un miércoles cualquiera, y allí me tienen a mí esperando que el técnico aparezca. Y claro, como pueden imaginar, nada de nada. Veinte minutos después, me llama diciendo que está en una plaza y que no encuentra el número (¿?), lo que genera una conversación que sirve para que yo descubra porqué no llegan las facturas a mi casa: Endesa básicamente no sabe dónde vivo; no sabe no: no tiene ni puta idea. Visto el problema, llamo a Endesa, corrijo los datos y solicito que me envíen todas las facturas generadas hasta la fecha a la nueva dirección. Vista la tardanza (aún estoy esperando), decido darme de alta en el servicio Online (ya les hablé de esto), para ver si así definitivamente puedo tener acceso a las putas facturas. Dos semanas después, ya tengo usuario y contraseña, por lo que puedo ver mis facturas... excepto la primera, que sigue en paradero desconocido. Es decir, tengo acceso a la factura errónea, pero no a la correcta emitida después. Vaya por dios. Hurgando en la última factura, descubro además un concepto denominado "Mantenimiento gas sin calefacción".

Aquí es donde empiezo a cagarme (figuradamente) en la madre que parió a Endesa. Llamo de nuevo (no olviden, ante todo, que los 902 son cualquier cosa menos gratuitos) y pregunto porqué me están cobrando ese concepto. La primera persona, que es la única con un mínimo de coherencia que encuentro, me dice que ese concepto va incluído en la oferta del descuento del 10%, y que seguramente haya firmado una hoja blanca, que iba asociada al contrato de color amarillo que firmé. Le indico que no, que lo único que tengo firmado es la hoja de color amarillo indicada, y le solicito que dé de baja el citado servicio de mantenimiento. Le pregunto además qué va a pasar con esos casi veinte (20) euros que Endesa me ha cobrado de más, que por otra parte yo desconocía por no tener acceso a las facturas, y se ofrece a poner una reclamación, que según me indica se resolverá en un plazo de siete (7) a diez (10) días. Para la baja, me pasa con el departamento de bajas, donde me encuentro una pobre chica de inteligencia límite probablemente del cupo de discapacitados, con todos mis respetos para ellos; entiéndanme, esta persona puede ser la mejor persona del mundo, pero para mí, ella es Endesa.

Lo de esta chica no tiene nombre. Empieza diciéndome que ha procedido a la baja del servicio de mantenimiento, y que claro, perderé el 10% de descuento (¡vaya!) pero cuando le pregunto acerca de la cantidad disimuladamente sustraida de mi bolsillo por la compañía a la que representa, me dice que no pueden devolverme el dinero, porque yo estaba disfrutando de las coberturas. Y este es un hecho que me asusta, porque quizá mañana me llame Maphre, Telefónica o Allianz informándome de que me han estado cobrando, por decisión unilateral suya, un seguro, y que no me pueden devolver el dinero cobrado porque aunque yo no supiese que tenía el servicio disponible, estaba "disfrutando" de la cobertura. Es decir, que esta chica intentaba convencerme de que, aunque yo no había firmado ningún papel donde autorizase el cobro de ese concepto (ya saben, ese papel blanco del que les hablaba antes), ellos tenían derecho a cobrarme ese servicio porque lo había estado "disfrutando", aunque no hiciese uso de él. ¡Ignorante de mí! Acaba diciéndome que claro, ellos no tienen todos los datos en el ordenador (y entonces, ¿dónde están y quién los tiene?), y que puedo acercarme a la oficina de Endesa más cercana, para presentar una reclamación. Les ahorro el resto de conversación.

Bueno. En definitiva. En un plazo de siete a diez días recibiré la respuesta de la reclamación telefónica, y no diré lo que voy a hacer después aunque se lo pueden imaginar. Y no es quemar las oficinas de Endesa, aunque les aseguro que ganas no me faltan. Otro día les cuento mi última aventura con Telefónica, que también tiene tela.

Curiosidades

Es curioso.

Llamo al servicio de atención al cliente de Endesa para realizar una consulta sobre mi última factura. La amable persona que me atiende, tras preguntarme el motivo de mi llamada, me comunica que debido a precisamente un problema del sistema con el módulo de facturas (¡vaya por dios!), no puede atenderme en ese momento, y me pide que vuelva a llamar pasadas un par de horas. Le doy las gracias, me despido dándole las buenas tardes y cuelgo.

Espero 5 segundos.

