El patriarcado ataca de nuevo

Seguro que conocen esta foto. Lo más probable es que hayan leído a muchas personas criticar la vestimenta de la jugadora egipcia, el hijab. También habrán leído críticas por el hecho de que la alemana juegue con bikini. Otras personas criticarán la vestimenta de ambas y dirán que es fruto del machismo. Bueno, sí, pero no. Ojalá fuese tan fácil.

En un lado de la red, una religión que oprime a la mujer y que (dicho suavemente) coarta su libertad para mostrar su cuerpo; lo cual, dicho sea de paso, tiene un tufillo a superioridad cultural y etnocentrismo que echa para atrás (por si no tuviera bastante con la discriminación de género; léase interseccionalidad para más detalles). En el otro lado de la red, tenemos a una sociedad sexista (la nuestra) que también oprime a la mujer, y en la que el cuerpo femenino se exhibe como cualquier un objeto de consumo.

Con esas premisas, la conclusión a la que se llega es sencilla: ninguna de las dos mujeres sabe pensar por sí misma. Es necesario que alguien venga a criticar, de nuevo, cómo visten dos mujeres que juegan un partido de volleyball. A abrirles los ojos. A liberarlas de su ignorancia. A salvarlas.

Se me ocurre que a lo mejor son dos mujeres adultas que para jugar el partido se han puesto lo que les ha salido del coño de acuerdo a sus ideas, sus creencias y sus principios. Que a lo mejor es cosa suya y de nadie más. Todo lo demás vuelve a ser, de nuevo, el mismo patriarcado de siempre opinando sobre algo que no le atañe.

No hay más. Me vuelvo a la novela.

Dove y Axe: Unilever

Hace unos meses les hablé de Nivea. Hoy vengo con algo de Unilever, la empresa de la que salen productos tan diferentes como Dove por la belleza real y Axe por la belleza sexista (¿?). Este es un post sobre la hipocresía, y sobre cómo vender una estrategia comercial como ética empresarial.

Habla con tu hija antes de que Unilever lo haga

Habla con Dove antes de que sea demasiado tarde

Vía eTc.

... y el polígrafo determina ...

Ayer -o anteayer, a mi edad no puede ya uno confiar en su memoria- en el Telediario se daba una noticia (¿?) de esas que dan cuando ya no saben que dar, que ni son noticia ni son nada, y no será porque no haya suficientes problemas en el mundo. La noticia (¿?) en cuestión era la novedosa aplicación del detector de mentiras, el polígrafo, a las entrevistas laborales. Ya saben, para que el empresario que le contrata pueda saber si está usted exagerando o incluso está usted mintiendo (¿mintiendo? ¡no! ¿sí?); ya se sabe que el proletariado es muy mentiroso. Y muy falso, y muy malo, y muy ruín, y muy vago, y... y bueno, seguro que ya saben ustedes todo lo que es proletariado, que lo conocen bien, seguro. Estos rojillos...

Hay dos puntos que comentar al respecto. El primero es que parece bastante obvio que no mucha gente va a confiar en una empresa que sin ni siquiera contratarte ya desconfía de lo que le estás diciendo; es como aquello del el que no se fía no es de fiar. En caso de que accedas a pasar el detector de mentiras (mucha gente descartaría un trabajo directamente por esto) y efectivamente lo pases, probablemente no vas a dejarte la piel por una empresa como esa. Y teniendo en cuenta que el trabajador es probablemente el activo más importante de cualquier empresa, es mejor que esté contento, motivado e implicado con lo que hace.

Para el segundo punto, me gustaría contarles un chiste.

Verán. Al morir una mujer -sí, lo recuerdo con una mujer-, Dios decide como recompensa darle a escoger entre el Cielo y el Infierno -comentarios ateos al margen-. Ante tal propuesta, ella decide ver primero ambos, y escoger después. Lógico. Así pues, se presenta ante San Pedro y los dos suben al cielo a ver el panorama; y allá arriba todo el mundo está sentado en nubes, durmiendo, descansando, en un mundo en tonos pastel. Se respira paz y tranquilidad absoluta. Una vez visto el Cielo, se presenta ante Satanás, y juntos bajan al Infierno. Allí pasan el tiempo de fiesta en fiesta, con gente divertida, hombres atractivos e interesantes, mujeres guapas, música, diversión por doquier, glamour... Una vez vistos los dos, preguntada por su elección final, contesta: Verás, Señor, el Cielo está muy bien, es todo muy tranquilo y apacible, pero en realidad, yo creo que a mí lo que me gusta es el Infierno. Dicho esto, nuestra amiga aparece al instante en el Infierno, rodeada de fuego, dolor, lágrimas y crujir de dientes; ya saben a qué me refiero. A la vista de las circunstancias, ella, sorprendida y comenzando a estar arrepentida de su decisión, se dirige a Satanás y le pregunta cómo es que el Infierno ha cambiado tanto, y aquél le responde: Es que antes, te estabamos contratando, pero ahora, ya eres parte de la plantilla.

