La inteligencia televisiva al poder

Cada vez que veo en LaSexta un anuncio promocionando lo que ellos denominan Series de culto, me pregunto a qué mente lúcida se le ha ocurrido programarlas en el horario del llamado late night, es decir, de madrugada y a las tantas: justo después de Buenafuente. Aún teniendo en cuenta que esta cadena no quiere, o no está preparada para luchar todavía en el mundo del share con A3 o Telecinco —lo que le da una beneficiosa libertad— me resulta realmente curioso que dediquen tanta publicidad y elogios (la promoción se acompaña de alabanzas de showmen locales, como Buenafuente o Santiago Segura) a espacios cuyos horarios son aptos sólo para aquellos que no han de madrugar demasiado y/o no tienen especial apego por su cama. Lo que como supondrán, no es mi caso.

En fin. A mí hace mucho que la televisión no me quita el sueño.

Cuatro años menos un día y treinta más uno

Hace cuatro años menos un día que empecé este blog, como una manera de dar rienda suelta a, llamémoslo así, mi vida interior. No confundir con vida intestinal, sino como inquietudes intelectuales et al. Desde ese día, esto ha evolucionado —prácticamente igual que la mayoría de los blogs— hasta el punto de ser un producto de mero entretenimiento más que una vía de desahogo personal. En otras palabras, y como se habrán dado cuenta, la mayoría de las veces no escribo porque tenga algo que decir, sino porque tengo que decir algo, lo que es una sutil pero importante diferencia. Hace ya bastante que pienso en eso, por supuesto sin llegar a ninguna parte, como en muchas otras cosas. Por una parte, les confieso que supone una satisfacción continuar con esto en marcha después de tanto tiempo, y ver que aparentemente ustedes me siguen leyendo, y por otra, opino que puede resultar interesante leer dentro de unos años lo que opinaba ahora. Claro que aunque para lo primero vale casi con cualquier cosa, para lo segundo es imprescindible contar con contenido "íntimo" y personal que me aporte algo en el futuro; ustedes ya me entienden. Poner gilipolleces puede entretenernos a todos diez minutos y poco más, pero a mi me aportará poco o nada dentro de un tiempo, porque en este mundo de gilipollas las gilipolleces son como los límites, ya saben: tienden a infinito. Además, a todo eso hemos de añadirle todas esas ocupaciones alternativas que van surgiendo de vez en cuando, o esas otras que llevan esperando casi demasiado, y de las que les he hablado más de una vez. En definitiva, que les estoy hablando de las eternas excusas.

En cualquier caso, todo eso es sólo algo que estaba pensando, que he pensado en el pasado y que seguro que mañana seguiré pensando, y a partir de lo cual no he sacado ninguna conclusión. Lo que tenga que ser, será, lo que es una manera bastante absurda —y en cierto modo determinista— de ver todo esto. Por cierto, si no se lo había dicho, hoy es mi cumpleaños.

Ausencias

No sé si han practicado ustedes algún deporte individual, tal como atletismo, natación o ciclismo, en los que es fácil ver cómo progresas simplemente prestando atención a tus sensaciones a lo largo de la temporada. Yo estuve unos cuantos años encima de la bici, aunque hace ya otros cuantos que la tengo aparcada, y es curioso hasta qué punto ver el Tour resultaba un incentivo para salir a la carretera. Claro que al poco, por mucho que esté uno en forma, te das cuenta de las diferencias y la triste realidad, pero entonces, una vez la euforia se ha disipado, ya es demasiado tarde y para qué volver. Les confesaré que salvando las distancias, y por ridículo que parezca, viendo la última entrega del Planeta sentí básicamente lo mismo. Sólo que esta vez aún no me he puesto a escribir así que esa realidad aún no me ha golpeado.