Llamo al servicio al cliente de Endesa para realizar una consulta sobre mi última factura. La amable persona que me atiende, tras preguntarme el motivo de mi llamada, me solicita los datos de rigor y tras realizar las pertinentes comprobaciones, me proporciona los datos que le había pedido. Le doy las gracias, me despido dándole las buenas tardes y cuelgo.

Y no es la primera vez que me pasa. Cosas de la informática y los sistemas, you know. -

Otra cosa que me ha resultado curiosa es que la no-tan-amable persona de Endesa Online con la que he tenido el privilegio de hablar se refiriese al personal de atención al cliente de Endesa como "los señores de Endesa Energía" («...dígale a los señores de...»), de manera no poco despectiva. A punto he estado de preguntarle dónde estaba yo llamando (ah, ¿pero es que no son la misma compañía?), pero para qué. Gilipollas hay en todos lados, y todos tenemos un mal día, y no es cuestión de ponerme a discutir ni con los primeros, ni con los segundos.

Así que, como suele decirse, a tomar por culo.

Más Telefónica y amigos

En casa de mi progenitor llevan más de diez días sin teléfono, sin que nadie parezca interesado en resolver el problema ni haya cauces administrativos eficaces para reclamar este tipo de cosas. La primera carta va dirigida a Jazztel. La segunda a Telefónica. Ambas se van a enviar por burofax, por aquello de evitar el yonosédequemehabla:

 

Yo, Pepito Pérez Pérez, con DNI 12.345.678A, y titular de la línea 96.123.45.67, sita en C/ Del frontón, 123, Valencia, les comunico que, tal y como les indiqué en comunicación telefónica grabada por ustedes el pasado 25 de septiembre de 2007, y a causa de la escasa implicación de su empresa en la resolución de los problemas que he sufrido con mi línea telefónica durante los pasados 10 días, he decidido darme de baja con fecha 25 de septiembre de 2007 en cualquier servicio que ustedes me presten en la actualidad, entre los que se encuentran el servicio de ADSL y el servicio de telefonía. El identificador de la baja que me indicaron en dicha conversación es el 1234567.

Para cualquier cuestión relacionada con este tema, pueden ponerse en contacto conmigo en el número móvil 612.345.678.

Sin otro particular, reciban un cordial saludo.

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Estimada Telefónica,

Mi nombre es Pepito Pérez Pérez, con DNI 12.345.678A, y soy titular de la línea 96.123.45.67, sita en C/ Del frontón, 123, Valencia.

El pasado 15 de septiembre la línea mencionada dejó de funcionar, siendo imposible tanto la realización de llamadas como la recepción. Al parecer, y según pude comprobar, existía un cruce de líneas que sin duda se mantiene en la actualidad. Ignoro con qué línea se ha producido el cruce y como seguramente entienda, no tengo ningún interés ni curiosidad en averiguarlo, a pesar de las repetidas preguntas por parte de sus operadores. Ese es su trabajo, no el mío. A causa de ello, se abrió una avería en el número de averías 1002, cuyo número es (200700) 123456789. Durante los dos días siguientes se hicieron múltiples consultas sin obtener respuesta alguna aparte de la habitual y estéril "los técnicos están trabajando en su avería".

El pasado 21 de septiembre vuelvo a ponerme en contacto con ustedes, ante la falta de comunicación por su parte y desidia para solucionar el problema de la mencionada línea tras seis días desde la apertura de la avería. En una primera comunicación, sus operadores en el 1002 me indican que no hay constancia de ninguna avería, y dicen que proceden a abrirla. Ante tal despropósito, intento hacer una reclamación, sin éxito ya que al parecer es necesaria la resolución de la avería antes de realizar cualquier reclamación. Tras varias llamadas al 1004 y al 1002, una comercial me indica que efectivamente existe una llamada registrada el 15 de septiembre, pero que no se efectuó al 1002 sino al 1004. Como posteriormente se vería, la avería sí que se había abierto el pasado 15 de septiembre, a pesar de la incompetencia de sus operadores, comerciales y personal diverso de atención al cliente.

El pasado 25 de septiembre, 10 días después de la apertura de la avería, y 4 días después de la última llamada, vuelvo a llamar al 1002, y obtengo informaciones contradictorias. Mientras unos operadores me indican que no les consta ninguna avería sobre esa línea, otros dicen que la avería está efectivamente en proceso, y que los técnicos se pondrán en contacto con nosotros en breve. En cualquier caso, tanto en unos casos como en otros, me ha quedado muy patente la incompetencia y pésima calidad de su servicio de atención al cliente, no siendo capaces de dar una respuesta unánime a la misma cuestión: ¿cuándo estará mi línea funcionando?

