Dinero ¿fácil?

No sé si han visto o conocen ustedes el programa El juego de tu vida de Telecinco, que se emite en La Siete (que es para lo que algunas cadenas conciben esto de la TDT: para reponer antiguos contenidos). El programa concurso sigue la pauta habitual en la cadena de Vasile, esto es: morbo, morbo y más morbo. La única ventaja, si quieren verlo así, es que Belén Esteban no aparece, y vista la zafiedad y estupidez innata a la individua, eso es siempre un punto muy grande a favor.

El formato del programa, presentado por Emma García (menudo carrerón el de esta chica, entre esto y "eso" llamado Mujeres y hombres y viceversa), es el siguiente: los concursantes que desean participar se someten a una ronda de 200 preguntas conectados a un polígrafo, lo que en teoría indica si mienten o no. Tras esto, a aquellos a los que se les puede sacar más "jugo", acaban sentados en el programa, donde tienen que contestar a una selección de 21 preguntas, y donde la respuesta debe ser la que según el polígrafo corresponde a la verdad. Las preguntas se dividen en varias fases, donde el dinero que se gana tras una fase es significativamente superior al anterior, hasta los 100.000 euros finales. En cualquier momento el concursante puede plantarse, y se lleva el dinero ganado hasta el momento (es decir, lo que consiguió al completar la fase anterior), pero si se le pilla en una "mentira", es decir, con una respuesta diferente de la que el polígrafo indica que debería dar, pierde todo lo ganado.

Ni que decir tiene que las preguntas son especialmente escogidas para sacar cuanta más mierda mejor, y créanme que la basura que sale a la luz no suele ser peccata minuta; es de suponer que los afectados por las respuestas del concursante conocen todo o casi todo lo que se va a decir, porque en caso contrario no entiendo como en ocasiones continúan sentados y con una sonrisa en la boca. Especialmente hacia el final, las preguntas están pensadas para que el concursante no tenga claro qué respuesta dio en la fase del polígrafo, al estar basadas en creencias o intuiciones sobre las que una persona puede no estar convencida en absoluto. Además, a decir por algunas referencias, el uso que se hace de esto del polígrafo no está tan claro. Claro que esto no es Redes, así que nada de qué sorprenderse.

Para acabar, lo mejor —o lo peor, en realidad— de todo (y la razón de esta entrada, pero ya ven, me he liado), es ver hasta qué punto la gente es capaz de soltar mierda por la boca por cuatro míseros duros, adjetivo en este caso especialmente apropiado. Directamente de la web de Telecinco:

La estructura del concurso se divide en cinco fases. Las primeras seis preguntas integrarán el primer nivel: la sinceridad del participante le reportará 1.000 euros. El segundo nivel estará compuesto por cinco cuestiones y estará dotado de un premio de 3.000 euros. El tercer grado de dificultad constará de cuatro preguntas, cuyas respuestas serán recompensadas con 5.000 euros. Tres preguntas conformarán el cuarto nivel, que tendrán un premio de 10.000 euros.

Es decir, que para ganar 10.000 euros hay que contestar a 18 preguntas sobre todo tipo de prejuicios, intimidades sexuales, laborales, familiares y cualquier cosa que puedan imaginar. No sé si las preguntas están pactadas o si en ocasiones el propósito del concursante es comenzar una nueva vida (a veces esa parece ser la única razón lógica), pero si no es así, es inaudito hasta qué punto puede llegar la gente por ganar (no demasiado) dinero. Claro que como les decía antes, nada de qué sorprenderse.

Tráteme como un imbécil, me gusta

Esta mañana hemos llamado a Carrefour para ver si les quedaban existencias de una bici plegable que Laura tiene pensado comprarse. Cinco veces, sin éxito; nadie contestó al teléfono. Hace un par de días, tuve que llamar siete veces a Conforama para conseguir hablar con alguien que me diese la información que buscaba. Hasta cuatro veces el mensaje grabado aseguraba que todas las operadoras se encuentran ocupadas, y unos minutos después la llamada se cortaba; las otras dos veces ni siquiera aparecía la locución. De la calidad de atención al cliente de las operadoras de telecomunicaciones no hace falta hablar; de cualquier pregunta podemos obtener una docena de respuestas diferentes, que a menudo se contradicen entre sí. La atención al cliente de Mediamarkt, sobre todo post-venta, es famosa por su baja calidad. Imagino que hay más, pero ahora mismo, son esas las que me vienen a la cabeza.Soy el tipo de persona que si tardan diez minutos en atenderme en una terraza, me levanto y me voy; si en una tienda me dan un mal servicio, me lo pensaré muy mucho para volver a comprar allí. Creo firmemente que la atención al cliente es uno de los pilares fundamentales para cualquier negocio, y principalmente para aquellos cuyo público objetivo es el ciudadano de a pie. Sin embargo, empresas como las mencionadas al principio pueden permitirse mantener unos niveles de calidad en la atención al cliente bastante deficientes y aún así conseguir que sus ventas no se vean afectadas directamente por ello.

Todo apunta a que no tenemos la misma tolerancia a la mala educación en un pequeño comercio que en una gran superficie. Quizá hemos asumido que en cierto tipo de multinacionales la atención al cliente es mala de por sí y simplemente vivimos con ello, o pensamos que los canales de atención al cliente deberían estar mejor cuidados según la concepción que tenemos de una gran empresa; no obstante, Internet nos está demostrando que muchas empresas viven de espaldas a lo que los usuarios hablan de ellas. Mal hecho, porque aunque las ventas en este tipo de organizaciones no se resientan por ello, desprecian un amplio margen de mejora.

Quizá es que estos grandes comercios han comprobado que la atención al cliente no es tan importante cuando existen otros aspectos de valor añadido que atraen a los consumidores, como pueden ser el precio o la concentración de productos . Dicho de otra forma, tiendo a pensar que nos traten mal si el producto es bueno y barato nos importa más bien poco; nos pondrá de mal humor, pero no evitará que volvamos a comprar otro día. Esto me hace cuestionarme cuál es el coste real en términos económicos y humanos de una buena atención al cliente; ¿cuánto cuesta y cuál es el beneficio de que un empleado haga su trabajo y además responda o trate a los clientes con amabilidad?

Por último, una tercera opción es la ausencia de alternativas reales de empresas que ofrezcan el mismo servicio al mismo precio con una mejor atención, algo que puede observarse en el caso de las telecos. Cualquier teleco nace con el peso de pertenecer a un sector en el que lo normal es tratar al cliente como si fuese imbécil y le corresponde a ella demostrar que no es así.

Por tanto, ¿están los efectos de la atención al cliente limitados a aquellos pequeños comercios cuya competencia es más feroz? ¿Tienen algo que temer los demás? ¿Somos demasiado tolerantes y permeables a la estupidez de los servicios de atención al cliente de las multinacionales?

El taller es tu amigo

Hace aproximadamente dos años, en una revisión de mantenimiento del coche, el mecánico del taller oficial de Renault al que había llevado el coche los últimos cuatro o cinco años me indicó que los discos de los frenos estaban ya bastante gastados y habría que cambiarlos en la próxima revisión. Unos meses después, al sustituir los neumáticos delanteros, el técnico de Norauto me advirtió de exactamente lo mismo. Así que hace cosa de tres meses, 15,000 kilómetros después de aquella primera revisión que les comentaba, llevé el coche al mismo taller de siempre para el cambio de aceite, filtros y asuntos varios, e incidí en que mirasen los dichosos discos de freno, por si fuese necesario cambiarlos. El jefe de taller, un hombre que vive permanentemente estresado, me dijo que estaban bien.