Bien. Les "prometí" que volvería el viernes y aquí estoy, aunque sin apenas nada de interés que contar, ni para ustedes ni para mí. Ya ven que aunque voy algo escaso de ideas últimamente (por razones que sospecho pero no compartiré con ustedes), intento mantener mi palabra. Como les adelanté en la última entrada —y algún despistado ha descubierto recientemente—, he estado por el norte estos últimos días por cuestiones de trabajo, concretamente en A Coruña, casi sin conectividad ni tiempo para escribir aunque hubiese dispuesto de ella. No he visto demasiada ciudad, lo confieso, pero me he traído algo más de un kilito en pulpo et al. que me tocará adelgazar sudando (no pensarán que me voy a poner a dieta, ¿verdad?), y un par de botellas de albariño Martín Códax. Tendrán que disculparme que a ustedes no les haya traído ni siquiera una mala foto, y por supuesto, espero que me perdonen si no aparezco por aquí hasta el próximo lunes. Como les digo, aunque tengo ganas de escribir algo de ficción, voy algo justo de inventiva, y por si fuese poco, tengo sueño y estoy cansado. De esas dos cosas, bastante.

Sean buenos.

De peroneos y poco más

Ya que estamos con esto del atletismo, les voy a contar algo con lo que he estado especulando estas últimas horas. Me van a perdonar, porque reconozco que lo que esto tiene de interesante es poco o nada, pero estos días no estoy demasiado imaginativo. Verán, hace cosa de dos años y medio fuí a Baqueira Beret a prácticar el bonito y caro deporte conocido como snowboard, algo que desde entonces no he vuelto a hacer. Debido a quizá un tamaño excesivo de bota —blanda—, o vayan a saber qué, estuve un par de días apretándome las botas en exceso, sobre todo la derecha, que es la que en mi caso dirige la tabla. Eso tenía como consecuencia directa provocar un dolor insoportable en la parte exterior de mi pierna, hasta que aflojaba y el dolor remitía. Dicho dolor nacía en el tobillo y se extendía hasta casi la rodilla, y es bastante lógico pensar que estaba estrangulando algún nervio, músculo o tendón. Después de volver a Valencia, tardé varias semanas en recuperar la sensibilidad en el exterior de la pierna, y varios meses en recuperarla en el empeine.

Ya saben que yo no soy médico, pero estoy empezando a sospechar que mis problemas con el tendón peróneo cada vez que empiezo a correr de modo relativamente regular tienen algo que ver con esto, y deben leer "algo" como "mucho". El hecho de que sienta que apretarme más o menos la zapatilla tiene un efecto directo sobre el estado de mi tobillo al día siguiente me da la sensación de que es más una realidad que una mera intuición. Bajo esta sospecha, estoy tomando Airtal —antiinflamatorio— e Hidroxil B1-B6-B12, y el miércoles que viene tengo cita con el traumatólogo. Con éste, las posibilidades son poco menos que infinitas. Con mucha suerte, me mandará directamente al fisioterapeuta y podré seguir corriendo en breve. Con algo menos de suerte, me mandará al fisio y me mandará reposo. Con poca suerte, me dará medicación, pasará del fisio y me mandará reposo. Con casi nada de suerte, me dirá que haga reposo (y yo me iré a otro trauma). Sin nada de suerte, me dirá que es crónico, que no hay nada que hacer y que haga reposo. Y con algo de mala suerte, me dirá que es crónico, que sólo me puedo operar y que además irá a peor con la edad. Con mucha mala suerte, me amputará la pierna, pero sinceramente no creo —ni espero— que lleguemos tan lejos.

Mientras tanto, saldré con la zapatilla poco apretada, 30' por día a 155ppm, de tranki. Deséenme suerte y tengan un buen e interminable fin de semana.

Últimas adquisiciones

Aquellos que me conocen bien saben que soy lo que vulgarmente se conoce como un culo de mal asiento, y aquellos que no lo sabían ya lo saben. Soy de ese tipo de personas que necesitan estar (casi) constantemente cambiando de cosas —o intereses— para sentirse bien; entiendan "bien" de la manera que quieran. Eso aplica a prácticamente cualquier ámbito de mi vida, excepto el profesional y el sentimental (o quizá en estos casos sólo de un modo tangencial). Es decir, no necesito estar constantemente cambiando de trabajo, ni de pareja. Digamos que lo anterior aplica a actividades más bien relacionadas con el ocio, aunque es cierto que quizá la rutina diaria me afecta más que a otras personas (pero lo llevo bien); igual me da por la economía, que por la Fórmula1, que por escribir ficción, que por patinar, que por la política o el cambio climático, que por la filosofía o la psicología, que vayan ustedes a saber qué. Digamos que siento inquietud por muchas cosas y como es natural, no tengo tiempo para todas, así que a causa de esta masificación de intereses acabo cogiéndolo todo —o casi todo— con la misma fuerza que lo dejo, con contadas excepciones; este blog es una de ellas. Y no sé si hay más.