Como probablemente adivine, a día de hoy, 26 de septiembre de 2007, el problema continúa abierto, ni ningún técnico se ha puesto en contacto conmigo, sin que además nadie pueda darnos una estimación sobre cuando este problema estará finalmente solucionado, a pesar de estar pagando religiosamente todos los meses un servicio de mantenimiento de dicha línea. Dejando al margen que estoy considerando seriamente dar de baja todos los servicios que tengo contratados con ustedes, lo que incluye una línea fija y varias líneas móviles, algunas a mi nombre y otras a nombre de familiares, exijo que se resuelva este problema a la mayor brevedad y asumo que, dado que existen varias notificaciones sobre esta avería y sus técnicos parecen estar permanentemente trabajando en ella desde el pasado 15 de septiembre, esta interrupción en el servicio se vea reflejada en la correspondiente factura en forma de descuento.

Para cualquier cuestión relacionada con este tema, pueden ponerse en contacto conmigo en el número móvil 612.345.678, o en el 654.321.098.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo.

 

Por supuesto, todos los datos son ficticios. Luego les cuento más.

Carta abierta a Telefónica

Estimado Sr. César Alierta,

Hace ya casi un par de meses, mi señora decidió cambiar de Vodafone a su operadora Movistar, aprovechando una oferta en uno de los terminales y el hecho de que yo tuviese contratado el servicio de telefonía móvil con ustedes. Casi al mismo tiempo, dio de baja una cuenta bancaria sin darse cuenta de que había proporcionado ésta para que le domiciliasen las facturas del móvil. Así pues, al darse cuenta del problema, para evitar posteriores trastornos a ambas partes, les llama y avisa de esto a una de sus amables operadores que le dice, después de actualizar los datos bancarios, que debe realizar una transferencia a favor de Telefónica por el valor de la factura (34 euros aprox.), ya que ésta ya está emitida y no es posible modificarla.

Ni corta ni perezosa, el día doce de junio realiza la citada transferencia, para descubrir que seis días después, el dieciocho de junio, ustedes pasan el mismo cargo en la factura. Le confieso que esto me resulta más que inaudito, ya que como le decía, según indicaciones de uno de sus trabajadores, la factura ya estaba emitida; supongo que al parecer no. No voy a describirle todas y cada una de las largas conversaciones que mi pareja ha realizado para intentar solucionar este problema, ya que son harto tediosas por la palabrería de sus trabajadores, pero le diré que mientras unos insistían en que el pago se realizaría en la próxima factura, otros indicaban que se ingresaría por transferencia. Todos muy comprensivos, conscientes de que se había pagado dos veces por el mismo concepto, pero inútiles a todos los efectos. Hoy, cuatro de agosto, sigue sin recuperar un dinero, que, le recuerdo, es suyo.

Ayer por la mañana, les llamamos de nuevo para ver, y perdóneme el lenguaje, qué coño pasaba con esos 34 euros que al parecer ustedes se niegan a devolver. Una cordial operadora nos indica entonces, después de un buen rato de vana retórica procedimental, que para que se realice el pago mi pareja debe enviar un fax con el justificante de la transferencia, cosa que al parecer ninguno de los anteriores operadores fue capaz de decirle. En este punto, le confieso que hay muchas preguntas que me hago.

Me pregunto si la más que patente incompetencia de los operadores de su empresa, después de todo la gente que representa a Movistar ante el cliente, es simplemente incompetencia, o es parte de algún tipo de política interna por la que se intenta, y vuelva a perdonarme, joder al cliente hasta que este desiste de cobrar un dinero que es suyo. Le advierto que ese no es nuestro caso.

Me pregunto cómo es posible que en su sistema de gestión interna no dispongan ustedes de ningún justificante en el que conste que el pasado día doce de junio se hizo una transferencia de aproximadamente 34 euros a su favor, ni que exista constancia de las múltiples y repetidas llamadas que se hicieron para intentar resolver este problema, como parece derivarse del hecho de que sea necesario enviarles un fax como justificante de la transferencia. En realidad, sí que disponen ustedes de tal información, según indicaciones de varios de sus trabajadores, pero eso roza ya el absurdo y me niego a intentar buscar otra justificación que no sea la de poner ilimitadas trabas al pago de las deudas pendientes.