Dejemos eso ahí. Desde hace aproximadamente un mes el coche me venía haciendo un ruido extraño al rodar a más de 50 km/h, así que por seguridad y pensando en las consecuencias de perder una rueda en plena autovía a 120 km/h, lo volví a llevar al taller. Una cosa es que el aire acondicionado no vaya, y otra que el coche no frene cuando tiene que hacerlo; no es lo mismo, que diría Alejandro. Pero esta vez, sospechando que el problema pudiera haber sido estado relacionado con la última visita al taller Renault pero aun así éstos no quisiesen aceptar su culpa, lo llevé a un taller que hay justo delante de mi trabajo. Mucho más cómodo, al menos, dónde va a parar. Allí no sólo detectaron que el ruido provenía de un rodamiento fastidiado, sino que me advirtieron de la necesidad de cambiar los cuatro discos de freno, que efectivamente estaban para cambiar, tras casi 90,000 km, tal y como me enseñaron.

¿No les parece que es una bonita forma de perder clientes, en estos tumultuosos tiempos de crisis, desaceleración o precipitación económica?

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El resto de la entrada, ¡que lo haga otro!

Escalas de importancia

John Clancy, portavoz de Desarrollo del Ejecutivo comunitario ha dicho que "estamos ante una situación humanitaria crítica", en referencia a la situación de al menos 250.000 personas desplazadas por el conflicto en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Por su parte, Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidad, dice que se trata de "una crisis humanitaria de proporciones catastróficas". Por ello, la CE ha aprobado una ayuda de emergencia de 4 millones de euros, más otros 12 millones procedentes de los Fondos Europeos de Desarrollo.

Las comparaciones son odiosas, ¿eh?

Doblaje y snobismo

Hace ya unas cuantas semanas leía en el blog de Hernan Casciari en ElPaís.com, Espoiler, una defensa a ultranza de los subtítulos, o mejor dicho, un ataque en toda regla contra el doblaje al castellano de series y películas anglosajonas (aunque imagino que el argumento es extensible a cualquier nacionalidad). La entrada es esta. Lo cierto es que lee uno la entrada y el número de defensores de la versión original subtitulada es apabullante. Hasta hay alguno que además de decir que no sabe demasiado inglés, apuesta por la versión original, sin subtítulos, antes que doblada. Toma ya. Aunque no entienda ni papa. Jódete Mariano.

Empecemos por el principio: por las series en versión original sin subtitular; tal y como las ven al otro lado del charco. Estarán al tanto de que en este país al menos, la mayor parte de la gente tiene un nivel de inglés cuanto menos discutible (utilizar las películas como vehículo de enseñanza del idioma anglosajón es otro tema). Y de aquellos que tienen un nivel "decente" de inglés, bastantes serían incapaces de entender una parte significativa de las películas y series en versión original; una cosa es chapurrear cuatro frases con otros europeos, y otra cosa entender a un nativo americano; están los chistes, las jergas, las ironías, y sobre todo, los acentos y voces de los personajes (que viene a ser el principal argumento de los no-dobladores). En definitiva, si no hablan despacio y vocalizando, a muchos afroamericanos simplemente no les entiendes. Justo lo mismo que los escoceses, pero esos da igual cómo hablen: no hay manera de entenderlos. He vivido en Atlanta y créanme que hay gente que a veces es como si hablasen otro idioma; de hecho, a mi me da que lo hablan.

Pasemos al subtitulado. Para todo aquel que sepa algo de inglés, es obvio que en no pocas ocasiones el subtítulo no recoge todo lo que dice el personaje, sino tan sólo lo básico: lo que cabe en dos líneas, por una simple restricción de tiempo y espacio. Y no quiero decir nada de cuando hablan varias personas a la vez o se trata de una conversación rápida. Tampoco dejemos de lado el perjuicio hacia la fotografía de la serie/película o el hecho de que los subtítulos que uno puede encontrar no son habitualmente elaborados por profesionales sino por aficionados, cuyas traducciones dejan a veces mucho que desear. Entiendo que haya gente que prefiera subtítulos, pero que alguien haya dejado de ver una película o una serie (Dexter parece ser el paradigma de la queja en este aspecto) porque no le gusta una voz, me parece de lo más ridículo. O si quieren, de lo más snob, que viene a ser "pijo" en castellano. O de lo más chorra.

Dice Hernán en su última entrada que hasta ahora no había visto The Sarah Silverman Program porque no había encontrado subtítulos para dicha serie, y que ahora que la ve doblada, "es imposible reírse, a causa del dolor de oídos que provocan las palabras tíos, guay, chachi, etcétera, en un contexto de judíos de Nueva York". Hernán no sabe inglés, tal y como ha admitido más de una vez; me gustaría ver qué aportan un montón de voces por lo general incomprensibles a la gracia de una serie. Pide por ello una versíón original subtitulada, a lo que yo me pregunto: ¿la V.O.S. no incluirá las palabras anteriores? Si no lo hace, ¿cuáles incluirá? Y si lo hace, ¿son más tolerables por estar escritas y no ser habladas? (claro que en este caso particular y para esas palabras, todo el mundo sabe, qué significa cool o guy).

Joan Planas —no pongo el enlace porque su escritura parece aborrecer los puntos y me disgusta profundamente— argumenta que el doblaje modifica la obra original, en lo que estoy de acuerdo. Claro que sí, pero una pintura y una película o un libro no son equivalentes; simplemente, no se trata de lo mismo. Porque básicamente lo mismo que el doblaje hace la traducción de un libro, y seguramente él no lee libros en inglés. Por no mencionar que no estamos hablando de inglés académico, al que muchos estamos acostumbrados por literatura técnica o "para todos los públicos"; existe una diferencia evidente y muy notable entre el vocabulario de una simple novela de bolsillo y el de un libro universitario. Deberían ustedes hacer la prueba, y verían las evidentes lagunas de vocabulario y expresiones que tienen.

No negaré que ambas cosas tienen sus ventajas. Yo personalmente sé el suficiente inglés para reconocer cuándo un subtítulo se está comiendo una frase, pero no para entender un chiste o jerga específica (¿cuál es el término inglés para "maromo"? ¿Y para "madero"? ¿cuántas formas de decir "cagar" o "pene" conocen en castellano? ¿Y en inglés?), por mucho que a Hernán un doblaje le produzca urticaria. Si no tengo una serie o película doblada, la veo subtitulada. En caso contrario, la veo doblada. Creo que el tema no es tan grave, sino que es simplemente mucho ruido y pocas nueces. Sólo hay, para acabar, una excepción a todo lo que he dicho, y es básicamente porque las conversaciones son lo de menos. Esa excepción, como imaginarán, es el porno.

¿Cuál sino?

Duros a cuatro pesetas

Ayer veía en televisión uno de esos reportajes "de investigación" a los que tanto se están acostumbrando los telediarios, en el que investigaban el timo de las ventas piramidales. Cámara oculta "al hombro" entraban en una reunión en la que los listillos de turno intentaban colocarle a los asistentes los productos que según ellos, se venderían como rosquillas. Según comentaba la periodista en el reportaje, un pobre hombre afirmaba que había llegado a perder hasta 30.000 euros en este tipo de "inversión", mientras en la reunión un individuo trajeado vacilaba al respetable diciendo que antes él era albañil.