Sí, pueden aplicarme eso de arrancada de caballo y parada de burro.

El caso es que, con el permiso del tendón peróneo de mi tobillo derecho, me ha dado por empezar a correr, lo que de paso sacia al menos parcialmente mi tendencia natural hacia la competición. Y digo "con el permiso de" porque en anteriores ocasiones que lo he intentado ha sido precisamente éste el que me ha disuadido de seguir haciéndolo. Puesto que sospecho que aparte de un posible sobreentrenamiento, la causa de mi habitual inclinación a la tendinitis —o comienzo de— del citado tendón era la falta de un calzado adecuado, mi última adquisición han sido las zapatillas que les muestro, unas Nike Air Zoom Vomero+2, que les parecerán feas, pero son tan buenas como caras, y con las que pretendo prepararme para la media maratón ahora, y para la maratón, luego. Ya lo sé, no me lo digan, pero, ¿qué quieren?

Gitanos (breves)

A pesar de lo políticamente incorrecto o incluso racista que puede sonar el siguiente comentario, confieso que nunca he tenido demasiado aprecio por los gitanos, siendo esa una forma suave de decir lo que pienso en realidad. Y aunque por prudencia, respeto a las excepciones que conozco (que a menudo opinan lo mismo que yo), y para evitar posibles malentendidos y conflictos me voy a guardar los detalle y calificativos para mí mismo, he de decir que desde que mi señora está trabajando con ellos, cada día que pasa los tengo en peor consideración.

Siendo esa otra forma suave de decir lo que pienso en realidad.

Confictos (breves)

El pasado viernes, tras ver como una mujer y su acompañante habían aparcado en un sitio reservado para discapacitados sin ningún distintivo de incapacidad, estuve tentado de preguntarle si padecía algún tipo de retraso mental.

Pero recapacité unos segundos y pensé que, si su coche estaba en una plaza para minusválidos, su respuesta sería que sí, así que continué mi camino sin decirle nada, porque las preguntas retóricas no me gustan demasiado, y los conflictos tampoco.

Más Telefónica y amigos

En casa de mi progenitor llevan más de diez días sin teléfono, sin que nadie parezca interesado en resolver el problema ni haya cauces administrativos eficaces para reclamar este tipo de cosas. La primera carta va dirigida a Jazztel. La segunda a Telefónica. Ambas se van a enviar por burofax, por aquello de evitar el yonosédequemehabla:

 

Yo, Pepito Pérez Pérez, con DNI 12.345.678A, y titular de la línea 96.123.45.67, sita en C/ Del frontón, 123, Valencia, les comunico que, tal y como les indiqué en comunicación telefónica grabada por ustedes el pasado 25 de septiembre de 2007, y a causa de la escasa implicación de su empresa en la resolución de los problemas que he sufrido con mi línea telefónica durante los pasados 10 días, he decidido darme de baja con fecha 25 de septiembre de 2007 en cualquier servicio que ustedes me presten en la actualidad, entre los que se encuentran el servicio de ADSL y el servicio de telefonía. El identificador de la baja que me indicaron en dicha conversación es el 1234567.

Para cualquier cuestión relacionada con este tema, pueden ponerse en contacto conmigo en el número móvil 612.345.678.

Sin otro particular, reciban un cordial saludo.

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Estimada Telefónica,

Mi nombre es Pepito Pérez Pérez, con DNI 12.345.678A, y soy titular de la línea 96.123.45.67, sita en C/ Del frontón, 123, Valencia.