Me pregunto cómo es posible que sus operadores, y esto estoy seguro de que es una política interna, sean tan reacios a indicar el procedimiento a seguir para realizar una reclamación oficial, es decir, en una de esas hojitas de la administración, con numero de registro, sello de la administración y copia para el cliente. Es más, me pregunto porqué insisten en que enviar un fax a Telefónica indicando el motivo es efectivamente una reclamación oficial, que se analizará y pasará a los correspondientes departamentos internos; le confieso que eso me parece un engaño en toda regla. Tanto usted como yo sabemos que eso no es una reclamación oficial, por mucho que sus operadores insistan en lo contrario, y no encuentro palabras para calificar el hecho de que yo tenga que estar cinco minutos al teléfono para que finalmente, me digan que puedo rellenarla en cualquier distribuidor autorizador de Movistar; así de fácil.

Me pregunto qué pasaría si yo dejase de pagar una factura de 34 euros y estuviese casi dos meses sin pagarla, y además, les pidiese que me mandasen un fax con la factura para corroborar la deuda. Los dos sabemos qué pasaría; me darían de baja la línea y con algo de suerte me meterían en el registro de impagados.

Finalmente, me pregunto también porqué hemos de pagar de nuestro bolsillo un fax, que como seguramente sabe no es gratis, por una deuda que ustedes tienen, y porqué he de dedicar varias horas de mi tiempo a subsanar un problema que desde el principio fue causado por ustedes, y que se hubiera podido probablemente arreglar sin mayores problemas si hubiesen puesto algo de intención y sobre todo, competencia.

Tanto usted como yo sabemos que este tipo de prácticas son habituales en todas las operadoras, y en pocas palabras, nos tienen ustedes cogidos por las pelotas, pero le doy mi palabra de que tan pronto como caduque el período de permanencia, abandonaré su empresa como cliente. Sin más, simplemente indicarle que como es normal, no vamos a desistir en el cobro de esos 34 euros, aunque sería de desear una mayor colaboración por su parte, algo que estas alturas ya hemos descartado. Por mi parte, rellenaré las hojas de reclamaciones (oficiales, por supuesto, que me río yo de sus "cauces internos") que sean necesarias, acudiré a la oficina del consumidor, y por supuesto, me acercaré a una de sus tiendas para enviar el mencionado fax. Con el propósito, como le he indicado varias veces, de recuperar un dinero que nos pertenece.

Atentamente,

XXXXXXXXXXXXXX

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Señores y señoras, me voy de vacaciones, por lo que hasta finales de agosto o principios de septiembre no les aseguro que vaya a haber nada nuevo por aquí (aunque quizá, esporádicamente). Lo cierto es que tengo la impresión de que este blog perdió parte de su personalidad hace unos meses, cuando anuncié que lo cerraba, a pesar de que he intentado mantenerlo medianamente actualizado. No sé cómo volverá, pero bueno, eso está por ver. Pasen unas buenas vacaciones los que las tengan y los que no, piensen que en agosto hay menos trabajo. Hasta pronto.

+ ONO

Como cada fin de mes, hoy ha llegado la voluminosa factura de ONO. Esta vez, dentro del sobre iba además una hoja apelando a nuestra bondad medioambiental, pidiendo que, por el bien de la conservación de nuestros bosques, del medio ambiente y bla bla bla, sustituyésemos la factura actual, en papel, por el formato electrónico. Hace años, cuando un servidor tenía dinero y era capaz de cierta capacidad de ahorro, solía utilizar una cuenta de Openbank para obtener más rentabilidad que el mísero 0,1% que creo que me da en la actualidad Cajamadrid Obra Social jajaja, y estoy siendo optimista. Cierto día, mediante un banner se me invitó a utilizar la factura electrónica, y al hacerlo, esa cuenta dejó de tener gastos de correo asociados.

No sé dónde están especificados qué parte de los cincuentaypico euros que pago al mes a esta compañía de tácticas de marketing más que dudosas son de correo, porque asumo correctamente que ONO no me está regalando ese servicio. De hecho, no están especificados. Lo cual simplemente implica que yo salvo al medio ambiente mientras ONO se queda con mi dinero. Quizá otro día podría tener otra opinión, pero hoy es lunes y no me da la real gana; estoy harto de que abusando de la responsabilidad social del ciudadano algunas empresas se dediquen a sacar beneficios.

Así que, si por mi culpa este mundo se va a la mierda, que así sea. A la mierda.

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En otro ámbito de cosas, hoy ha muerto Ingmar Bergman, nombre fonéticamente molesto donde los haya, y también director genial donde los haya. Si no lo conocen, deberían. Busquen algo que ver; este tipo era más que un genio.

ONO y sus campañas

¿Se acuerdan ustedes de aquella rastrera publicidad de ONO en la que se aprovechaban del movimiento conocido como "Abrazos gratis"? Seguramente sí.

