Vivir en armonía con la naturaleza

Vuelvo hoy con una entrada de hace algún tiempo correspondiente a un fragmento de El antropólogo inocente, de Nigel Barley. Un libro muy divertido y totalmente recomendable.

«Popularmente se supone que los africanos rebosan sabiduría indígena y conocimientos ancestrales sobre plantas y animales. Son expertos en su identificación por el rastro, el olor o las señales que dejan en los árboles y se embarcan en meticulosos análisis encaminados a determinar a qué planta pertenece una hoja, fruto o corteza. Para infortunio suyo, los occidentales suelen actuar de una manera interesada en sus interpretaciones. En la época en que se daba por sentada la superioridad cultural de Occidente, era intuitivamente evidente que todos los africanos se equivocaban en la mayoría de las cosas y que simplemente no eran muy listos. Por lo tanto, no era de extrañar que sus mentes no fueran nunca más allá de sus estómagos. El antropólogo se encontraba de forma inevitable en el papel de refutador de esta concepción del hombre primitivo. A él le tocaba demostrar que cierta lógica guiaba su comportamiento y que seguramente su sabiduría escapaba al observador occidental. En esta época de neorromanticismo, el antropólogo ético se sorprende al encontrarse de repente en el otro extremo. Actualmente, el hombre primitivo es utilizado por los occidentales, igual que lo fue por Rousseau o por Montaigne, para demostrar algo referente a su propia sociedad y reprobar los aspectos de la misma que les parecen poco atractivos. Los “pensadores” contemporáneos tienen el juicio fundamentado y equitativo en tan poca consideración como sus antecesores. Un ejemplo que me impresionó especialmente antes incluso de ir al país Dowayo fue una exposición de objetos de los indios pieles rojas. En ella se exhibía una canoa de madera y nos informaban que “las canoas de madera funcionan en armonía con el entorno y no son contaminantes”; junto a ella había una fotografía del proceso de contrucción en la que aparecían los indios quemando grandes extensiones de bosque para obtener la madera adecuada y dejar que se pudriera el resto. El “noble salvaje” se ha alzado de su tumba y se encuentra vivito y coleando en el noroeste de Londres, igual que en algunos departamentos de antropología.

Lo cierto es que los dowayos sabían menos de los animales de la estepa africana que yo. Como rastreadores, distinguían las huellas de motocicleta de las humanas, pero esa era la cima de su conocimiento. Al igual que la mayoría de los africanos, creían que los camaleones eran venenosos y me aseguraron que las cobras eran inofensivas. Ignoraban que los gusanos se convierten en mariposa, no distinguían un pájaro de otro ni te podías fiar de que identificaran bien un árbol. Muchas plantas carecían de nombre aún cuando las usaran con frecuencia; para referirse a ella tenían que dar largas explicaciones: “La planta que se usa para extraer la corteza con la que se fabrica el tinte.” Gran parte de los animales de caza se habían extinguido debido al uso de trampas. En lo que se refiere a “vivir en armonía con la naturaleza”, a los dowayos les quedaba mucho camino por recorrer. Con frecuencia me reprochaban no haber traído una ametralladora de la tierra de los blancos para poder así erradicar las patéticas manadas de antílopes que todavía existen en su territorio. Cuando los dowayos empezaron a cultivar algodón para el monopolio estatal, les suministraron grandes cantidades de pesticidas, que ellos inmediatamente aplicaron a la pesca. Arrojaban el producto a los ríos para después recoger los peces envenenados que flotaban en la superficie. Esta ponzoña sustituyó rápidamente a la corteza de árbol que habían utilizado tradicionalmente para ahogar a los peces. “Es maravilloso -explicaban-. Lo echas y mata todo, peces pequeños y peces grandes, a lo largo de kilómetros.”»

Jérica (again) & Chulilla

Este fin de semana tocó (por enésima vez) Jérica —sábado— y Chulilla —domingo—, a la que hacía demasiado tiempo que no volvía. El sábado me levanté bastante aletargado y algo cansado, probablemente debido a la falta de horas de sueño y cansancio que acumulo a lo largo de la semana, ya sea por trabajo o por entrenamiento, aunque intuyo que más por lo primero que por lo segundo. No le falta razón a Laura cuando dice que debería descansar y dormir más, pero a veces esto es lo que hay. El caso es que a Jérica acudimos únicamente Raquel y yo, y nos lo tomamos con la necesaria calma en la Pared de Enfrente, aprovechando que el sol todavía permite pasar la mañana allí. El sector escogido fue Instints Primates (izquierda), donde encadenamos Conan el bombero (V/+), Kagamandurrio (6a+, 6b según reseña de Luis Alfonso) y Kartapacio/Kartapasión (6a), tres vías de placa características de Jérica, especialmente en la Pared del Castillo.

Tras este breve calentamiento, nos movimos hasta la parte derecha de Huajalotes, ya que Raquel tenía unas cuentas pendientes con Tantaguasa. Esta es una vía de unos 20m de longitud con agarres bastante lavados y una primera parte (2/3) ligeramente desplomada que te va cargando los antebrazos poco a poco y que evita que llegues al paso clave de la vía en condiciones. Tomando como base otras vías y las reseñas de Carlos Tudela, Luis Alfonso y alguna más, el grado estará entre el 6b+ y el 6c, aunque mi opinión es que más cerca del segundo que del primero. Si no recuerdo mal, le dimos tres o cuatro pegues cada uno, y aunque para el penúltimo intento había conseguido automatizar toda la sección del desplome, el paso clave no acababa de superarlo ya que cada vez lo intentaba de una forma diferente y no conseguía memorizar una secuencia concreta. Queda por tanto pendiente para un día más propicio en el que los brazos y la cabeza me lo permitan.

El domingo fue un día más propicio. Aunque inicialmente estaba planteado Montanejos, a última hora decidimos cambiar a Chulilla, una de las escuelas de referencia de la Comunidad Valenciana y en la que habíamos estado, si no recuerdo mal, únicamente tres veces. La razón no es ningún secreto y estoy seguro de que es la misma de muchas otras personas: no existen unas reseñas en condiciones e ir a la aventura cuando lo que quieres es escalar y hay otros lugares mejor documentados, pues como que no.

Las únicas reseñas que hay son, aparte de lo que se ha ido publicando en Desnivel, un pequeño librito "autoeditado" del 2008 (aunque sospecho que quizá sea más antiguo) que vale la friolera de 18 € para la mierdecilla que es (seamos sinceros), donde las fotografías dejan mucho que desear, cuesta horrores encontrar las vías, los grados son muy discutibles y todo apunta a que no han sido actualizados a la escala francesa sino a la vieja "escala Montanejos", faltan vías y sectores, apenas hay descripción de orientación, pie de vía, longitud de las vías, aproximación, etc. En definitiva, un lujo dereseña que quizá hace 15 años fuese válida, pero a la vista de lo que se está haciendo en otras escuelas, está evidentemente muy por debajo de lo que Chulilla, con más de 700 vías y muchos años de tradición a su espalda, se merece. Aunque el 13 de enero de 2011 alguien en el foro de caranorte decía que había una reseña en marcha y han habido rumores de que Pedro Pons puede estar trabajando en ella, más de un año después nada se sabe hasta la fecha y mucho me temo que tampoco se la espera.