Tengo sentimientos encontrados con este tipo de situaciones, y en realidad con cualquier timo que implique aprovecharse de alguien que a su vez cree estar obteniendo un beneficio "no habitual", por decirlo de alguna forma; el caso paradigmático por supuesto es el timo de la estampita, y uno relativamente reciente, aunque menos escandaloso, el del Fórum Filatélico. Por un lado, estoy de acuerdo en que el Estado tiene que intervenir y evitar estos abusos por parte de unos "listos", y principalmente en aquellos casos en los que los "productos de inversión" tienen un respaldo legal, lo que transmite una falsa sensación de garantía al usuario. O algo así.

Pero, por el otro lado, cuando alguien decide invertir una suma de dinero en organizaciones de venta piramidal, es porque habitualmente se le promete que obtendrá una rentabilidad por su inversión superior a la que obtendría en el mercado utilizando cauces financieros más "tradicionales" (claro que el tema ahora no está como para ir metiendo el dinero en fondos de inversión). En definitiva, lo que intenta es comprar duros a cuatro pesetas, cuando todo el mundo sabe, o debería saber, que nadie vende duros a cuatro pesetas. Y cuando lo hace, es porque a) se trata de un timo, o b) hay una prima de riesgo significativa asociada a la inversión y que es conveniente no ignorar.

Definitivamente, igual que no me inspira mucha compasión el pobre idiota que compra un sobre lleno de estampitas a un hipotético tonto de pueblo, tampoco lo hace el que compra un lote de jabones pensando que en unos meses habrá ascendido por la pirámide y estará ganando "una pasta", ni el que invierte en sellos porque le da una rentabilidad mucho mayor que un depósito a medio o largo plazo "clásico"; en general, vienen a ser personas que buscan dar "el pelotazo". Bien pensado, compasión no tengo hacia ninguno de ellos (cada cual que haga con su dinero lo que quiera pero que apechuge con lo suyo si el "chollo" sale torcido), pero por los que vienen llorando cuando el riesgo se materializa y la inversión se pierde lo que no tengo es mucha simpatía.

Arriba las manos, esto es un atraco

Laura está muy indignada, por llamarlo de alguna forma, por todo lo que está pasando con la economía mundial, y en especial, con los planes de rescate de los bancos. Al final, después de muchos discursos retóricos y alguna vacilación más de cara a la galería que otra cosa, hemos acabado llegando al estadio de aceptación, y se ha producido eso llamado privatización de los beneficios y socialización de las deudas. En el camino, todos los estamentos han dejado suficientemente claro que el dinero, las ayudas y todas las medidas aplicadas son para la banca; que los beneficiarios directos de todo esto son ellos, aunque "lo lógico" (según Solbes) es que indirectamente repercutan en las empresas y los ciudadanos (evidentemente, si la lógica tuviese algo que ver en todo esto, no estaríamos donde estamos, pero para qué vamos a entrar ahí).

Porque ese es todo el impacto que cabe esperar sobre la economía real; no se ha visto, al menos a este lado del Atlántico y más allá del comentario particular de reputados economistas, ninguna propuesta política que vaya específicamente enfocada a mejorar directamente la situación económica de los ciudadanos y/o de las empresas. Laura se preguntaba anoche qué tipo de socialismo es ese en el que el Estado facilita a la banca un fondo de 30000 millones de euros a la vez que su ministro de Economía dice que "no es labor del Gobierno decirle a los bancos cómo manejar su cartera". Yo creo, a la vista de los acontecimientos, que en este caso particular esa debería ser precisamente la tarea del Gobierno.

Claro que a nosotros los españoles nos queda la estúpida, pero muy frecuentemente mencionada, satisfacción patriótica de que el banco Santander está comprando a precio de ganga medio mundo financiero, y el consuelo de que tenemos un sector financiero saneado, y si los bancos van bien, entonces todo debería ir bien. Desgraciadamente, de lo primero no siempre se deriva lo segundo. Un aspecto interesante de esta crisis, y que ha sido uno de los principales mecanismos utilizados por el sector financiero, es la aplicación constante de una efectiva política del miedo, por la que se ha allanado el camino de las ayudas estatales; la sociedad ha acabado creyendo, por miedo a unas consecuencias que nadie conoce, que no se puede dejar caer a la banca. Como bien indicaba El Jueves, los ricos son ahora los nuevos terroristas.

Leía este mediodía en Invertia un artículo de opinión de Luis Aparicio Pérez titulado Rescates, engaños y mantenimiento del status quo, que viene a corroborar porqué todo seguirá igual después de toda esta crisis financiera, en la que, a diferencia de la del 29, no se ha visto ningún suicidio ni tampoco prácticamente ninguna dimisión, sino más bien al contrario, multimillonarias indemnizaciones. Aunque les recomiendo que lean todo el artículo, que señala la evidente falta de criterio del BCE (y que les apunté hace unos días) que supone bajar los tipos medio punto una semana y pico después de reunirse y decir que todo va bien (y más adelante ya veremos), les dejo con los dos últimos párrafos, que son especialmente lúcidos señalando porqué aquí no pasa nunca nada.

 

«Después de estos engaños formulados por catedráticos y políticos en cumbres serias y rapidísimas, las soluciones que ofrecen se limitan a mantener el status quo que ha permitido esta situación catastrófica para las finanzas mundiales. Nadie pide responsabilidades y el objeto del salvamento se centra en las entidades que las han causado y no en los afectados. Sinceramente, todo suena a un vacile bananero para confundirnos con el precedente de un miedo irracional que nos puede y podría hacernos perderlo todo.

Tranquilos que aquí no ha pasado nada. Todos seguirán en sus puestos con su fino análisis, con sus excelentes órganos de supervisión y con sus sabelotodos directores de la política monetaria. Hay que mantener a toda costa el status quo porque el más simple de los análisis obligaría en primer lugar a los políticos a ofrecer sus poltronas en la plaza pública.»

 

No teman. En unos meses, volveremos al discurso del libre mercado y aquí no ha pasado nada; la gente olvida con rapidez y más si va con el agua al cuello, que es como debe ir.

Por sus actos los conocerás

¿Se acuerdan de que el otro día les comentaba que no contasen con otra bajada de tipos de medio punto a corto plazo por parte del BCE? Pues bien, Citi dice que en breve —antes de noviembre— podríamos ver otro recorte de medio punto, y que para mediados de 2009, volveremos a la senda del 2%. La predicción a largo plazo no tiene sentido hacerla en un escenario como el actual, por muy sensata y lógica que parezca —los analistas tienen que justificar su sueldo—, pero a corto, no son los únicos que están apuntando a dicha bajada. Mientras tanto Trichet, en un rincón, niega con la cabeza y pone muecas mientras dice que hay que dejar madurar las decisiones anteriores.