Bien, no se de dónde saca ONO sus campañas publicitarias, ni cuánto paga por ellas, ni si las hacen ellos o las contratan, pero sea como sea, lo cierto es que se superan día a día, porque la última es casi "mejor" que la anterior que les comentaba, y permítanme algo de ironía. En su última campaña, aparece un sujeto diciendo algo como "9 euros al mes, todo incluído", y se permite compararse con otras compañías de telecomunicaciones. Según CincoDías.com, «La compañía asegura que, a diferencia de las promociones de sus principales competidores, esta iniciativa 'no tiene sorpresas ni costes ocultos'.» Ya, claro.

No se lo pierdan. No es suficiente con que mientras el tipo este dice lo de los nueve euros aparezca debajo una pequeña leyenda diciendo que en realidad, no son nueve, sino 10,44 con IVA incluido (¿sin sorpresas? ¿sin costes ocultos?), sino que al parecer la oferta dura únicamente hasta el 31 de julio, momento a partir del cual pasa a costar 56,49 euros (seguramente, sin IVA incluido). De todo esto, por supuesto, se informa en la parte inferior de la pantalla a una velocidad nada despreciable y en letra Times New Roman número 6.

ONO: sorpresas no, publicidad engañosa sí.

Un cuento "un poco" raro

Érase una vez, érase que se era, o había una vez, una guapa y rica princesita llamada Endesa que vivía tranquila en un país lejano. Un buen día, el rey lejano del lejano reino, decidió que estaría bien casarla con un conde de la región del noreste, por nosequé de un campeón nacional. El polaco tenía de nombre Gas Natural. El problema era que, como el conde polaco era rico pero no tanto, andaba escaso de dinero para pagar la boda, por lo que había pensado en prostituir a nuestra amiga para sacar algo de dinero. Mal asunto, se rumoreaba en la corte. Y he aquí que tanta habladuría llamó la atención de un rico y acaudalado príncipe teutón de nombre E·ON, que no gustaba nada, pero nada de nada, al lejano rey.

Meses más tarde, después de muchos cotilleos, amenazas y discusiones entre los dos reinos, el alemán por una parte y el lejano por la otra, nuestro lejano rey accedió de mala gana a que pudieran casarse, si la princesa así lo quería. Pero, y en estos momentos la historia se torna algo confusa, por aquel entonces le aparecieron varios novios lejanos a nuestra princesita; con nombres Acciona y Cajamadrid, parecía que su intención no era otra que dar por culo a nuestro querido pretendiente alemán -por supuesto, o al menos eso esperamos, no de manera literal- y joderle en sus pretensiones casamenteras. Aunque se rumorea que el lejano rey estaba detrás de todos ellos, empeñado como estaba en que su niña bonita no abandonase el país, nada de esto pudo ser confirmado.

A pesar de los pesares, nuestro amigo el alemán no desistía de sus intenciones iniciales. A la niña le gustaba la pasta, y todo sea dicho, éste era el que más le daba. Hay que decir en este punto, queridos amigos, que a pesar de su enfado, el rey la reina del país teutón tampoco gustaba de que se presentasen pretendientes extranjeros en palacio para pedir la mano de sus príncipes y princesas, aunque esa es otra historia.

Así que todo siguió, siguió, y siguió, hasta que un buen día de repente se presentó en palacio un apuesto príncipe italiano, de nombre ENEL que, este sí, complacía a nuestro lejano rey ya que éste, en lugar de una boda, se conformaba con ser pareja de hecho. Qué cuento más raro es este, ¿verdad? Pues sí. Y esta historia, que parece a estas alturas más un culebrón venezolano que un cuento de príncipes, princesas, reyes, palacios y países lejanos, se complicó aún más. Porque al parecer, según cotilleos de palacio, el rey italiano y el de nuestro lejano país habían llegado a un acuerdo para enlazar a sus respectivos, y aquello no gustó nada ni al príncipe alemán ni posiblemente a su rey reina, del que se dijo que podía intentar casarse con algún vástago del rey alpino, para que éste anulase el acuerdo con el lejano rey.

Y aquí queda de momento la historia. Nuestra princesita no ha abierto aún la boca; no ha decidido aún si quiere casarse con E·ON o por el contrario, se lo va a montar rollo liberal con el italiano ENEL, y los lejanos Acciona y Cajamadrid, todos a la vez. Tampoco se sabe si el alemán seguirá intentándolo o se ha cansado de que todo el mundo quiera darle por culo, pero lo que parece claro es que, al final, el conde polaco se ha quedado con un palmo de narices. Como suele decirse, mucha yegua para tan poco jinete.