El problema, como siempre, es que aunque pueda haber gente que gratuita y altruistamente ayudaría a elaborar unas reseñas decentes con la simple ayuda de alguien que le orientase con las vías y los sectores, siempre hay equipadores que no sólo no saben ni quieren elaborar una reseña, sino que además tampoco quieren que otros la hagan; ya saben, la eterna historia del perro del hortelano. Luego, cuando vienen otros de fuera y sacan una guía de calidad, vienen los lloros y lamentos. Al final la necesidad se acabará abriendo paso y con o sin la ayuda de los equipadores y les guste o no, alguien elaborará una reseñas decentes. Ya lo dije una vez: cualquier equipador debería asumir que la "su" escuela, mientras no se encuentre en una propiedad privada, es algo público y por tanto cualquiera tiene el derecho de publicar su propia reseña. Así que, tomando eso como principio, o haces tú como equipador una reseña que disuada a los demás de hacerla, o te apartas.

Dejando de lado este tema, durante la primera parte del día estuvimos en el sector Peñeta, donde empezamos con Pequeño gran hombre (6a, V según reseña), la mítica Annie Hall (V+/6a, V según reseña), Atzerimar (V+, V+ según reseña), y Alex y Óscar le pegaron a una vía ubicada delante de la roca gigante que hay en Peñeta, que será un 6a y que no he conseguido identificar en la reseña. Tras esto, Óscar volvió a Valencia y Alex y yo acabamos la mañana con Think drink, un 6a/V+ que tiene una salida de 6a+ y que abordé con más respeto del necesario al aparecer en la reseña como 6c (éste tiene pinta de corresponder al L2, ya que desde luego el L1 no es un 6c).

Cuando el calor ya comenzaba a ser insoportable, nos movimos al sector Fantasía donde a esas horas empezaba a dar la sombra. Comenzamos encadenando El reto del semilolo, una vía de unos 22m y pasos finos y algo raros en la que hace un año no había podido pasar de la tercera chapa (6b, 6a+ según la reseña). Luego encadenamos a vista una vía muy bonita de unos 26m cuyo nombre y grado no aparecen en la reseña "oficial" (ubicada a la izquierda de Kala Korum), pero que debe estar en torno al 6b o 6b+, aunque me pareció más fácil que la anterior quizá por pillarme ya caliente. Acabamos las vías de primero encadenando Verano del 97, otra vía de aproximadamente 26m con pasos finos y unos divertidos alejes entre chapas de al menos cuatro metros, con lo que en caso de caída el vuelo es casi intercontinental (el grado estará entre 6a+ y 6b, y 6a según la reseña).

Cuando ya estábamos a punto de irnos, vi que Héctor (aprox. 25m y 6a+, 6a según reseña "oficial") estaba montada y aproveché para practicar algo de escalada de velocidad, algo que me encanta. Según lo que marcaba el crono cuando bajé, calculo que la subí en aproximadamente tres minutos y medio sin ayuda de la cuerda (pero sabiendo que estaba ahí), disfrutando como un enano con algún paso semidinámico y evidenciando lo que me queda todavía por superar en el aspecto más psicológico. Poco a poco.

Para acabar, como siempre, unas fotillos de la primera mitad del día, protagonizadas por Alex "michelines", Óscar "escaladores contra el hambre", y Manolo "homeless". Las fotos son de Alex, aunque me he permitido el lujo de añadirles algún efecto que espero que el autor me disculpe.

Escalada en Jérica

Jérica, sector Huajalotes (derecha)
Jérica, sector Huajalotes (derecha)

El pasado domingo volvió a ser un buen día en la roca, con una compañía excepcional, aunque me encontré algo más cansado y con sueño de lo deseable, a pesar de lo cual pude pegarle a algunas de las vías que tenía pensadas. La escuela escogida por segundo fin de semana fue la de Jérica, sector Huajalotes, de cuya parte derecha Alex ha hecho una excelente reseña que puede verse a continuación (se recomienda visitar la web de Alex por si hay alguna actualización):

Si alguien está equipando una escuela y quiere elaborar unas reseñas de calidad, le recomiendo que se ponga en contacto con Alex, porque estará encantado de ayudar (y de probar las vías :).

La jornada comenzó con un 6a muy sencillo y un 6a+ que encadené con mayores facilidades de las esperadas. ambos ubicados en extremo izquierdo de Huajalotes. Tras eso, pasamos a Asgarracollons, una vía cuyo que ya en el pasado se me atragantó y cuyo paso clave volvió a jugarme una mala pasada. Aunque en el pie de vía está graduada como 6a+ y a pesar de lo que he oído decir a alguna persona en el pasado, esa vía no es un 6a+ en absolutamente ninguna parte del globo. Al menos 6b y sin discutir demasiado podría pasar por 6b+, dado que se trata de una vía de poco más de 20m de continuidad pura y dura con un paso duro de 6b a mitad. La cuestión es que después de más de cinco minutos haciendo tentativas de cómo abordarlo conseguí superarlo, pero acabé pagando el esfuerzo y a falta de un par de chapas los brazos no daban más de sí y tuve que colgarme.

Tras esa, nos metimos en Utopia, un 6c bastante plaquero y muy bonito en el que tuvimos que hacer un par de paradas a examinar la vía, pero cuya limitación vino más por pasos de decisión que por aspectos puramente físicos; tengo que trabajar más el aspecto psicológico, que lo tengo últimamente muy abandonado.

Para acabar, encadené un 6b de placa ubicado en la parte derecha de Instintos Primarios a pesar de algún resbalón del pie. Aunque en el libro de Luis Alfonso la marcan como 6b+ y las reseñas de la vertical como 6a+, me inclinaría por un 6b por el paso intermedio de la vía.

Como siempre, unas "foticos" del día.

Fin de semana en Jérica & Gestalgar

Este fin de semana pasado ha sido especialmente productivo en cuanto a la escalada, básicamente porque aprovechando que Laura trabajaba ambos días, no hice apenas otra cosa que subirme por las paredes, literalmente, aunque ello me haya costado tener un dolor bastante interesante en los dedos pequeños de los pies y tenga las yemas de los dedos con lo que parecen ser heridas subcutáneas. En cualquier caso, pelillos a la mar; como ya dije en la anterior entrada, a pesar de no llevar más de mes y medio entrenando, los progresos están siendo bastante positivos, no sólo en los aspectos más puramente físicos, sino también de motivación; abordo las vías con el suficiente respeto, pero sin "miedo" al paso crítico. De hecho, aunque en estos momentos todo me "empuja" a forzar los entrenamientos más días de los recomendables, tengo que limitarme para no acabar a) con una tendinitis, b) con una tendinosis, o c) pasar el fin de semana, que es el motivo del entrenamiento, cansado. En fin. A partir de aquí nótese que incluiré información sobre algunas de las vías que hicimos, así que si algún purista quiere hacerlas a vista sin nada de información es mejor que no siga leyendo.

El sábado fuimos a Jérica Alex, José y un servidor, pared de enfrente, donde Alex y yo hacía al menos año y pico que no volvíamos. Acostumbrado a la placa gris y los grados más relajados —a veces pienso que demasiado— de la pared del castillo (tomando como base la Guía de Escalada en Castellón de Luis Alfonso), meterse en la zona anaranjada de Huajalotes tiene su miga, donde el grado está mucho más ajustado. Para empezar, nos metimos en un V+ recién equipado denominado El Alpinista Intensivista, cuya mayor complicación fue ser la primera vía del día; la vía será de apenas 15m, y no tiene mucho donde rascar (aunque sí buenas fotos).