Al mismo tiempo, muy muy lejos de allí, los miembros del G-7 se reunían en una de sus típicas reuniones de urgencia, para charlar un rato, echarse unas risas y declarar al unísono que no saben qué hacer tomarán las medidas que sean necesarias, dejando claro una vez más —y las que quedan— que aparte de emitir comunicados de cara a la galería, son incapaces de llevar a cabo cualquier tipo de iniciativa efectiva para arreglar este desaguisado; al fin y al cabo, los políticos nunca no hemos distinguido por nuestra capacidad para solucionar problemas, seguro que se dicen unos a otros, y de eso tenemos buenos ejemplos patrios; con la mierda cayendo del cielo a cubos, el PSOE parece más interesado en seguir "discutiendo" con el PP sobre la etimología del término "crisis", que en arreglar esto.

En el plano bursátil, lo mismo de estos últimos días; las bolsas europeas cayeron ayer a plomo una media del 8%, con el Ibex 35 llevándose el premio gordo con una caída del 9,14%, mientras que el Dow Jones daba la sorpresa y se dejaba "sólo" un 1,5%. Por último, tenemos al petróleo cayendo a mínimos anuales, por el tema de la recesión, las expectativas y el consumo, pero no se preocupen que la OPEP ya está pensando en montar una reunión de urgencia para recortar la producción, y evitar que el precio del crudo baje demasiado. Así que bueno, ya veremos cómo va esta semana pero como les decía ayer, pase lo que pase es difícil sorprenderse ya.

Dejando de lado el tema económico, ayer veía en televisión que Gallardón, acompañado de Ana Botella, ha prohibido a partir de principios de 2009 los hombres-anuncio en la capital, por considerar que dicha actividad es vejatoria y ataca a la dignidad de las personas. Como lo oyen. Si hay alguien en este país a quien le importa un rábano la dignidad de las personas, esa es Ana Botella, y más aún si son pobres (ya que entonces no son personas). Dejando aparte consideraciones personales sobre esta señora no carentes de relevancia dada su inclinación política hacia la extrema derecha, hacía tiempo que no oía una idiotez semejante en boca de un político, y decir eso con la clase política que tenemos y lo que le gusta hablar, es mucho decir. Son ellos y sus gilipolleces quienes atacan, pero no a la dignidad, sino a la inteligencia de las personas.

La cuestión es que si tanto les preocupa la dignidad de sus ciudadanos, algo que me niego a creer (porque como es obvio, esto es un tema de imagen de la ciudad, y puedo imaginar a los consejeros de turno buscando la excusa para justificar una prohibición así), podrían empezar, antes que por los hombres-anuncio, por las condiciones de las personas que malviven en el poblado de las Barranquillas o por las de los miles de "sin techo" que hay en Madrid. De su manifiesta incapacidad para arreglar esas situaciones, a cualquier malpensado podría darle por pensar que los que se esconden en un descampado, debajo de un cartón o en un banco del retiro no tienen dignidad. O a lo mejor que para el ayuntamiento de Madrid no son personas.

¡Circulen, vamos, aquí no hay nada que ver!

Buenos días. ¿Saben aquello de que cuando todo es urgente, nada es urgente? En mi entorno laboral, esa frase le gusta mucho a mi jefe, y es básicamente, cambiando el enfoque, lo que pasa estos días; no es que no haya noticias, sino que hay tantas que son tan gordas que no hay nada que destaque sobre las demás. Que sí, que el Dow Jones cayó ayer más de un 7%, y eso sería una noticia bomba en un entorno "normalizado", pero en este, es una más del montón. A estas horas las bolsas europeas se dejan más de un 8% cada una, el euribor ha bajado todo lo que subió ayer (es pronto para asegurar que sea el principio de una tendencia, aunque la bajada del interbancario a una semana ha sufrido una bajada significativa), y a Reino Unido le parece mal, muy mal, el corralito financiero islandés, mientras su primer ministro saca pecho, viva el liberalismo, de su estrategia de nacionalización parcial de la banca (hagan ustedes lo mismo, dice). El caso es que vamos camino de no sorprendernos por nada, porque nadie sabe qué puede pasar mañana o la semana que viene: si habrán subidas o bajadas del 10%, si de repente un gran banco se irá al garete, si al BCE le dará por bajar otro medio punto (bueno, no cuenten con esta), o Alemania nacionalizará el Deutsche Bank. Así que qué quieren que les cuente; todo va, más o menos, sobre ruedas... de camino al precipicio.

Porque esa es otra de las impresiones que empiezo a tener, y que viene descrita por la siguiente viñeta, perteneciente a la —genial— serie sobre la crisis que Manel Fontdevila dibuja para Público:

Es decir, que esto viene a ser el huracán, con su cobertura mediática y su correspondiente seguimiento y predicciones meteorológicas, pero que cuando éste se vaya, porque se irá, será cuando tengamos que enfrentarnos de verdad a las consecuencias de su paso. Y entonces ya no habrá medios de comunicación ni telediarios que abren hablando del Dow Jones; la bolsa y los bancos irán bien (o como mejor puedan), y todo volverá a la silenciosa normalidad de siempre, excepto para un montón de gente que ya no son noticia. Porque, ¿cuánto hace que oyen la palabra "Katrina" en las noticias? ¿Creen que es porque allí todo va de rositas?

Les dejo, para acabar, con un nuevo vídeo de "The Last Laugh" de George Parr (subtitulado), parte del cual colgué hace unas semanas (dicha entrada ya no está disponible públicamente) y que explica en clave de humor qué está pasando y de dónde vienen estos lodos. Espero que lo disfruten.

Buen fin de semana a todos, y no olviden salir con botas de agua.

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No hace falta que lo diga, pero por si no lo saben, a Bloglines no le gusta este blog a pesar de mi insistencia para que solucionen el problema que tienen. Si a ustedes sí (les gusta), les recomiendo utilizar otro lector de feeds.

Cómprame un poco de confianza, que la tengo baratita

He de admitir que después de la bajada de tipos de ayer, esperaba que ésta se tradujese mínimamente en el euribor, pero como sabrán, no sólo no ha tenido la más mínima repercusión sino que el interbancario ha vuelto a subir; qué le vamos a hacer. Es cierto que gran parte de la medida entra el vigor el próximo día 15, pero hubiese sido razonable esperar una tímida bajada. En realidad, lo que viene esto a demostrar es lo mal que está el mercado de la confianza.

También me ha sorprendido que sólo una semana después de la reunión del BCE, en la que mantuvieron tipos en el 4,25% y admitieron entre dientes que la inflación se estaba moderando y los riesgos para el crecimiento estaban incrementándose, por lo que quizá hubiese una próxima bajada de tipos, digan ahora a las claras que el tema está negro, bastante negro. No sé si es una forma de justificar una acción que no estaba prevista (el BCE siempre ha sido reticente a dar sorpresas), pero da la sensación de que todos los analistas que avisaban de que el BCE llegaría tarde con su empecinamiento en no bajar tipos van a acabar teniendo razón. Veremos si el día 15 hay algún cambio, aunque yo no apostaría nada a ello.

Ayer le explicaba a un amigo qué es el interbancario y porqué está tan alto, y la verdad es que es una situación muy similar a la que se le presenta a uno cuando va a pedir una hipoteca. Te presentas ante el tipo del banco, y después de mirar tus "papeles", te dice —si te la da, claro— que te puede ofrecer euribor más un diferencial de nosecuánto. Si el diferencial es alto, lo que te está diciendo es que no se acaba de fiar de tí (¿oye chaval, y avales no tienes por ahí?), y si es bajo, que daría su brazo por tu solvencia (seguramente hay a estas alturas mucho director de caja de ahorros sin brazos, visto el dinero que deben los promotores a las cajas). Pues lo que pasa en Europa es algo parecido, sólo que nadie da un brazo por nadie, y claro, así vamos, con los diferenciales por las nubes.