Continuará...

Yo te quiero, Endesa (penúltimo capítulo)

Una pena. Nos vamos a quedar sin telenovela financiera, energética, política, o como quieran llamarla. Por fin, parece que se acaba el culebrón, o eso parece. Cajamadrid dirá que hace con su parte del pastel, un bonito 10%. Acciona hará lo propio respecto a su 20%, y por último, Endesa dará sus recomendaciones, a las que sus accionistas podrán o no acogerse. O más o menos, coño, que yo tampoco trabajo para Expansión.

Y luego vendrán los germanos con su libre competencia en una mano y su proteccionismo local y maniqueos políticos en la otra. Y no digo más que se ve ya bien de qué pie cojeo.

Que si esto, que si lo otro

Tengo un amigo, de corte liberal -es decir, de corte Libertad Digital-, que cada vez que me meto, recuerdo, o menciono con segundas los miles de millones que ganan los bancos cada año y por contra lo apretado que van muchos millones de personas -sus clientes, esos que siempre tienen razón- para llegar al final de mes, me pregunta si es que pienso que los bancos no están ahi para hacer dinero. Sí, supongo que sí. Claro que sí.

Pero no puedo negar que cada vez que en las noticias salen los ya tradicionales incrementos de beneficios anuales, me viene a la cabeza el concepto de ladrón. El concepto de abuso. Que tendré razón o no, pero no puedo evitarlo; considérenlo algo inconsciente si quieren. Y que casualidad que ayer, al llegarme el próximo recibo del seguro del coche, me vino a la cabeza el mismo concepto... aparte de una mala leche bastante considerable. El caso es que Catalana Occidente ha decidido, motivados por un accidente que tuve hace unos meses, subirme el recibo de este año, hasta un total de quinientos un euros con treinta y seis céntimos (#501.06#). Lo que viene a ser casi un 20% más de lo que pagué el año pasado.

En fin, que visto el panorama, llamo a mi "agente" y le comento el tema. Que no es un amigo, pero es un conocido anterior al hecho de que sea mi "agente". Y me dice que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá, que lo siente, que no se puede hacer nada, que así son las cosas y que el año que viene, dios dirá. Y como yo me fio más bien poco de las promesas a un año vista, y más cuando trato con bancos, seguros, y otras sucursales de Tio Gilito Corporation, allá que me he ido a mirar en Línea Directa. Una compañía que carece de oficinas. Que se gestiona todo por teléfono. Y con la que me ahorro dieciséis euros (#16#), a la vez que aumento la cobertura al incendio y robo (no, no hace falta que nadie me ayude a comprobar nada, gracias).

Y allá que me voy a llamar al que es ya mi ex-agente de seguros, y le planteo la situación. Y me dice que le dé un año, que tenga paciencia, que si las compañías telefónicas esto y aquello, que si la gestión personalizada, que si el trato directo con el cliente, y etc. Así que le digo que sí, que lo siento, que sé que no puede hacer nada, pero que así son las cosas y que el año que viene, dios dirá. No le he dicho que cuando dí el parte, no hablé con él sino que lo mandé por fax. Ni que hasta ahora, me ha servido de nada en absoluto tener una atención personalizada. Ni que dicha atención personalizada se fundamenta en que realmente, jamás tengan que atenderte, porque eso significa que eres un buen cliente.

Pero sólo porque soy buena persona y no una compañía de seguros. Y el año que viene, dios dirá.

Soy gilipollas, yo lo sé, ustedes lo saben y ellos lo saben

¿Se han sentido ustedes alguna vez como si los tratasen como auténticos gilipollas? O peor, ¿se han sentido alguna vez como auténticos gilipollas? ¿Gilipollas de pura cepa? Pues así me siento yo. Y les voy a explicar porqué, aunque sea un poco largo. Síganme, ya verán como se van a divertir.

Como probablemente saben, y si no es así, ahora ya sí, el pasado diciembre formalicé un préstamo hipotecario con Cajamadriz. Las condiciones que nos interesan, pactadas con Mapfre actuando de mediador, fueron de treinta años y 0,5% de comisión de apertura. Pero como yo no soy muy listo y no me fijo tampoco mucho, el día de la firma me la clavaron por dos partes. Por una, me lo cambiaron a 25 años, con lo que la cuota se elevaba por encima de lo previsto, y por otra me cobraron un 0,75% de comisión de apertura. Lo sé, soy gilipollas, yo lo sé, ustedes lo saben y ellos lo saben. Tengo que hacerme una camiseta con eso: "Soy gilipollas".