El pasado 15 de septiembre la línea mencionada dejó de funcionar, siendo imposible tanto la realización de llamadas como la recepción. Al parecer, y según pude comprobar, existía un cruce de líneas que sin duda se mantiene en la actualidad. Ignoro con qué línea se ha producido el cruce y como seguramente entienda, no tengo ningún interés ni curiosidad en averiguarlo, a pesar de las repetidas preguntas por parte de sus operadores. Ese es su trabajo, no el mío. A causa de ello, se abrió una avería en el número de averías 1002, cuyo número es (200700) 123456789. Durante los dos días siguientes se hicieron múltiples consultas sin obtener respuesta alguna aparte de la habitual y estéril "los técnicos están trabajando en su avería".

El pasado 21 de septiembre vuelvo a ponerme en contacto con ustedes, ante la falta de comunicación por su parte y desidia para solucionar el problema de la mencionada línea tras seis días desde la apertura de la avería. En una primera comunicación, sus operadores en el 1002 me indican que no hay constancia de ninguna avería, y dicen que proceden a abrirla. Ante tal despropósito, intento hacer una reclamación, sin éxito ya que al parecer es necesaria la resolución de la avería antes de realizar cualquier reclamación. Tras varias llamadas al 1004 y al 1002, una comercial me indica que efectivamente existe una llamada registrada el 15 de septiembre, pero que no se efectuó al 1002 sino al 1004. Como posteriormente se vería, la avería sí que se había abierto el pasado 15 de septiembre, a pesar de la incompetencia de sus operadores, comerciales y personal diverso de atención al cliente.

El pasado 25 de septiembre, 10 días después de la apertura de la avería, y 4 días después de la última llamada, vuelvo a llamar al 1002, y obtengo informaciones contradictorias. Mientras unos operadores me indican que no les consta ninguna avería sobre esa línea, otros dicen que la avería está efectivamente en proceso, y que los técnicos se pondrán en contacto con nosotros en breve. En cualquier caso, tanto en unos casos como en otros, me ha quedado muy patente la incompetencia y pésima calidad de su servicio de atención al cliente, no siendo capaces de dar una respuesta unánime a la misma cuestión: ¿cuándo estará mi línea funcionando?

Como probablemente adivine, a día de hoy, 26 de septiembre de 2007, el problema continúa abierto, ni ningún técnico se ha puesto en contacto conmigo, sin que además nadie pueda darnos una estimación sobre cuando este problema estará finalmente solucionado, a pesar de estar pagando religiosamente todos los meses un servicio de mantenimiento de dicha línea. Dejando al margen que estoy considerando seriamente dar de baja todos los servicios que tengo contratados con ustedes, lo que incluye una línea fija y varias líneas móviles, algunas a mi nombre y otras a nombre de familiares, exijo que se resuelva este problema a la mayor brevedad y asumo que, dado que existen varias notificaciones sobre esta avería y sus técnicos parecen estar permanentemente trabajando en ella desde el pasado 15 de septiembre, esta interrupción en el servicio se vea reflejada en la correspondiente factura en forma de descuento.

Para cualquier cuestión relacionada con este tema, pueden ponerse en contacto conmigo en el número móvil 612.345.678, o en el 654.321.098.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo.

 

Por supuesto, todos los datos son ficticios. Luego les cuento más.

Yo (aclaración)

Cuando ayer puse las tres recomendaciones cinematográficas, probablemente dí una impresión equivocada. Cuando hace unas semanas puse un par de recomendaciones literarias, quizá dí una impresión equivocada. Y a decir de algunos de los comentarios que he tenido últimamente, estoy seguro de que hay algunas personas que tienen una opinión equivocada sobre mí. Ese será el tema de esta entrada: yo y mis circunstancias, o yo y mis consecuencias, si quieren. Y lo hago porque me da la gana.

Yo no soy un cinéfilo empedernido que se traga cualquier cosa que echan en la filmoteca o en Cine Club de la 2 a las tantas. Tampoco soy especialmente aficionado a las películas de autor, y David Lynch no me parece ninguna maravilla, porque entre otras cosas, sus películas me cuesta digerirlas, cuando me las trago. Woody Allen me gusta, pero no me apasiona. Creo que he visto una o dos películas de Kurosawa, pero les aseguro que ese hecho no me quita el sueño. No conocía a Haneke hasta que leí sobre él en El lamento de Portnoy. Apenas conozco un puñado de directores por el nombre, no suelo tener memoria para recordar los nombres de muchos actores y me encantan las películas como La junga de cristal o Ice Age.