Seguimos con una vía también nueva que hay a su derecha, cuyo nombre y grado (6b+) están escritos en la base. Tratándose de una vía de apenas 20m. y cuyo crux y principal complejidad se ubica a escasos tres metros de la reunión, me inclino por decotarla a 6b, aunque es una valoración personal (yo encantado de que sea un 6b+, dado que la encadené a vista). En esta vía tuvimos la habitual discusión/coña la vía no va por ahí dado que aunque mi apreciación personal es que el grado se lo da a la vía el paso de placa, Alex la sacó por la derecha (aunque eso no significa que fuese más sencilla por ahí).

Tras esta, pasamos directamente a la zona anaranjada, donde comenzamos con Kojón Prieto, una vía de dos 6a+ de continuidad de 30m cada uno, cuyo primer largo habíamos montado sufriendo mucho hace más de un año. En esta ocasión, aunque sufrí más de lo esperado, conseguí encadenarla y empecé a notar las consecuencias negativas de meterme series de 15 minutos de continuidad en el rocódromo sólo dos días antes de salir a escalar. De hecho, aprovechando que Alex había equipado el segundo largo (y casi encadenado), le tiré a los sesenta y pico metros que serán la vía y aunque conseguí encadenarlos, tuve que aprovechar los reposos para estirar los antebrazos. Aunque el primer largo es bastante mantenido y constante, el paso crítico del segundo es una pinza a la que hay que tirar al salir de una pequeña barriga y a la que aunque llegué con bastante miedo (culpa de Alex), superé sin demasiadas complicaciones. En total, son dos 6a+ de treinta y pico metros por cabeza, de los que calculo que saldrá un buen 6b aunque no creo que más.

Dado que habíamos llegado algo tarde, para acabar el día contentos nos metimos en Taladraina (o Bocancla, o Taladraina en pols, dependiendo de la reseña), un 6b de aproximadamente 20 metros cuyo paso duro, raro y algo expuesto se concentra en el paso de la segunda a la tercera chapa. A mitad vía existe otro paso largo que se puede resolver con un pequeño lanzamiento, aunque Alex sea siempre más dado a convertir los pasos semidinámicos en estáticos (o todo lo estáticos que puede :), obligándose a bloquear y a gastar una energía que luego pude hacerle falta (lo sabes).

En definitiva, un día perfecto: V+, 6b, 6a+, 6b y 6b+, según mis valoraciones. Ahí van algunas fotos.

Tras el sábado, vino el domingo, como suele ser habitual desde hace tiempo. Aprovechando que celebrábamos los 37 (!!) años de Óscar, hicimos una quedada más multitudinaria en la nueva zona de Gestalgar, a la que acudieron inicialmente Óscar (evidentemente), Geno (que tras su accidente no se acercaba tanto a una chapa desde hace meses), Inés (futura escaladora), Alex, Raquel, Kornel, Pablo, Elena (y lo que crece en su interior), Juan y un servidor, y a los que se unieron para la comida Manolo y Adela con su prole.

Para llegar a la nueva zona, en lugar de aparcar en el lugar habitual, sólo hay que continuar por la pista y unos 500m adelante empezaremos a ver chapas a nuestra derecha. Decir que la roca es espectacular, con vías en general cortas, bastante plaqueras y con salidas explosivas; actualmente hay todavía bastantes vías en proceso, de las que se ha quitado la primera chapa al carecer de reunión, pero la zona promete buenos ratos de sufrimiento. La distancia entre chapas es muy corta, por lo que el aspecto psicológico es más bien inexistente excepto en algunas salidas en las que la primera chapa está al nivel de la mano y llegar a la segunda puede ser algo expuesto.

Respecto a la zona, es agradable y apta para ir con niños y el sol (en invierno) aunque da en la zona desde primera hora de la mañana, llega a la roca alrededor de las 14h, por lo que intuyo que es una escuela más para invierno y primavera que para verano. Aunque no hay reseñas oficiales, Alex (Elev-arte.com) ha preparado unas reseñas parciales de las vías que estuvimos haciendo, a la espera de que el equipador saque las "oficiales", con grados y nombres.

está preparando unas reseñas improvisadas que esperamos tener pronto.

Por nuestra parte, Raquel y yo empezamos con un 6a con la salida algo lavada, que con las manos y la roca fría tenía su cosilla. Tras las dos/tres primeras chapas, la vía se relaja, aunque si uno quiere complicarse, puede prescindir de la grieta y tirarse por toda la placa, de lo que saldrá vaya usted a saber qué. En cualquier caso, la vía va por la grieta. Tras esta, seguimos con un 6b que Alex había encadenado y que concentra toda su complejidad en las dos primeras chapas.

La siguiente fue una de las dos vías que intenté durante el día pero que fui incapaz de montar como dios manda. No tengo claro el grado, pero imagino que estará en torno al 6c/+, concentrado en dos pasos de placa. Esta vía es una de las que se prestan a discutir qué agarres forman parte de la vía y cuáles no, más teniendo en cuenta que apenas a un metro y pico teníamos un V+ con agarres más que generosos. En nuestro caso, intentamos ser puristas y utilizar exclusivamente lo que había muy cerca de las chapas. Aunque monté la vía de chapa en chapa según el método cógeme aquí luego la intenté en top y fui incapaz de acabarla, así que la apuntamos para la siguiente.

Lo siguiente fue un 6a+ con un paso algo expuesto en la salida, un 6a y un 6b+ con una salida precaria de regletas donde hay que hacer un lanzamiento semidinámico a un cazo que hay arriba. Una vez alcanzado el cazo, el resto de la vía es coser y cantar. En mi caso, me bloqueé (yo y mis brazos) y no pude sacar el paso a la primera, así que aunque la monté la dejamos pendiente para un futuro próximo. La última vía del día antes de comer fue un 6b+ más bien generoso de grado que concentra la dificultad en la salida y en la salida del desplome. En el primer paso, un par de rebotes resuelven el problema y llegas al desplome, donde sólo hay que fijarse un poco más que yo para sacarlo sin mayores problemas con otro bonito rebote de izquierdas desde un bidedo a un cazo superior. En mi caso, no vi el bidedo y aunque lo intenté, acabé por colgarme. Queda por tanto pendiente para la próxima visita.

Después de comer y celebrar lo exquisita que estaba la tarta de manzana de Geno (como ya dije, no me gusta la tarta de manzana, pero si me gustase, la tarta de Geno me gustaría mucho), no se nos ocurrió otra a Raquel y a mí que meternos en lo que Kornel opina que es un 7a, y que se presta mucho a ser automatizada y encadenada en un par de meses. Se trata de una vía de regletas y placa con dos pasos muy largos en la primera mitad, donde luego comienza a desplomar ligeramente y desaparecen los pies. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que Kornel tiene unos 7 cm. más de envergadura que un servidor (que es bastante) y que la primera mitad de la vía son dos pasos largos largos, por lo que ésta es una vía cuyo grado depende mucho de la morfología de cada persona, especialmente de la longitud de sus brazos. De hecho, para Raquel podemos estar hablando de un 7b/7c, ya que el agarre que Kornel cogía sin demasiados problemas y yo alcanzaba precariamente ella ni lo olía. En definitiva, Kornel montó la vía con no pocos problemas y luego yo la monté en top, con bastantes problemas también pero sin ayudarme de la cuerda para subir.

Para acabar y con los dedos a punto de caramelo, encadené un 6a/+ que al parecer a Alex y Raquel les dio algún que otro problema (que no me dijeron en su momento pero he confirmado luego y que era fácilmente deducible de sus risas y chascarrillos) que no tiene más que un pequeño lanzamiento dinámico para llegar a una repisa roma. Acabamos el día destrozándonos los dedos en las dos primeras chapas de una vía donde Alex se medio lesionó y que calculamos que estará en torno al 6c, aunque vaya usted a saber porque lo más cerca de la reunión que estuvimos fue con la segunda chapa delante de la cara... y con las dos manos ocupadas :(

En fin. Otro buen día poniendo a prueba nuestras manos, dedos, tendones y resto de tejidos. Algún día dirán basta, y verás. Pero hasta entonces... unas fotillos del domingo.