Cuando vas a firmar, piensas que todo el mundo está en contra tuya, menos el banco. Que el vendedor te quiere sacar toda pasta que pueda, bastante obvio por otra parte, que los de la inmobiliaria son unos ladrones (es curioso que —al menos en mi caso— estén tan de parte del vendedor con el dinero que les vas a soltar), pero que el banco, joder, el banco tiene que estar de tu parte, porque para eso vas a estar treinta años pagándoles religiosamente. Pues no. Si crees eso, es que eres gilipollas. Exactamente como yo. Gilipollas de los pies a la cabeza.

Otra cosa que te dicen al firmar es que te fijes bien en lo que lee el notario. Bien, allí que vas tú y te sientas con todos aquellos a los que no te olvides, estás pagándoles con el sudor de tu frente, pero que te tratan si te estuviesen haciendo el favor de tu vida. De tu vida lo es, desde luego, eso sí. Favor, a lo mejor no tanto. Así que ese señor llamado Notario se pone a leer a una velocidad tal que parece que esté a punto de morir y necesite acabar aquello antes de su último aliento, y tú atento, esperando cualquier barbaridad, pero sin querer molestar demasiado. Allí todo el mundo parece saberse el papel menos tú, así que lo haces lo mejor que puedes, intentando evitar que te cuelen un piso en Malasia, una granja, un cuchitril de diez metros cuadrados o un seiscientos desguazado. Y mientras prestas atención a eso, se te pasa todo lo demás, y ahí es donde te la clavan. Porque eres, como hemos quedado, gilipollas.

Te la clavan y lo firmas. Y atento a eso, porque luego, todo el mundo te lo va a recordar. "Es que usted firmó esas condiciones". Sí, ya lo sé, pero no se corte, por favor, dígamelo clarito: "Es que usted es gilipollas y firmó esas condiciones". Bueno, lo soy, ¿qué pasa?

Una vez me dí cuenta de los "errores", el número de años fue relativamente fácil de cambiar. Pero ese 0,25%, esos 375 euros, eso está siendo más complicado, a pesar de que fueron esas las condiciones pactadas. En un principio, cómo no, después de más de diez llamadas tanto por mi parte como por parte de la persona de Mapfre, Cajamadriz negó que ese fuese el porcentaje aprobado, y durante algún tiempo se mantuvo en sus trece, aunque finalmente cedió, y nos indicó que el ingreso de la diferencia se realizaría con la devolución de la provisión de fondos. Seis meses después. Para llegar a ese punto, tuve que llegar a hablar unas quince veces con la subdirectora de la sucursal. Para aquellos no introducidos en este apasionante mundo, la provisión de fondos es un dinero que le adelantas al banco o la gestoría para que pague Hacienda, los registros, la notaría y los gastos de la propia gestoría, por lo que es una estimación y no un cálculo exacto. Me resultó extraño que me lo devolviesen entonces, ya que las comisiones las cobra directamente el banco y no se pasan a la gestoría, pero bueno, cualquier cosa es posible en el universo de los ladrones banqueros.

Hace un mes, sabiendo que el finiquito de la provisión de gastos (lo que me sobraba, vamos) ya había sido emitida por la gestoría, llamo a la sucursal, haciéndome el loco, para confirmar que como ya habíamos quedado, me iban a devolver ese 0,25% pendiente en el ingreso. A pesar de la respuesta afirmativa, confirmé que no era cierto, ya que la persona con la que hablaba, la subdirectora, que había llevado el tema desde el principio, no sabía qué porcentaje era el que tenía que devolver. Pero dijo que sí, claro. Porque hablaba con un gilipollas.

Efectivamente, una vez recogí el detalle de la provisión, no había, como era de esperar, ningún concepto tal. En estos momentos es cuando el sentimiento de "me están tomando por gilipollas" se hace más intenso. Porque una cosa es que te digan que no te lo devuelven para que sepas a qué atenerte, y otra que piensen que no vas a entender unos cuantos recibos, o que simplemente, eres gilipollas. Aunque lo seas. Así que llamo a la entidad, pero oh casualidades de la vida, dicha persona no trabaja ya en la sucursal. Me pasan con el director, se lo explico con pelos y señales, yo muy educadito, como siempre, y quedamos en que esta semana me contestaría algo.