Otra cosa curiosa, aunque no se hagan ilusiones, es que el consejero del BCE, Bini Smaghi, en una entrevista concedida al diario económico Il Sole 24 Ore, ha dicho que "es necesario, por medios legislativos o a través de acuerdos privados, atar la tasa de hipoteca a la tasa de referencia del BCE en lugar de la euribor", lo que es bastante lógico. Es básicamente un reconocimiento de que el euribor no refleja ya aquello para lo que se pensó, sino que ha pasado a ser más un índice de la "desconfianza bancaria", si quieren llamarla así, desconfianza que acaba repercutiendo en las hipotecas, préstamos empresariales y etc.

Islandia ha suspendido la negociación de la bolsa de Reykiavik, está pensando pedir ayuda al FMI y ya ha nacionalizado tres bancos. Reino Unido va por el camino de la nacionalización. Rusia simplemente ha cerrado la bolsa hasta nuevo aviso. España está a la espera que la CE le diga qué le parece lo de los 50.000 millones. Alemania ya ha aparcado la hipocresía del discurso del libre mercado, ante los problemas de Hypo Real Estate, e intervendrán en lo que haga falta. Francia, qué decir; lo nacionalizarían todo, si les dejasen. En Holanda y Bélgica, ya han tenido sus buenos sustos. En Italia, Unicredit parece que ha salido de la UCI y respira. Por no hablar de EEUU y sus 700.000 millones. Mientras tanto, el BCE, la Fed y otros tantos están más perdidos que un bastardo el día del padre.

Es curioso este mundo que estamos viviendo. Los socialistas, abogando por un libre mercado que les dé a los bancos lo que se merecen, y los capitalistas, pidiendo la intervención estatal a gritos. No desesperen, todavía queda mucho por ver. Nada más. Buen fin de semana, si no nos vemos mañana.

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Como habrán comprobado, Bloglines sigue sin ir y pasa de mí (please allow two days my ass).

De bancos y utopías

Desde que soy pequeño, siempre he tenido una morbosa curiosidad por la flexibilidad de las cosas. Dicho de otra forma menos fina, siempre he sido amante de doblar pequeñas piezas de plástico y comprobar su resistencia... hasta que por lo general acaban por romperse sin remedio. He de confesarles que con esto de la crisis financiera, y sin querer parecer frívolo, me ocurre algo parecido. Tengo realmente interés por saber si esto seguirá así durante un tiempo y luego volveremos a lo de siempre, o acabará por romperse de una vez por todas.

Desde un punto de vista, el problema es que, al menos en el caso del plástico, una vez rota, no suele haber marcha atrás, por mucho que en televisión anuncien las bondades del Super Glue; por mucho que uno lo intente, a los diez minutos de secarse el pegamento, la pieza vuelve a separarse en dos y se queda así para siempre, abandonada en un cajón o tirada a la basura. Pero visto de otra forma, aunque tras la dichosa rotura solía venir un período traumático, cuya tensión y longitud era proporcional a la importancia de lo que había roto, al final todo volvía a ser lo mismo. En el peor de los casos, escondía la pieza o simulaba una rotura accidental, y en el mejor, son cosas que pasan. Semanas después, cuando me abordaba la curiosidad, volvía a hacerlo; hoy en día aún lo hago con el rabillo de las tapas de los bolis Bic.

Les debo confesar que hace ya unos años, en mi época más idealista y hablando con mi padre sobre temas sociales, siempre tenía la impresión de que la única forma de que este mundo cambiase de una vez por todas era que la soga empezase realmente a ahogar a la gente; que se generase una situación límite, que permitiese a las personas adquirir conciencia de su situación vital y les incitase a actuar en consecuencia. Por suerte o por desgracia, ahora ya no soy tan idealista ni creo lo mismo. Aunque todo esto se rompiese hoy, con las bolsas mundiales cayendo en picado (y apuesto a que el BCE comiéndose las uñas por bajar o no los tipos de interés), o mañana, o el mes que viene, me juego con ustedes la mano derecha a que dentro de cinco años todo seguirá básicamente igual, en lo que a índices de pobreza y distribución de la riqueza a nivel mundial se refiere. Vivimos en una sociedad triste y mayoritariamente alienada, y ajena a tejemanejes financieros y políticos; dejando aparte los mecanismos de autoprotección que el propio sistema tiene, tensar la soga sólo sirve para lo que sirve: para ahogar a las personas.

Lo bueno, si es que hay algo bueno en todo esto, es que la gente muerta no paga sus deudas, y eso tampoco interesa. Claro que aunque se dice que dios aprieta pero no ahoga, de los bancos no sabe uno qué pensar.

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Actualización 13:30h: Cuando no les quedaban uñas, el BCE, la Fed y el Banco de Inglaterra han decidido bajar a la vez los tipos, medio puntito, que no es poco... Muy bueno El Economista, que lo anticipaba a primeros de la mañana.

Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros (A. Merkel)

Lo bueno que está teniendo esta situación, si es que puede decirse que haya algo, es que está retratando, uno tras otro, a todos esos que ponen el grito en el cielo día sí día también, clamando por el advenimiento del libre mercado. Que viene a ser, básicamente, la práctica totalidad de la clase dirigente del primer mundo, tanto económica como política (como si fuesen cosas diferentes). Pero en realidad, mucha libertad de movimiento de capitales, mucha libre competencia, pero cuando vienen dobladas, el discurso se cambia y donde dije digo digo Diego.

Una de las últimas en comerse sus palabras con patatas ha sido nada más y nada menos que Angela Merkel, la canciller alemana. La semana pasada puso el grito en el cielo cuando Irlanda decidió unilateralmente garantizar todos los depósitos de su país, de modo que no hubiese un límite al dinero que un cliente recuperaba cuando un banco quiebra. Lo cierto es que esto tiene su lógica, ya que como leía el otro día en un artículo que no he conseguido localizar, no parece muy justo que si un banco quiebra, nos devuelva sólo 20,000 euros pero nos exija el pago de toda la deuda. Claro que por el otro lado, quien al final debe acabar pagando esos depósitos es el ciudadano, tenga o no depósitos; aunque yo no consideraría esto como socialización de pérdidas sino más bien como una ayuda a los "damnificados". El banco, que se hunda, pero no con el dinero de sus clientes.

A lo que iba. Hace sólo una semana, Merkel invocaba al dios del libre mercado y la libre competencia para condenar la medida irlandesa. Pero cuando ha visto que el plan para rescatar de la quiebra al banco hipotecario alemán Hypo Real Estate no ba a ser tan sencillo como en un principio se planteaba (hace un par de días, los bancos privados que se habían ofrecido para el rescate se retiraban, aunque a estas horas las cosas han vuelto a cambiar), y que el escenario de incertidumbre actual puede trasladarse a la población y a otras entidades bancarias, ha decidido "discretamente" cambiar de discurso, comerse sus palabras, y pasarse por el forro la libre competencia, el libre mercado y todo lo que sea necesario. Todo, como verán, muy político.