Las increíbles noches de Málaga (Montanejos)

A decir por el último post, hace bastante que no paso por aquí y si nos vamos a entradas de escalada, hará como seis meses al menos, desde mi lesión del supraespinoso derecho, que no escribo nada. La verdad es que después de estar casi dos meses en el dique seco por prescripción médica (fisioterapeútica, si quieren), me costó algún tiempo volver a coger la motivación para volver a escalar, que yo diría que fue alrededor de octubre. En realidad salía a escalar, pero sin demasiadas ganas; es sorprendente lo que se pierde en un par de meses parado y más cuando únicamente llevas un año escalando. Lo último que había hecho de relevancia había sido la Pericondrio Tragal, antes del diagnóstico médico de la lesión, con bastantes molestias y sin demasiado éxito. Tras la vuelta a la roca me costó un mes y pico volver a sentirme bien y motivado lo que me llevó ya casi hasta navidades. Por suerte, la primera semana de enero abrieron el rocódromo El Búnker a escasos metros de mi trabajo, lo que acabó de cimentar la motivación y llevarme hasta hoy en día.

Desde entonces, llevo apenas un mes y medio entrenando del orden de dos/tres días a la semana y he de decir que el progreso es bastante perceptible. He pasado de tener problemas para encadenar los 6a+ a encadenar 6b a vista e incluso algún 6b+; el mayor progreso sin duda ha sido en continuidad y la capacidad para afrontar y aguantar en los pasos clave de una vía.

Con esta perspectiva, esta semana Alex y yo nos fuimos para Montanejos con el objetivo de hacer Las increíbles noches de Málaga (tres largos, 85m), para salir por los últimos dos largos de la Cornelius Moliarte (55m). En total, unos 140m mantenidos, especialmente los tres primeros largos (en teoría). Debajo, el croquis de la vía, cortesía de Elev-Arte:

NochesMalaga
NochesMalaga

El caso es que aunque me las daba muy felices, el sábado me levanté con algo de resaca, sin haber dormido ni mucho ni demasiado bien y por si eso no fuese suficiente, con una interesante diarrea. Sí, con diarrea. A pesar de eso, cogimos los bártulos y allá que nos fuimos, rezando para que no me diese un apretón en mitad del largo y que los brazos me diesen para toda la vía. Por suerte, tanto mis intestinos como los brazos aguantaron como campeones. Dicho esto, vamos con la vía.

El primer largo de Las increíbles noches de Málaga es un 6a+ mantenido de 30 metros, muy de dedos, que a vista fue demasiado para mí sin haber calentado previamente. Tras colgarme un par de veces para estudiar la situación y superar alguna que otra crisis "o me tiro o doy el paso pero aquí no me puedo quedar", alcancé la R1, que es con diferencia la más incómoda de todas y donde más tiempo perdimos.

El segundo largo, que encaró Alex, es un 6b de 25m. a decir por la guía de Montanejos de Ernesto López, aunque por el paso técnico de placa que hay a mitad, yo le daría un 6b+ sin duda alguna, que es lo mismo que le dan en la reseña de la Noche del loro (ver la vía en rojo en la imagen). Aparte de ese paso, la vía es bastante asequible y no tiene demasiada complicación, aunque yo iba con la mochila de segundo, así que tampoco puedo ser demasiado objetivo.

El tercer largo de la vía es un 6b+ de 30m. que sale de un desplome sin mucha complicación y que unos metros después se va hacia la derecha. Sin embargo, comparte el desplome y los primeros metros tras la salida con Las noches ciegas, un 6a muy entretenido que apenas da problemas y en el que continué sin darme cuenta (esperando el paso duro de la vía) hasta que fue demasiado tarde para rectificar. Ya sabéis, uno va subiendo cómodamente esperando que el paso crítico (6b+) llegue, pero no llega. En ese momento sospechas que te has equivocado. Claro que peor sería meterse en un 6b+ con intenciones de hacer un 6a. Aunque Las noches ciegas tiene su propia reunión, es preferible seguir subiendo y un par de chapas después encontraremos a la derecha sobre una repisa bastante cómoda la reunión original del tercer largo. Como no podía ser de otra forma, Alex hizo la vía de segundo sin demasiados problemas.

El cuarto largo de la vía, que es el segundo largo de la Cornelius Moliarte, es un 6a de 35m. bastante variado y mantenido, con algún paso delicado por lo que podría ser fácilmente de 6a+. Tras un buen rato subiendo en el que empezó a soplar algo de aire y yo me quedé como un pollo sin saber dónde meterme, Alex encadenó la vía y yo hice lo propio, donde sin descansar apenas (pero sí quitarme la mochila) comencé el último largo de la vía, que junto con el L2 es el más interesante.

El quinto largo de la vía, tercero de la Cornelius Moliarte, es un 6a+ de 20m que comienza con un diedro que se remata con un pequeño desplome del que se sale cómodamente con un apoyo en una piedra que cualquier día va a dejar de estar ahí. Tras llegar arriba, unos metros casi horizontales nos llevan al paso crítico de la vía: un paso largo en el que hay que bloquear de un bidedo y tirar a un cazo que hay arriba. Aunque Alex opina que puede ser un paso de 6b, eso depende mucho de la estatura de la persona; mientras que en mi caso y el de Alex pienso que podemos dejarlo en 6a+, para alguien de 1,65m puede ser un paso de 6b incluso 6b+ si requiere un dinámico.

Con esto un un bizcocho, llegamos arriba más tarde de lo esperado (16h) y a pesar de que Alex había fantaseado en continuar por la segunda parte de la Monsieur (cuatro largos: 6b+/V/V+/6a) y yo no la hubiera descartado en otra situación, era ya un poco tarde para meterse en faena, así que recogimos bártulos y cerramos la jornada cansados pero contentos.

Para más detalles, se adjunta un pequeño reportaje gráfico, cortesía de Alex (fotógrafo) y Laura (dueña de la cámara).

Violencia

Desde que comenzó el movimiento este del 15-M he estado siguiéndolo —siempre obviamente por los telediarios e Internet— con cierta curiosidad, pero sobre todo con mucho escepticismo. No es que no crea en las buenas intenciones de los movimientos sociales espontáneos como el 15-M. Creer, creo; será por credulidad.

Creo en las buenas intenciones detrás de la mayoría de sus participantes, en las buenas intenciones de las asambleas, en las buenas intenciones de las acampadas y en las buenas intenciones de las manifestaciones. Lo que no creo es que nada de eso vaya a conducir absolutamente a nada y a las pruebas me remito: mayoría absoluta del PP, que no es un partido que venga precisamente a simpatizar con las ideas del 15-M. En realidad, no tengo una idea exacta de con qué simpatiza el PP, aunque intuyo que viene a ser lo mismo con lo que simpatizó el PSOE durante los últimos ocho años, y con lo que simpatizó el PP de Aznar, y etcétera hasta el comienzo de todo esto: ellos mismos.