Creo que es obvio cómo aplica esto a lo que estaba comentando; a menudo, no sólo es el trabajador el que exagera ligeramente -"mi mayor defecto es que soy muy perfeccionista"- sus méritos, sino que el contratador hace lo mismo al explicarle sus posibilidades dentro de la empresa, su futuro salario y subidas, su entorno de trabajo, posibilidades de promoción, etc. Yo mismo me he visto en alguna situación similar, aunque todo sea dicho, no es el de mi actual empresa. Ya saben, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Claro que es cierto que probablemente, ningún empresario necesitará nunca sentarse frente a un detector de mentiras para contratar a nadie, lo que da una imagen bastante clara de quién tiene en realidad la sartén por el mango, si finalmente la gente -el proletariado, para que me entiendan ustedes- se muestra dispuesta a pasar por el aro.

Y esto es todo. Respecto a la anterior entrada, informar de que he puesto una denuncia -que no me involucra personalmente en ningún sentido- en el Instituto de la Mujer por la serie de fotografías de Women Secret, ya que como he dicho, me parecen bastante escandalosas por la imagen que transmiten. No sé si alguien vendrá hablando -no creo, últimamente tengo cada vez menos comentarios- de la libertad de expresión y tal, pero dado el público al que va dirigida la campaña -adolescentes- y el serio problema que son actualmente tanto la anorexia como la bulimia, alguien debería responsabilizarse por este tipo de cosas y escudarse en la libertad de expresión no es siempre la mejor opción. Tirar la piedra y esconder la mano no está nada bien y todo -hasta la libertad de expresión- tiene un límite. De hecho, insto a cualquiera que opine lo mismo -y este tipo de convocatorias no es algo que suela hacer a menudo, tanto por mi carente espíritu de liderazgo social, como por mi falta de convocatoria- a hacer lo mismo a través de la web o el teléfono del Instituto de la Mujer.

up&sexy!

Cuando el otro día ví esta imagen en una marquesina, que no es la mujer del marqués, estuve tentado de hacerle una foto con el móvil, pero desistí pensando que cualquiera que me viese pensaría probablemente que mi motivación y opinión sobre la fotografía en cuestión era diferente a la que realmente era. Así que he recurrido a Internet, y creo que queda tan sólo aclarar que los conceptos de "sexy", "femenino" y "seducción" están a años luz de estas imágenes, por mucho que el eslógan de la imagen diga:

 

«Sujetadores con aumento y efectos sexy, creados para presumir y seducir»

 

Juzguen ustedes mismos:

A alguien debería caérsele la cara de vergüenza en Women Secret por estas fotos, probablemente mucho más perjudiciales a cualquier nivel que las de Dolce&Gabbana.

De manifas

Ayer tuve el dudoso privilegio de pasarme casi una hora metido en el coche por un atasco en el centro de Valencia, a causa de una manifestación que cortaba una de las principales calles de la ciudad. Mientras intentaba coordinar con mi señora su rescate, que era la única razón de que andara -o andase- yo por allí, le pregunté si podía averiguar cuál era el motivo de aquella oportuna reunión pública. Según me indicó, uno de los carteles rezaba:

 

No al feminismo impuesto por el orden heterosexual

 

Y aunque hace escasos momentos he caído en la cuenta de que ayer era el Día de la Mujer Trabajadora y que por tanto aquella pancarta y la citada manifestación eran dos de sus expresiones públicas, me pregunto yo si no sería mejor dejarse las perlas de intelectualidad y las correspondientes expresiones transgresoras para otros momentos y lugares, y escribir algo claro y sencillo que hasta los tontos podamos entender e incluso con lo que empatizar sin hacer muchos esfuerzos.

Vamos, digo yo, ¿no?