Yo no soy un lector empedernido que se lee cualquier cosa que cae en sus manos. De hecho, apenas leo, aunque eso va a temporadas. La mayoría de los libros me aburren soberanamente, e incluso cuando no es así, me cuesta acabarlos. No es un secreto que prefiero escribir a leer, aunque es cierto que para una cosa, hace falta la otra. No he leído a muchos clásicos, no fuí capaz de acabar Madame Bovary (aunque me faltó poco) y aunque lo he intentado varias veces, el Ulises de Joyce me parece infumable. Claro que ese no era un libro para ser leído, sino para ser escrito. Apenas conozco un puñado de escritores, y me guío por listas de la crítica, premios Pulitzer y similares. No, tampoco leo novela rosa, lo siento.

Yo no soy un entendido profundo en cómics. Conozco, gracias a los cuarenta años de trabajo de mi padre como dibujante profesional, bastantes autores, y he tenido acceso a multitud de revistas y cómics, que hoy en día son objeto de coleccionistas. Tengo mis autores preferidos, y siento un ligero desprecio irracional, más fundado en la ignorancia que en cualquier otra cosa, hacia parte del cómic actual, cuando lo pongo en comparación con Breccia o Raymond. Aparte de eso, y por si todo lo dicho fuera poco, detesto los cómics de superhéroes, aunque entiendo que son beneficiosos para la supervivencia de este imprescindible medio.

Yo no soy un melómano. Tengo una cantidad abundante de músicas de diferentes estilos que me gustan, y durante mi época más indie estuve razonablemente al día en lo que a novedades del mundo musical independiente se refiere. Conozco en mi opinión bastantes grupos y canciones de diversas épocas, desde los 70 hasta hoy en día pasando por la música clásica, lo cual no significa que esté en situación de discutir con nadie sobre música, ni que me considere un fan incondicional de alguna banda musical.

Y eso para un montón más de cosas. Es decir: yo no soy, en definitiva, un experto prácticamente en nada, más en aquello en lo que trabajo, sobre lo que tengo un dominio bastante aceptable, inferior obviamente al de algunos profesionales de mi sector, pero superior al de la mayoría de las personas; es lógico, trabajo en ello. Hice cuatro años de filosofía, y aunque no sé hasta qué punto aprendí lo que hubiera sido de desear, algo queda. En general, no conozco nada de mucho, no soy un geek ni tengo una afición insana por nada, pero me defiendo bastante bien en muchos temas y tengo un buen montón de inquietudes variadas. Sí, creo que escribo razonablemente bien pero eso, como es natural, es únicamente mi opinión. En definitiva, no les estoy intentando vacilar; cuando recomiendo algo, es porque me ha gustado, y punto. Pretender inferir algo más sólo por lo que escribo, es poco menos que una necedad, aunque nunca creí que tuviese que aclarar algo así.

Ahora bien, este es un país libre, y ustedes pueden creer lo que les de la gana. Que es básicamente, como ya he dicho, lo mismo por lo que he escrito este ladrillo.

Mi hermano en Alemania

«Hoy he empezado... Y bien, no sé si he dado clase o hemos hecho una presentación muy larga. No sé si tengo que coger apuntes o los dejan en algún sitio. Y lo que es peor, no sé como voy a hacer para estar en tres sitios diferentes al mismo tiempo.»

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«Bien, miro un plano de autobuses, localizo donde quiero ir y más o menos donde estoy. Tal, cruzo, le pregunto a una mujer, me dice algo posiblemente en alemán, no entiendo ni papa y le digo que sí a todo. Y vuelvo a cruzar a donde estaba, vuelvo a mirar, tal, y le digo a una mujer:

Entschuldigung, ich möchte zu Rosenplatz gehen (disculpe, quiero ir a Rosenplatz).

sdfsdfsdfbfgb — y señala una direccion.»