(Por supuesto, la cita del título no es de Merkel, sino de Groucho Marx)

Ahora sí tenemos un plan

No se quejarán. Dicen que a la tercera va la vencida, pero en este caso han hecho falta sólo dos para que el Congreso de los States aprobase finalmente el plan de los 700.000 millones de dólares, con la oposición de 171 congresistas, que no son pocos. Al final han acabado por introducir algunas modificaciones que al menos "compensan" a los ciudadanos —si es que eso es posible— del varapalo económico que supone pagar las irresponsabilidades financieras, por llamarlas de alguna forma, de un montón de multimillonarios que después de esto seguirán teniendo un trabajo multimillonario y una vida de multimillonario; hay cosas que no cambian, ya lo ven.

Lo mejor de todo esto es que nadie tiene demasiado claro si gastarse tanta pasta va a servir de algo; dentro del mundillo financiero, hay tantas opiniones relevantes a favor como en contra. Y no hablo de evitar la recesión; como dije el otro día, los Estados Unidos están casi predestinados a ella, justo igualito que Europa. Algo que por cierto, y aunque parezca un contrasentido, podría aliviar la situación económica de España: no es lo mismo entrar en recesión en solitario que acompañado de los franceses y quién sabe si hasta de los alemanes. Las necesidades franco-germanas y una posible bajada del crudo por las menores expectativas de crecimiento (y por tanto de la demanda) debería impulsar una reducción de la inflación hasta "niveles BCE" (ya saben, cerca del 2% pero siempre por debajo), y eso a su vez una bajada de tipos a niveles del 3% que redujesen la carga hipotecaria del españolito medio, reduciendo la morosidad bancaria e incrementando el consumo. Siendo como somos anticíclicos (estábamos en la cresta de la ola cuando parte de Europa hacía lo posible por no hundirse), una recesión mundial no tiene porqué venirnos mucho peor que meternos nosotros solos en ella. Y aunque esté jugando al cuento de la lechera, quizá hasta sea nuestra mejor opción.

Voy a ir acabando, que es viernes y no quiero aburrirles. El caso es que el plan aprobado debería, en teoría, disipar muchas dudas sobre los muertos que aún esconden los bancos, y aportar transparencia (que en estas circunstancias al menos es lo mismo que confianza) al sector financiero. Esto, ayudado por las palabras de Trichet ayer, donde admitía que hay una posibilidad muy real de bajada de tipos (ya les dije que octubre era pronto), puede hacer que el interbancario (aka euribor) vuelva a niveles normales en unas semanas. De todas formas, nadie sabe qué pasará el lunes, así que mientras tanto olvídense un poco de la hipoteca, si la tienen, y pasen un buen fin de semana.

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Por cierto. Bloglines sigue sin actualizar su feed de Unsociability y a mí no me hacen caso (please allow two days y una leche). Les ruego que mientras dure esta situación, accedan directamente al blog o utilicen otro lector. Como suele decirse, gracias y disculpen las molestias.

Seguimos teniendo un plan

Buenas noches. Seguimos con economía, que parece que gusta, y todo apunta, según las noticias que van saliendo, a que el Congreso Senado de los Estados Unidos finalmente dará el visto bueno esta tarde —allí— a la versión 2.0 del plan de rescate de Henry Paulson, y presumiblemente el Congreso haga lo propio pasado mañana. Ya saben, el de los 700.000 millones de dólares del que les hablé ayer. Claro que como suele decirse, hasta el rabo todo es toro, así que yo de momento no me apostaría nada a ninguna de las alternativas, que bastante dinero hemos perdido ya. Crucen los dedos, por si acaso, sea cual sea su predilección. Por supuesto, el hecho de que sea aprobado, no invalida nada de lo que dije ayer sobre la madurez de la democracia estadounidense el comparación con la nuestra; la cuestión no es si votar a favor o en contra, sino el hecho de que cada congresista se desmarque de la posición de sus líderes de partido sin que pase absolutamente nada; es algo incluso lógico, tan lógico como sería inaudito aquí. Y sobre todo, es sano, muy sano.

Por nuestra parte, y hablo de Europa, Cotizalia dice que Sarkozy prepara un plan de 300.000 millones de euros para la banca europea, en función de unas declaraciones publicadas por el medio alemán Handelsblatt. Claro que ya saben que de los alemanes no se puede uno fiar y que Cotizalia es algo-bastante sensacionalista. De hecho, El Economista apunta que el ministerio de Economía francés desmiente la existencia de tal plan (a pesar de que el mismo medio lo había reportado cuarenta minutos antes). En cualquier caso, con lo que le gusta a Sarkozy el protagonismo y a los franceses meter la zarpa en el mercado —claro que siempre barriendo para casa—, no me extrañaría nada algo así. De todas formas, si efectivamente se llegase a plantear, imagínense los problemas para aprobar un plan tal en un entorno multinacional como el europeo; vamos, que si el americano está teniendo problemas para llegar al "sí", lo nuestro iba a ser peor que fecundar una tortuga con esperma de mono. A ver cómo iban a congeniar los intereses de unos —mis bancos están bien y no voy a pagar tus problemas— con las necesidades de otros —mi sistema financiero se hunde—. Sinceramente, no me veo yo a contribuyentes de un país pagando los excesos financieros de los bancos de los vecinos; claro que cosas más raras ha conseguido aprobar la burocracia europea: todo por el pueblo, pero sin el pueblo, y así nos va.

Poco más. Con el interbancario seco y los bancos mirándose con cara de póker a ver quién es el próximo en enseñar sus vergüenzas, el euribor sigue subiendo a toda velocidad y está ya en el 5,5%, o lo que es lo mismo, más de 125 puntos básicos por encima del tipo oficial (4,25%), cuando lo "normal" es que esa diferencia sea de como mucho 70 puntos básicos; claro que estos no son tiempos normales. Si Trichet no da mañana visos muy claros de una próxima bajada de tipos, que tendrá que ser significativa, o incluso sorprende y baja tipos (no confíen en ello, es pronto aún, aunque González-Páramo diese alguna pista de por dónde pueden ir los tiros de aquí a final de año, al insinuar —el BCE no dice, insinúa— que la preocupación del BCE ahora es el mercado, y por tanto, aunque esto no lo dijo, ya no tanto las presiones inflacionistas), no creo que haya una tendencia decreciente importante. Me da que ni siquiera la aprobación del plan mañana o el viernes que parece que nos vaya a salvar de la quema (aunque muchos apuntan a que la recesión americana es ya inevitable) conseguiría relajar el interbancario y llevar el euribor a niveles más lógicos. En cualquier caso, con Europa al filo de la recesión según algunos (cada vez más), será interesante ver qué decisión toma Trichet, que por cierto ha pedido la aprobación del proyecto estadounidense. Y de momento, es todo.

Al margen de todo este rollo, he detectado que los usuarios de Bloglines no están recibiendo las actualizaciones del feed. Al parecer, a su sistema no le gustó que el RSS no estuviese disponible unos días, y ahora no consigo que vuelva a mostrar las actualizaciones; les he mandado un e-mail, pero ya veremos si me hacen caso o qué. Hasta entonces, accedan directamente al blog o utilicen otro sistema; intentaré arreglarlo pronto, aunque no puedo hacer demasiado.