El problema de las buenas intenciones es que son sólo eso: buenas intenciones. Van bien para las navidades y nos hacen sentir mejor, pero desafortunadamente ni dan de comer, ni consiguen cambian las cosas. Para eso hace falta algo más: un compromiso real y la voluntad de sacrificar hasta lo más sagrado, especialmente en el ámbito personal; cualquier otra cosa es, en la mayoría de los casos, algo tan poco honesto como fructífero y demasiado a menudo una burda instrumentalización de las ideas al servicio de los propios intereses. No cabe ninguna duda de que si te lo montas bien, vivir de la ideología ha acabado por ser un buen negocio, especialmente entre la clase política de izquierdas, más tendente —con honrosas excepciones— a mantener discursos de clase, válidos hoy en día o no pero que ni ellos mismos se creen, apoltronados en sus sueldos, sillones de cuero y con sus iPhones y iPads; sigamos hablando, pero sólo eso que cuanto menos se mueva la cosa, mejor, no sea que me toque salir a la palestra y demostrar que yo sí estaba realmente comprometido. O peor, que todo este tinglado cambie y mi cabeza ya no haga falta.

Volvamos al 15-M. La cuestión de fondo es que esa actitud pacífica, calmada y dialogante de que han hecho gala durante estos meses no tiene otro beneficiario que el sistema contra el cual el 15-M dice estar. Cuando el poder económico, político y mediático está en manos de unos cuantos y la mayoría (entre la que me incluyo) está totalmente atocinada y acomodada, que se reúnan un puñado de perroflautas a discutir sobre el bien y del mal no sólo es inofensivo, siempre que no hagan ruido y no molesten a los turistas, sino que además proporciona una satisfactoria sensación de salud democrática a la sociedad; viene bien, mientras se sienten en el suelo y se dediquen sólo a hablar.

La necesidad del uso de la violencia legítima es algo sobre lo que ya he escrito alguna que otra vez en el pasado, y con todo lo pacífico que yo soy (que lo soy, y mucho) y lo poco que me gusta dar y recibir hostias, actividades que afortunadamente no practico habitualmente, es algo sobre lo que estoy bastante convencido; la violencia puede llegar a ser un instrumento útil e incluso necesario en determinadas circunstancias, pero que las clases dirigentes se han encargado de demonizar, mientras que el inútil (por idealista) diálogo habermasiano se ha adoptado como herramienta de resolución de conflictos, cuando nunca las partes que entablan el diálogo están en igualdad de condiciones y por tanto siempre pierde el débil. Que es lo que interesa, al fin y al cabo.

No compararé la situación actual con la Revolución Francesa, porque los pobres franceses no tenían un montón de cosas que son deberían ser habituales hoy en día, como un techo, comida, ropa, educación, sanidad, y otras tantas cosas, pero a nadie se le ocurriría pensar hoy en día que a través del diálogo la Revolución Francesa (con sus bondades y sus maldades) se habría llevado a cabo. Tan poco como me gustaría ver a algún cacique político pagando por sus "pecados" (tengo mis preferencias políticas y de método, que no confesaré), he de admitir que ese tipo de "iniciativas" son al final las únicas que pueden generar un cambio que, no obstante, sabe uno como empieza, pero no cuándo ni cómo acaba. Esa incertidumbre es la que obliga a que el compromiso con las ideas, acertadas o no, deba ser total; nadie dijo que fuese a ser fácil. Por supuesto, no todo van a ser ventajas (especialmente para el cacique del que hablaba).

El primer problema son aquellos energúmenos que se apuntan a cualquier cosa que huela a violencia. Los reconocerán porque todo equipo de fútbol que se precie tiene unos cuantos que probablemente usted pueda contratar si tiene un problema, necesita ayuda, tiene el dinero suficiente y puede localizarlos (le adelanto que será tan difícil como encontrar al Equipo A). Comience usted una revolución y acabará rodeado de animales sin otra motivación que robar y romper cráneos sin distinción de edad, sexo, raza o condición social; eso es igualdad de oportunidades y todo lo demás son tonterías. La cuestión es la violencia, y si es la violencia por la violencia, mejor que mejor. Qué mejor entretenimiento que romper escaparates y robar amparado por la multitud. Cierto: cualquiera consigue algo de legitimidad en ese escenario. Esa es, en efecto, una buena razón para prescindir de toda violencia en actos reivindicativos; a saber si al manifestante que tienes detrás le gustan tus zapatillas y acabas con la cabeza abierta y sin zapatillas. No empieces algo si no sabes quién va a apuntarse.

El segundo problema, obviando lo terriblemente grande que es el primero, es saber quién le pone el cascabel al gato. En una sociedad, para bien o para mal, totalmente anestesiada (¿quién se siente mal cuando ve a un pobre pidiendo por la calle?) y en la que mucha gente —no me atrevo a decir la mayoría— tiene techo, comida, Internet y ocio de fin de semana, a ver quién es el guapo que se juega los cuartos y se lanza a las calles, cóctel Molotov en mano, a luchar por sus derechos y por los de sus congéneres. Y además, esperar apoyos y comprensión de otros que viven demasiado bien como para mover el culo del sofá. Como que no. Trabajo no tendré, pero no vivo tan mal, oiga; todo es mejorable, pero también puedo ir a peor.

Si recuerdo bien, en unos de los libros de la saga Fundación de Asimov, un personaje cuyo propósito era hacerse con un planeta —ahí es nada— utilizaba los electrodomésticos que él mismo había proporcionado a la población para conseguir que ésta se levantase contra sus dirigentes; primero se los daba y luego se los quitaba. No tengo ninguna duda de que en cualquier sociedad contemporánea occidental el resultado sería el mismo: retírele sus comodidades al ciudadano de turno y conseguirá una revuelta que superará lo inimaginable. Desgraciadamente, la motivación de toda esa turba embrutecida será volver al estado anterior, no conseguir ningún tipo de progreso que no sea una tele más grande, un smart-phone más bonito o un coche más potente. Intentar convencerlos de algún tipo de motivación o finalidad superior sería una total pérdida de tiempo.

El tercer y último problema es el que más me gusta. Max Weber, que era un tipo que al parecer dedicaba algún tiempo a pensar, escribió una vez algo así como que el Estado es aquel que mantiene el monopolio del ejercicio legítimo de la violencia. El problema es que si dejamos de lado la violencia física, existen otras muchas formas de violencia que el bueno de Weber no contempló. Un político que decide eliminar las ayudas a los más necesitados al mismo tiempo que mantiene coches oficiales, dietas, chóferes y otras prebendas escandalosas, está ejerciendo la violencia. Un empresario que trata a sus empleados como si fuese un señor feudal, está ejerciendo la violencia. Una empresa que despide a cientos de empleados mientras su dirección se mete en el bolsillo cientos de miles de euros, está ejerciendo la violencia. Un banco que paga miles de euros en bonus mientras mantiene sueldos basura, está ejerciendo la violencia. De manera mucho más sutil, pero con un resultado idéntico: la gente sufre y a menudo mucho más. Sin embargo, aunque todos tenemos la posibilidad de ejercer la violencia física con mayor o menor acierto, estos tipos de violencia menos evidentes están reservados a las clases dirigentes, especial pero no exclusivamente a la política, empresarial y financiera.

El problema es que nos hemos acabado de creer, tras mucho oírlo y repetirlo, el discurso oficial de condenar cualquier tipo de violencia que no provenga de los cauces "oficiales": la violencia es mala, la violencia no lleva a ningún sitio, excepto a conseguir que un antidisturbios te abra la cabeza con una porra, porque eso no es violencia, es mantener el orden público. De esta forma, al no poder ejercer la violencia física por falta de legitimidad y carecer de medios para defendernos de los otros tipos de violencia, el ciudadano de a pie se encuentra despojado de cualquier medida de defensa contra los estamentos del poder establecido.