Llamo el pasado lunes, y una mujer que dice ser la directora de la sucursal —yo pensaba que estaba soñando, porque aquello ya parecía una broma— me hace volver a explicárselo todo de nuevo, para confesarme luego que el director me llamará al día siguiente (¿qué pasa, somos gilipollas o qué?). En ese momento me da la sensación de que mañana cuando llame me dirán que en ese número jamás hubo un Cajamadriz, sino que han vivido toda la vida dos abuelitos, y que cuando vuelva al piso encontraré que en su lugar hay un Corte Inglés.

Como es normal, al dia siguiente —martes— nadie me devuelve la llamada, por lo que vuelvo a llamar, y dejo el recado ante la indisponibilidad del director. De nuevo, nada nuevo bajo el sol; al día siguiente —miércoles— no obtengo respuesta, por lo que por enésima vez, llamo a la sucursal y hablo con el director, quien, cosa que no me sorprende, apenas recuerda quién soy ni de qué le hablo. Le refresco la memoria y me confirma que hablará con la persona que en su momento llevó el tema, y que le llame mañana, es decir hoy jueves.

Pues bien. Hoy llamo, y ante mi sorpresa, el director de la sucursal me informa que ha hablado con la ex-subdirectora, ¡aleluya!, y que en ningún momento se habló de tal dinero, sino de la devolución de la provisión de gastos. Claro. Nosecuantas llamadas para que me digan lo obvio: que me van a devolver el dinero de la provisión de gastos. No te jode, sólo faltaba eso. Así que Cajamadriz se lava las manos. Mapfre se lava las manos. Todo el mundo se lava las manos, y aquí, ante ustedes, está el gilipollas que ha puesto el dinero y que ya ni siquiera está seguro de que muchas de las conversaciones mantenidas al respecto durante los últimos seis meses hayan sido reales; quizá ha estado soñando. De verdad, me empiezo a sentir, aparte de cada vez más gilipollas, como si estuviese en una novela de Orwell y como si todo lo que recuerdo al respecto nunca hubiese sucedido. Ya no estoy seguro de nada en este asunto, y eso no es una afirmación gratuita.

Pues bien. Así está el tema. Por lo pronto, y como estoy seguro —de esto sí— que tengo el seguro de la casa con Mapfre, esta compañía acaba de perder un cliente, y Cajamadriz lo perderá en cuanto pueda permitírmelo económicamente. No es cuestión de dinero, porque son 375 euros que realmente, no me solucionan la vida. Es cuestión de que aparte de que el dinero es mio, a uno, a pesar de serlo, no le gusta que lo traten como si fuese gilipollas.

Aunque sea sólo por las formas.

OPA va, OPA viene

Me encanta la política de este país. De verdad, me encannnnta, así, alargando la ene. Es guachi piruli juan pelotilla.

Resulta que el Tribunal de Defensa de la Competencia ha dicho no padre (bueno, imagino que la respuesta ha sido ligeramente más larga y aburrida, pero no todos tenemos tanto tiempo libre como los funcionarios) a la OPA de Gas Natural sobre Endesa. Este tribunal está formado por nueve miembros, siete de los cuales fueron nombrados por el PP (partido contrario a la OPA), aunque dos de estos siete se consideran cercanos a los socialistas, más otros dos nombrados por el PSOE (partido a favor de la OPA). En definitiva, que han votado en contra de la OPA los cinco vocales afines al PP y uno de los afines al PSOE, y a favor de la OPA -pero con condiciones- los dos nombrados por el PSOE y el otro vocal nombrado por el PP pero afín al PSOE.

Vaya, excepto Miguel Comenge, todos han hecho lo que se esperaba de ellos. ¿Casualidad? ¡No lo creo!

Sigamos. Resulta además que la Comisión Nacional de la Energía dió su bendición hace algún tiempo a esta OPA. Hasta aquí, todo claro, aparte de un pequeño conflicto entre Instituciones Públicas (por llamarlo de algún modo, claro), totalmente normal, si no fuese porque la presidenta del CNE, Maite Costa, era consejera de dos empresas ligadas a la Caixa -una de las principales beneficiadas e involucradas en esto de la OPA- cuando dió el sí padre a la operación en cuestión. ¿Más casualidades? ¡No lo creo!

Pasen, vean, y decidan quién huele peor. Y luego se les llena la boca de loquesea a unos y otros hablando de la independencia de las instituciones. Y yo que pensaba que en este tipo de decisiones la política tenía que mantenerse al margen. ¡Cuanta ingenuidad! Entre ladrones anda el juego. Ver para creer.

Sí, ya sé que esto no es divertido...