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Corrección (22:42h): Hoy le toca el turno al Senado, no al Congreso. A estos últimos les toca el viernes.

Tenemos un plan

Si no han estado viviendo debajo de una piedra, sabrán que ayer el Congreso de los Estados Unidos votó el plan de rescate diseñado por Henry Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (la Fed, que viene a ser el Banco Central Europeo a este lado del charco). Un plan de 700.000 millones de dólares, que se dice pronto, que pretendía —entre otras cosas— comprarle a los bancos sus activos "tóxicos" (así les llaman ahora), y que había sido públicamente apoyado por Bush, Obama y McCain. Y a pesar de eso, el Congreso votó en contra, al menos esta primera vez.

No voy a entrar a analizar, porque me queda grande, si el plan en cuestión era viable, era adecuado, o no; supongo que aportaba transparencia, obligando a los bancos a sacar el muerto del armario y retratarse si querían su parte del pastel, pero al mismo tiempo que ese dinero saliese del bolsillo del contribuyente sin ninguna garantía real de que volviese a él, era ciertamente sospechoso. A fin de cuentas, ningún banco te deja un euro si no tiene una mínima garantía de que vaya a ser devuelto; y en las actuales circunstancias, esa "mínima garantía" se convierte en "total garantía", así que darles un poco de su propia medicina al menos es una satisfacción moral; el "que se jodan" no arregla nada, pero te hace sentir mejor. A todo eso, hay que añadirle lo que los anglosajones llaman en este tipo de cosas el moral hazard, que viene a ser el riesgo de decirle al mercado que aunque lo ha hecho mal, aquí está papá Estado para arreglar la situación. Eso provoca que los culpables del desaguisado se vayan de rositas (no sin mi multimillonaria indemnización) y que el mercado no depure responsabilidades. Y ya saben que quien no aprende del pasado está condenado a repetirlo, a fuerza de palos se aprende, que la letra con sangre entra, y cosas así. Resumiendo, que si yo hoy te salvo el culo de una situación que tú mismo has creado, mañana lo volverás a hacer porque pensarás que yo te volveré a salvar. Y eso, como parece obvio, no es bueno para nadie.

En el polo opuesto de las consecuencias de la aprobación o no del plan, tenemos los no pocos efectos colaterales que se desprenden si la economía financiera se va literalmente al carajo; que son, entre otras cosas, que la economía real (que viene a ser la que produce bienes) le acompañe al infierno unos cuantos años; sí, hasta ese punto está este mundo "financializado". Así que el debate que se plantea es si dejar que la mierda se vaya por el desagüe, arrastrando a quien haga falta, o salvar a los bancos con el dinero de todos y evitar una crisis de tres pares de narices (algo que mucho me temo que es ya inevitable). Como verán, en el primer caso el ciudadano se va a la mierda, y en el segundo, paga los platos rotos, y es que no somos nadie.

Estados Unidos no es la panacea de las virtudes políticas y económicas, y de eso no tiene nadie ninguna duda; de aquellos polvos vienen estos lodos. Hay muchas cosas que los States podrían copiar de este país, empezando por la abolición de la pena de muerte, pero les confieso que cuando veo que un congresista se desmarca de la posición "del partido" y vota en función de las promesas que él (y no su partido) le ha hecho a su electorado, siendo una tremenda envidia. Es cierto que nuestro sistema político y electoral es diferente al suyo, pero la diferencia no siempre es justificable, si representa menos a los votantes (como me da la sensación de que es el caso, y si no, a los datos de IU y UPyD en las últimas elecciones me remito). Imaginen por un momento, si son capaces, que nuestros queridísimos líderes políticos se encontrasen en la misma situación, y que una iniciativa similar fuese a ser votada en el Congreso. Dejando de lado que no pocos miembros de los respectivos partidos se quedarían en casa, donde se está mejor que en el escaño, ¿creen ustedes que alguno de los miembros del PP o del PSOE se desmarcaría de la posición "de partido", como ha pasado al otro lado del charco? Pues como diría aquél, va a ser que no. Todo lo más, es que alguno se equivocaría de botón por simple y pura incompetencia, como ya ha pasado en otras ocasiones.

El mal llamado país de las oportunidades será todo lo que quieran, pero en el ejercicio efectivo de la democracia, nos lleva siglos de ventaja. Y no sólo literalmente.

Sarah Palin o el hombre del saco

Puedo afirmar que las elecciones de los americanos (o estadounidenses, si son ustedes de los lingüisticamente quisquillosos) no me quitan el sueño, ni por supuesto les dedico la misma atención que Edgar Rovira y Jorge Galindo en su blog; eso salta a la vista. A pesar de ello, uno está vagamente interesado en lo que pasa al otro lado del charco, dada su incidencia en lo que pasa a este lado; para qué negarlo, en ocasiones resulta hasta divertido e interesante. También hay que tener en cuenta que es francamente difícil, a no ser que uno no tenga ningún tipo de inquietud política (lo que suele ser algo bastante frecuente), permanecer ajeno a lo que unos (John McCain et al.) y otros (Barack Obama et al.) dicen. Como disculpa, si los políticos autóctonos ya resultan bastante cansinos de por sí, es difícil encontrar motivaciones para ir soportando a los de los demás; que cada palo que aguante su vela.

En cualquier caso, si hay algo que ha revitalizado la campaña, o al menos ha levantado cejas (sí, sólo cejas) a este lado del Atlántico, ha sido la presentación de Sarah Palin como vicepresidenta de John McCain, hombre que viene a ser la versión renovada de Bush, por decir algo. Lo cierto es que esta buena mujer, de corte conservador como no podría ser de otra manera, amante de las armas, radical religiosa y varias cosas más, que se define a si misma como un pit bull con pintalabios (definición que ha dado pie a más de una manipulación siempre malintencionada), muestra cada vez que habla su escasa experiencia política («gobernadora de Alaska durante menos de dos años y anteriormente fue presidenta de una comisión energética del Estado y alcaldesa de una localidad de menos de 7.000 habitantes» [ElPaís.com]) y me van a disculpar, su escasa salud y lucidez mental, aunque de políticos así está llena la historia de la Humanidad; ya veremos si el populismo le da bastante cancha para acabar la campaña.

Entre algunas de sus perlas, no sólo parece estar dispuesta a perforar, caiga quien caiga y a toda costa, la reserva natural de Alaska en busca de petróleo (Drill, baby, drill —perfora, nena, perfora— fue uno de los vítores de la Convención Republicana, y aunque parezca inaudito, sin tintes sexuales [elmundo.es]), sino que ha vuelto a vincular, como ya hizo George W. Bush en su día, los ataques del 11-S con Saddam Hussein; algo que se demostró falso por carente de pruebas. Pero sin duda, la joya de la corona, la más brillante, han sido sus recientes declaraciones en una entrevista acerca del conflicto en Georgia, y su sorprendente falta de tacto a la hora de anunciar (amenazar, advertir) la posibilidad de una tercera guerra mundial, o lo que les de la gana, si finalmente Georgia ingresa en la OTAN y es invadida por Rusia (otro que tal baila). Cágate lorito.

Por decirlo con palabras de Edgar, que incluye la entrevista en inglés, «personalmente me da bastante miedo que una persona así pueda llegar a ser la vicepresidenta del, aún, país más poderoso del mundo. Sólo faltaría que McCain palmara y que ésta cogiera el mando de la nave.»