En definitiva: abandonen toda esperanza de cambio que no alimente los intereses de las clases dirigentes. Reúnanse si quieren, dialoguen y debatan, pero mucho me temo que eso no les llevará a nada más que a conocer personas políticamente activas, lo cual está muy bien, hacer amistades, que también está bien, y pasar frío, lo que no es tan agradable. Por cierto, ¿se acuerdan de aquello Rajoy dijo hace tan sólo unos días sobre no subir los impuestos? Pues parece que ha cambiado de opinión, entre otras gratas medidas. No descarten ver algún funcionario quemando contenedores en las próximas semanas, pero tampoco apuesten a favor. Ya saben que la violencia sólo engendra violencia. Mala cosa, sin duda alguna.

Sin paciencia se vive mejor

Mi madre siempre ha dicho que somos iguales en (al menos) una cosa: la poca paciencia que tenemos para hacer las cosas. Eso me lleva a comprar cosas que no necesito, suscribirme a revistas y comprar libros que luego no leo, obsesionarme con temas que dejan de interesarme a los dos días, o iniciar proyectos que abandono tan rápido como los comienzo. Hay un refrán que describe mejor que yo esta actitud: Arrancada de caballo y parada de burro. Les pondré un ejemplo. Cuando me suscribí a la revista Escalar, a la que permanezco suscrito (a diferencia del The New Yorker y Time, que cancelé algunas semanas después de recibir el primer número), me enviaron una tabla de entrenamiento multipresa (de escalada). Tardé un par de semanas en instalarla, lo que me llevó una docena de llamadas telefónicas y la visita a unas cuantas ferreterías para localizar una tornillería específica, sacrificando más de una tarde y un fin de semana. Desde entonces, he utilizado la tabla apenas un par de días, y de eso hace ya cinco meses. Sobra decir que si no la hubiese instalado, no habría pasado nada.

Esto tiene, como casi todo, dos maneras de verlo.

La negativa es que soy una persona impetuosa, poco constante y me cuesta mantener el interés pasado el arranque inicial si no existen estímulos adicionales. Dicho intervalo puede durar días, semanas, meses o incluso me atrevería a decir que años y eso no significa que en aspectos de importancia vital (literalmente) como las relaciones personales, el trabajo o la familia me dé por cambiar cada dos por tres, ya que en ese caso hablaríamos de un problema y no una anécdota de mi forma de ser. Afortunadamente, con el tiempo he conseguido manejar hasta cierto punto la energía de dichos impulsos: reprimirlos cuando son realmente estériles o implican un gasto que no puedo justificar desde el punto de vista de un observador (relativamente) externo o cuando soy más hábil, dirigirlos a un fin mejor que el original.

La versión positiva es más corta: esa energía bien enfocada me permite realizar ser mucho más productivo y avanzar más rápido de lo que lo haría en condiciones "normales" y en algunas ocasiones ese impulso inicial es más que suficiente para coger suficiente inercia. "Sólo" tengo que saber cómo enfocarla y proporcionarle suficiente combustible para mantenerla activa. Claro que en general eso es más fácil de hacer que de decir.

Hasta aquí, la visión dualista de las cosas.

Planteado así parecería que soy una persona con la estabilidad de la nitroglicerina, pero el asunto no es exactamente de esa manera, aunque yo me haya acostumbrado a esa interpretación. Presento, como casi todo el mundo, un nivel constante de energía que es con el que desarrollo la mayor parte de las actividades y que puede variar ligeramente dependiendo del estado anímico, condiciones personales y laborales y diversos factores externos; es decir, lo que se llama vivir. De vez en cuando, por la razón que sea, aparece algo que altera el estado "normal" de las cosas: un artículo, un libro, una conversación, una película o una idea. Ya se imaginan que viene después.

A esas "cosas", el estado de ánimo que provocan y todo lo que lo rodea lo llamo motivación y son los eventos más productivos y unos de los —por lo general— más satisfactorios de mi vida. Como comprenderán, la idea es tener cuantos más mejor. Al fin y al cabo, un par de revistas o libros y unas cuantas horas leyendo sobre cualquier cosa bien valen la pena si el resultado es ese.

¿Hay alguien ahi fuera?

Hace ya unos cuantos años, el jefe de un cliente para el que trabajaba se refirió a mí sin demasiada fortuna diciendo algo así como que estaba "bien amaestrado". Aunque su intención, como al momento aclaró, era poner de manifiesto mi actitud de servicio al cliente (él era el cliente), la forma de expresarlo no fue desde luego la mejor. Dejando de lado las formas y yendo al fondo, esa anécdota muestra una constante desde que salí de la universidad y me incorporé al mercado laboral: siempre he estado muy enfocado al cliente. No hay que ser muy observador para darse cuenta de que la orientación hacia el cliente no es algo que abunde entre las empresas, grandes o pequeñas. Aun muchas personas y empresas no sólo no se plantean escucharle (a usted), sino que han abandonado la idea de tratarle con unos mínimos de calidad: cuántas veces hemos entrado en un comercio donde te atienden a cara de perro; hay personas que todavía no son conscientes de que el dinero con el que viven no crece en los árboles sino que procede de las carteras de otras personas. Sólo las telecos pueden permitirse algo así, asumiendo unos estándares de calidad del sector pésimos; aun así, los últimos datos de portabilidad de líneas ADSL y móviles indican que eso podría cambiar en un futuro no muy lejano.

No obstante, asumamos que su empresa sí sabe tratar a sus clientes. Mejor o peor, pero con unos niveles de calidad razonables. Quizá incluso tenga alguna iniciativa implantada para medir el grado de satisfacción de sus clientes con sus productos, ya sean éstos (los clientes) particulares o empresas. Quizá haga alguna encuesta de vez en cuando. Quizá incluso alguna vez haya recibido alguna sugerencia.

Teniendo eso en cuenta, ¿cuándo fue la última vez que un cliente le trasladó una buena idea? ¿Y una idea genial? ¿Cuándo una encuesta o una sugerencia de un cliente provocó un cambio en su manera de hacer las cosas? Si se pusiese en el "otro lado", ¿pensaría que lo que usted hace es lo que representa la palabra "escuchar"? ¿Está realmente decidido a cambiar su manera de hacer las cosas, si las evidencias para hacerlo fuesen razonablemente grandes?

Es posible que piense que sus clientes no tienen buenas ideas (para usted). Es posible que piense que sólo tienen opiniones generales y superficiales sobre el producto o servicio que acaban de comprar, porque eso es después de todo lo que ha recibido hasta ahora. Pero la realidad es que tiene que ser consciente de que nadie que no se sienta escuchado va a perder el tiempo en decirle nada y el tiempo de su cliente vale tanto o más que el suyo. Así que escuchar probablemente no sea suficiente. Quizá necesite implicar a sus clientes en su empresa.

Mi supraespinoso derecho

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Pues sí. Desde aproximadamente el 15 de agosto me encuentro "en el dique seco" a causa de una tendinosis con pequeña rotura parcial del supraespinoso del hombro derecho, lo que ha hecho que lleve ya unas tres semanas sin tocar la roca ni la resina. Estoy prácticamente seguro que esta lesión proviene de junio de 2010, cuando en el tercer fin de semana de escalada me metí en varios 6a y algún 6a+, forzando más de lo necesario. A partir de aquel día empecé a notar un dolor en ciertos movimientos del hombro, que poco a poco fue menguando durante los siguientes meses hasta prácticamente desaparecer. De aquello no supe más hasta el pasado junio, en el que volvió el dolor, con bastante mayor intensidad y algo de limitación funcional, tanto en movimientos como en fuerza; sin embargo, fiel a mi falta de sentido común, continué escalando con la misma intensidad durante julio y mitad de agosto, o al menos con toda la que las molestias me permitían, hasta que en agosto decidí finalmente acudir al trauma, quien me mandó una resonancia magnética y una radiografía que mostraban una lesión "vieja" de Sachs-hill (hundimiento óseo) y una tendinosis del supraespinoso con pequeña rotura parcial.

Fue en ese momento cuando el miedo —no el sentido común— apareció y decidí aparcar los pies de gato —incluso unos Miura VS que están esperando ser estrenados— y acudí a un fisio recomendado por Geno (que continúa de baja por rotura del astrágalo, aunque progresa adecuadamente), con quien estoy muy contento, quien me indicó que el problema procedía de una descompensación muscular de la articulación del hombro, generando que éste fuese inestable y se adelantase a su posición natural. Desde la primera visita a finales de agosto, el progreso ha sido muy bueno, y únicamente me quedan algunas molestias en los movimientos límite de la articulación. Continúo con los ejercicios de rehabilitación/fortalecimiento tres/cuatro veces al día, y aunque Fernando no me quiere dar una fecha determinada, estimo que a finales de septiembre o principios de octubre podría estar de vuelta en la roca. Sin prisa, pero sin pausa.

Mientras tanto, aparte de los ejercicios que me ha mandado, ejercicio aeróbico para rebajar ese par de kilos que he cogido durante el verano. Elíptica de momento, pero barajando seriamente volver a calzarme las Vomero2+ y salir al río a correr, al menos durante lo que dure esta pequeña pausa obligatoria.

Imprudencias

Recordarán el post que publiqué hace una semana sobre la subida a la Pericondrio Tragal que hice con Alex. Una vez acabamos, bajamos a miradores a comer un bocadillo, y nos encontramos con dos escaladores que sobre las 14h habían comenzado a subir la pericondrio. Cuando comenzamos a observarlos, el primero había llegado a R1 y el segundo estaba a pie de vía. Entre prepararse y subir, tardó aproximadamente 45 minutos en llegar a R1. Ese mismo comenzó el segundo largo, pero se equivocó y se metió en la Poleo, significativamente más complicada, lo que hizo que tuviera que bajar y empezar de nuevo. Tardó lo suyo en llegar a R2, y su compañero también. Calculo que habrían transcurrido casi dos horas y media desde que habían comenzado a subir hasta que llegaron a la reunión previa a la travesía, ya que las pausas en las reuniones eran eternas. Ahí llegó lo interesante.

El primero de ellos comenzó a subir el tercer largo, pero al llegar a la tercera chapa, donde comienza la travesía, se detuvo. Tras unos cuantos minutos mirando la pared, bajó. Entonces subió el segundo, y llegó hasta la tercera chapa. Estuvo allí colgado más de media hora, tras lo cual les pegué un grito desde la otra pared para corroborar que estaban bien. Llevaban casi tres cuartos de hora allí y queríamos asegurarnos de que no había ningún problema. Contestaron que OK, y poco después el segundo proseguía la via... hacia arriba. Tras otro par de chapas, se detuvo, y algunos minutos después les indicábamos a gritos qué grado tenía la vía hacia arriba (6b+), cuál era el de la travesía de la pericondrio (6a+) y por donde seguía.

Tras otro cuarto de hora, ya cerca de las seis de la tarde, el que había estado examinando la pared se descolgaba de un maillon y comenzaban a descender la vía en rápel. En ese momento Alex y yo dejamos de disfrutar del espectáculo y recogimos bártulos.

De esta interesante experiencia se desprenden varias lecciones. Primero, que no es recomendable meterse en una vía de varios largos sin conocerla; en su caso, todo apuntaba a que desconocían cómo comenzar la travesía, los grados que tenían las vías de alrededor o las posibles reuniones adyacentes de las que descolgarse en caso de necesidad. No es que la pericondrio sea especialmente compleja, pero a 70 metros del suelo, mejor saber qué hay a tu alrededor. Además, la pericondrio tiene la particularidad de que al no ser totalmente vertical, abandonar a mitad del tercer largo puede ser un proceso largo y complejo.

Al no conocerla, seguramente no sabían que el sol empieza a dar en la pericondrio aproximadamente a las 14h, y eso a finales de julio (a pesar del viento que corre) no es nada recomendable (o sí lo sabían y les apetecía pasar calor). Por último, si no conoces una vía no puedes hacerte una estimación temporal de lo que la vía te puede llevar, que puede ser demasiado si el grado está cerca de tu nivel o tienes algún imprevisto. En su caso, calculo que fueron unas cuatro horas desde que salieron de pie de vía hasta que comenzaron a descender. Aunque los días alargan, de haberse metido en la travesía quién sabe a la hora que habrían llegado arriba. Por fortuna, aunque a las cinco y media algunas nubes amenazaban lluvia, no cayó ni una gota; de lo contrario, quizá los bomberos tendrían que haberles sacado de allí.

Claro que todo esto son especulaciones, ya que no hablé con ellos. Pero tras verlos allí arriba durante un buen rato sin saber hacia dónde tirar, estoy casi seguro de que no sabían dónde se habían metido.

Pericondrio Tragal (24/07/11)

Aunque la salida del fin de semana pasado estaba prevista para Vallat, al final las perspectivas climatológicas nos obligaron a movernos a Castellet, donde esas mismas perspectivas, ya materializadas, nos hicieron volver a Valencia antes de lo previsto. En cualquier caso, el día fue para olvidar, desde que salí de casa hasta que volví a entrar en ella; a pesar de pasarme el sábado vegetando, no sólo me encontré agotado toda la mañana sino que además el hombro estuvo dando guerra, lo que sugiere dos cosas: que la carga de trabajo de estas últimas semanas me ha pasado factura, y tengo que hacer algún ejercicio para el hombro. Esto ya me pasó hace unos meses y en aquel caso los ejercicios me fueron bien. Las vacaciones deberían hacer el resto. En cualquier caso, yo no venía a hablar de esto. Venía a hablar de la vía Pericondrio Tragal, que Alex y yo hicimos hace una semana y pico. La Pericondrio es una de las míticas vías de Montanejos, formada por cuatro largos: 6a+, 6a, 6a+ y V+, que sube por la esfinge que se encuentra frente a los miradores (dos o tres kilómetros pasado Montanejos si se viene desde Montán) y cuya principal característica es la travesía horizontal que hay en el tercer largo. Al menos en verano, hay que afrontarla por la mañana, ya que a partir de las dos de la tarde (aprox.) empieza a darle el sol, y como te pille en mitad de la vía con la solana, puedes acabar chamuscado, a pesar de que corre bastante aire que hace la estancia más agradable.

Alex y yo nos quedamos con ganas de hacerla tras el último paso por Montanejos y en especial en la zona enfrente de miradores, así que allá que nos fuimos. Tras salir de Valencia a las 8h, aparcar y recoger trastos, llegábamos a pie de vía aproximadamente a las 10h (las horas son aproximadas, extraídas de la información de las fotos).

Allí, aunque yo había salido el día anterior a Jérica y no me sentía con ganas ni fuerzas de meterme en un 6a+ sin calentar, Alex no me dió tregua y se tiró sin demasiadas dudas a por la vía. Eran las 10:15h aproximadamente. Si quitamos el componente psicológico de la travesía, este largo es el más complicado de los cuatro, y concentra su dificultad en los primeros pasos. Más adelante, el diedro y los árboles (sí, los árboles) hacen la escalada más fácil. Nótese que el primer largo tiene dos reuniones, que pueden verse en el croquis (primera imagen de todo el post). La primera reunión, que es la que Alex utilizó, no tiene un buen reposo y es incómoda por lo que seguramente sea la mejor para subir la vía de manera "independiente" y bajar; la segunda reunión queda unos metros más arriba y aunque no tienes visibilidad sobre el compañero es mucho más cómoda para subir al segundo.