Apañados vamos, o en versión Palin, que Dios nos coja confesados.

Koipesol

Que las compañías de seguro hacen negocio del miedo, a pesar de enmascararlo de tranquilidad, no es un secreto; ¿de qué otra forma sino podrían vender que desembolsases una cierta cantidad de dinero al año por si pasa algo que quizá no pase nunca? Se me ocurren pocas otras formas, si acaso alguna.

Pero que en un anuncio de aceite de girasol Koipesol salga una mujer en avanzado estado de gestación diciendo que ella con Koipesol está tranquila —a raíz de aquella partida ucraniana contaminada hace unas semanas—, no es sólo hacer negocio del miedo, sino también del oportunismo más abyecto. Abyecto. Qué bonita palabra, ¿no creen?

Un ruso, otro ruso y un húngaro irresponsable

El pasado sábado estuve viendo Eurovisión, como al parecer unos cuantos millones de españoles. Bueno, en realidad sólo podemos estar seguros de que lo vieron unos miles y yo, que son los que tienen el cacharro en casa (y yo que lo acabo de admitir), pero ya saben cómo funciona todo esto de la estadística y la extrapolación.

En fin. No sé si vieron ustedes la actuación del ganador, o ganadores: el cantante (Dima Bilan), un patinador que había ganado nosecuántos premios y medallas (Evgeny Pluschenko), y un violinista húngaro (Edvin Marton, o Csűry Lajos Edvin para ustedes, en realidad) tocando un Stradivarius de 1697; un violín de esos que valen una millonada y sólo quedan unos cuantos. El suyo en concreto —en realidad no es suyo, pero se lo han dejado de por vida, así que qué más da— tocado por el mismísimo Paganini, según Edvin, aunque la Wikipedia no lo incluya entre los ejemplares renombrados. Y Paganini no es el de los cromos, no se confundan; ese es Panini.

Les describo brevemente la escenografía, por si no tuvieron el privilegio de ver el show. El cantante cantando, y el violinista tocando, ambos haciendo todo tipo de aspavientos estilo Operación Triunfo, mientras el sujeto de los patines daba vueltas a su alrededor, bailando como sólo saben hacerlo los patinadores sobre hielo (y eso no es necesariamente bueno). Y todo eso, en un circulo de quizá tres metros de diámetro a lo sumo. Tiene su mérito, hay que reconocerlo.

Imaginen ahora por un momento que el campeón olímpico se resbala y le mete un codazo al húngaro, quien deja caer al suelo un instrumento de semejante valor. O que el cantante, todos somos humanos, se equivoca en sus cálculos coreográficos y lanza al húngaro contra el patinador, violín incluído. O imaginen que, cuando se están haciendo la foto del ganador, con aquello de la euforia desatada y las ganas de salir retratado (por cierto, y a modo de inciso, ¿no les pareció que cuando entrevistaron a Chikilicuatre la bailarina española que aparecía a la izquierda de las pantallas se exhibía demasiado?), alguien empuja a alguien, que a su vez empuja a otro alguien, que empuja a otro alguien, quien a falta de un apoyo mejor, acaba empujando al húngaro, que sostiene el Stradivarius en lo alto, y que por puro instinto y para evitar romperse la nariz contra el material sintético que simula el hielo, se olvida de lo que se lleva entre manos y pone las dos manos en el suelo, con todo lo que ello implica (es decir, la nariz del húngaro a salvo y el objeto de incalculable valor a freír espárragos).

Imaginen algo así, y entenderán el sufrimiento que tuve que soportar durante algunos momentos de la "gala". Dicho esto, ayer comentaba con una amiga que me parecía una irresponsabilidad hacer algo así, como si, como bien apunta Jorge Galindo, yo «cogiese un Dalí y me lo echase enrollado bajo el brazo para enseñarlo en la cafetería de la uni». A lo que ella me contestaba que si lo había pagado, podía hacer lo que quisiese con él.

Sin extenderme mucho más: no. El Vaticano no es —o no debería ser— libre de pintar de rosa fucsia la Capilla Sixtina ni nadie tiene derecho a utilizar un Van Gogh de alfombra; y no importa lo que haya pagado. Los únicos que pueden hacer eso son sus autores; el pago es en concepto de préstamo, no de propiedad, o eso debería ser. Al menos, eso creo yo.

Chistes, hombre, chistes

Hace unos meses, Fernando Martín, Presidente de Fadesa-Martinsa y del Grupo 14 Inmobiliarias por la Excelencia (en adelante G-14), aprendió a contar chistes.

Al parecer, Fernando Martín ya no es Presidente del G-14 (de Fadesa-Martinsa no lo sé aunque me preocupa más bien poco). Seguramente, ese es el menor de sus problemas. Ahora, Pedro Pérez ha ocupado su lugar, y aunque lo parezca, ni es un nombre genérico ni me lo he inventado (desde aquí, mis más afectuosos saludos para todos los Pedro Pérez de este país). No sé si Pedro Pérez es presidente de otra cosa, aunque da igual, pero como no sabe contar chistes, llora. Llora por esas 250000 personas que se van a ir a la puta calle, dicen. Por esos miles de personas que no van a poder comprar un piso ya que este año según ellos se van a construir "muy pocos" pisos: sólo 200000 pisos de los 350000 pisos que necesita este país. Doscientos mil y trescientos cincuenta mil, respectivamente, no doscientos coma cero ni trescientos coma cero. Miles de. Igual que los parados, desgraciadamente.

Así que Pedro Pérez llora, con lo divertidos que son los chistes y con lo que nos gustan en este santo país (España). Claro que además de no saber contar chistes ni conocer la ley de la oferta y la demanda (como si eso tuviese algo que ver), tampoco sabe contar, valga la redundancia, porque al mismo tiempo que dice todo eso cifra en 500,000 los pisos en "stock". Quinientos mil, no quinientos coma cero pisos.

 

Stock: 1. m. Cantidad de mercancías que se tienen en depósito. [RAE]

 

Vamos, que hay medio millón de pisos en este país sin vender. Lo que, si aprendí a sumar bien, que lo dudo, significa que en total, a finales de 2008 tendremos 700000 pisos construidos. Para una demanda anual, según ellos, de 350000 pisos; todo en miles. Me atrevería a decir que según eso, aunque en 2009 no se construyese ni un piso, no pasaría nada. Que hay pisos de sobra. Pero no me atrevo. Seguramente se me escapa algo.

Al menos Pedro Pérez parece sincero, cuando le dice al Gobierno que no pide medidas para "suavizar" el ajuste de la construcción, a la vez que llora por los 250000 parados y por la pérdida de 8 décimas del PIB en el primer trimestre del año, algo que no recuerda haber visto antes. Bueno, en realidad no parece sincero. Es bastante rastrero, pero no le vamos a pedir peras al olmo. Cada uno tiene su trabajo y ese es el suyo.

Yo le diría a Pedro Pérez que aprenda a contar chistes, que llorar, gracias a ellos va a llorar mucha gente en este país (claro que no sólo por ellos, porque hay muchas más razones para llorar —algunas incluso agradables— y sólo faltaba que ellos tuviesen la exclusiva), por desgracia. Así que háganos un favor y cuente chistes, hombre, chistes, que al menos nos alegran la vida.