El primer largo (y una de las fotos a continuación) confirmó lo que venía diciendo al principio: que necesito descansar y comer mejor, porque llegué realmente extenuado. En fin, que Alex llegaba a la reunión a las 10:32h y yo, ya de segundo llegaba once minutos más tarde, a las 10:43h. Allí estuve unos minutos y quizá por haber ya calentado, afronté el segundo largo más decidido y con más ganas.

El paso clave del segundo largo se encuentra en lo que es la reunión "alternativa" del primer largo. El truco para pasarlo dice así: "subes pies y tiras p'arriba", o "subes pies y buscas manos". Seguramente ya lo hayan oído alguna vez. Ese y el de "se escala con los pies, no con las manos" son los superhits de la escalada deportiva, sin duda alguna.

El segundo largo de la vía no tiene demasiados secretos, más allá del paso que indicaba. Más lento de lo que suelo escalar, a las 11:43h me plantaba en la R2 a esperar a Alex. En general, el equipamiento de toda la vía, aunque tenga ya su tiempo, es excelente, y apenas es necesario tirar de cintas o montar reuniones muy complejas.

Alex no tardó demasiado, a pesar de sus habituales quejas y lamentos, en llegar a la segunda reunión (que llamaré R2-1). También en este caso existe, no obstante, una reunión alternativa a la derecha que seguramente sea la propia de la vía (que se puede ver en el croquis anterior y a la que llamaré R2-2), a la que se llega tras pasar junto a un árbol, y que tiene una cómoda repisa para asegurar al compañero que afronta la travesía. Al igual que en el caso de la R1, la primera reunión (de las dos) permite mejor visibilidad sobre el compañero, mientras que la segunda es más cómoda. No obstante, el rozamiento puede hacer que asegurar al segundo desde la R2-2 sea algo incómodo, por lo que cada uno deberá pensar qué es lo mejor para cada él, en función de las fuerzas y el nivel del compañero que sube de segundo.

Dicho y hecho, tras algo de maniobra, nos plantábamos en la R2-2 a las 11:15h, donde se me puede ver revisando la "documentación asociada".

Tras unos minutos de relax, le tocaba a Alex encarar la travesía, todo ello, dicho sea de paso, sin magnesio, lo que para él es casi como escalar sin pies de gato, y no exagero. Así pues, a las 11:55h Alex encaraba la salida del tercer largo, cuyas tres primeras chapas suben en diagonal por una grieta, para luego ir durante cuatro/cinco chapas más de manera casi horizontal hacia la izquierda, seguir subiendo en diagonal y rematar la faena con un par de chapas en vertical; en alguna de las fotos se puede apreciar la travesía que domina la mayor parte del largo. Aproximadamente algo más de media hora después, Alex me gritaba "¡Reunión!" desde la R3, y tras un par de minutos para ponerme bien los gatos, empezaba mi calvario personal.

A nivel técnico, la Pericondrio concentra sus pasos más complicados en la salida de las reuniones: la salida del pie de vía, la del primer largo (asumiendo la reunión que está más arriba), la del segundo (asumiendo como reunión la del pie de la travesía), y la del tercero. Pero en comparación con las cuatro o cinco chapas que componen la parte más horizontal de la vía, sacar la salida de segundo fue relativamente fácil.

El problema de escalar de segundo o top rope si estás acostumbrado a escalar de primero es que es muy difícil mantener el mismo grado de concentración, porque eres consciente de que no puedes caer. He tenido fallos subiendo vías de segundo (para recuperar chapas, mirar la vía, montar una adyacente, etc.) que jamás habría cometido de primero, porque te juegas un vuelo. Y ese es uno de los problemas de la travesía: ir de segundo no te garantiza nada, sino que más bien, es algo contra lo que luchar. El segundo problema es que corres el riesgo de que si tu compañero no te entiende bien cuando le hablas, te pille y acabe tirándote, así que es importante dejar eso totalmente claro en la R2-2. Por último, y este fue mi principal error, hay que evitar pedirle a tu compañero que te coja cuando llegas a una chapa, porque eso te quita la tensión de encima y hace que te relajes. Salir de ese estado de relajación colgado de una chapa a 70m. del suelo me costó a mí al menos 10 minutos.

En realidad, y esto es algo que le he leído a más personas, la travesía no es, técnicamente, la parte más compleja de la vía. Tiene manos más que aceptables, pies mejores, y hay zonas en la vía mucho más "lavadas" que la travesía (en realidad, la Pericondrio no está tan lavada como cabría esperar, y excepto en quizá la salida del primer largo, es más que aceptable si lo comparamos con otras vías conocidas y frecuentadas de Montanejos o Chulilla). Su "problema" y a la vez atractivo es lo psicológico de la vía; no sé si es el componente aéreo, o cambiar la verticalidad por la horizontalidad, pero completar las cuatro chapas de la travesía fue lo peor (cuando estás en mitad del fregao) y lo mejor (cuando ya la has pasado) de toda la vía. También es importante destacar que una vez en mitad de la travesía, plantearse abandonar puede convertirse en un problema mucho más gordo que intentar acabar la propia travesía, por lo que lo mejor es no planteárselo y seguir hacia adelante, como sea. En realidad, no queda otra opción pero es un tema a valorar si te metes en la vía con alguien de cuya "fiabilidad" no estás muy seguro.

En fin, que tras sufrir lo mío contra la pared, a las 13h llegaba a la R3, y dado que apenas había gastado fuerzas, apenas unos minutos encaraba el último largo, que sale de un desplome que asusta más de lo que es.

El último largo no tiene demasiado secreto. Quizá la salida y los alejes de las chapas sean lo más relevante, pero se hace corto y se llega arriba rápido y fácil; a las 13:18h había llegado arriba y Alex, tras desmontar la R3, se plantó en R4 poco después, a las 13:30h.

Siendo mi primera vía de varios largos "seria", la verdad es que la Pericondrio Tragal fue una buena elección. No es particularmente difícil (6a+/6a/6a+/V+) ni larga (110m.), y está menos lavada de lo que yo me temía que pudiera estarlo (aunque obviamente, si estuviese menos lavada, mucho mejor). Aunque la acabamos en 3h15m, creo que calentando bien antes de la vía, con un poco más de decisión en la travesía y sin los periodos de reflexión, la próxima vez podríamos hacerla en 2h30m o quizá menos. Sí, ya sé que no es una carrera, pero es que yo soy así.

El día acabó viendo a dos insensatos sin demasiada idea ni sentido común intentando subir la pericondrio mientras nosotros les mirábamos desde enfrente, algo de lo que hablaré en otro post, y con la Guardia Civil advirtiéndonos de que en las vías pegadas a la carretera no se puede escalar sin autorización. Tras esto, cogimos los bártulos, nos tomamos algo en el Refugio de Montanejos, y volvimos a casa, con ganas de repetir la pericondrio... un año de estos :)

El mundo en el que vivimos

Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.

Ayn Rand

 

(A pesar de los sospechosos amigos de Correa, no estoy capacitado para opinar sobre la noticia de donde saqué la frase. Eso sí, en esta España de hoy, es fácil no sentirse identificado)