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«Se pone a llover, desdoblo un mapa que había cogido en el autobús del aeropuerto, se me empieza a mojar, casi sin gente por la calle, en un barrio que me parecía un tanto feo, nublado completamente... ¡Me faltaban los harapos para dar pena! Y justo estoy en esta estampa tipicamente triste de "ohh pobrecito" cuando con toda mi buena voluntad pregunto a una pareja que por ahí pasaba:

Entschuldigung, könnten Sie mir helfen, bitte? (disculpen, ¿pueden ustedes ayudarme por favor?).

Nein (No).

Ale, mas claro agua hijo mío.»

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«Camino un poquito mas, hasta debajo de un puente del tren, para de llover y comienzo a caminar. Veo un letrero "Einbahnstrasse" ¡¡leches!! ¡¡La Einbahnstrasse!! y me pongo a buscarla lleno de júbilo todo yo. Y por mis narices que no estaba.

NOTA: Einbahnstrasse, recordé dos dias después que en Hamburgo me pasó lo mismo, es "calle de sentido único".»

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More to come...

Un tipo en medio de la calle

El pasado martes por la noche noche, un tipo con pantalones pirata naranjas y camiseta blanca me despertó a las tres y media de la madrugada mientras tiraba docenas de botellas y trozos de —aparentemente— sanitarios de baño en mitad de la calzada, a la altura del paso de cebra que hay en mi calle. En cuclillas gran parte del tiempo, las lanzaba por encima de su cabeza, y éstas describían una parábola y acababan haciéndose añicos contra el asfalto. Otras veces, de pie, las estrellaba con fuerza, con el mismo resultado final. Estuvo durante más de diez minutos haciéndolo, hasta que acabó rompiendo con una trozo de sanitario el cristal de un coche aparcado, como si en ello le fuese la vida.

Entonces se oyó un silbido, y desapareció.

Cinco minutos más tarde, llegaron cuatro coches de policía que estuvieron apareciendo y desapareciendo hasta que un rato después se fueron tal como habían venido.

Algunos minutos más tarde, dos o tres botellas se estrellaban contra unas chapas metálicas que sirven de valla a un solar que hay delante de mi ventana, y la cabeza de dos personas apareció detrás durante unos minutos. Estuve a punto de llamar a la policía, pero al final me metí en la cama y me dormí, porque entre otras cosas, no sabía si esos eran los de antes o no.

Y aunque puede llegar a plantearse uno qué nivel de desesperación o locura tiene que tener una persona para hacer algo así, me digo a mí mismo que no siempre hay que ver víctimas en todas partes, y que muy probablemente ese individuo era sólo un hijo de la gran puta con demasiado tiempo libre y ganas de joder al prójimo.

The One Thousand (1000) Post

Este es el post número mil. Sí, pero tengo un pequeño problema con él, porque aunque lo parezca, no es lo mismo el post número mil que el cliente número mil. Tengo la intuición de que escribir el post número mil hablando del post número mil es como si el supermercado se hiciese a sí mismo la compra número mil, y el premio de celebración de la compra número mil fuese la compra número mil. Y eso sería, cómo decirlo, hacer trampas. No se si me entienden. El caso es que pienso que debería escribir el post número mil, como si no fuese el número mil, como cualquier otro, y entonces, en el post siguiente, en el número mil uno, hablar del post número mil.

Pero no.

No voy a hacer eso. No por nada, sino porque no, simple y llanamente. No quiero, y punto. Olvida el "Justifica tu razonamiento" que había en el colegio barra instituto barra universidad barra etc tras cada pregunta susceptible de contestarse con un monosílabo afirmativo o negativo, porque ya no sirve. Ya no aplica. Ya no es útil. Cuando la pregunta no está impresa sobre un papel o reflejada en un monitor, te das cuenta de que muchas cosas pasan porque sí, y en ocasiones lo mejor es no buscarles una razón. Pero en ocasiones es necesario hacerlo, de vez en cuando, sólo para desempolvar un poco lo que llevas dentro y no olvidarte de ti, siempre y cuando esa búsqueda no se te lleve a ti por delante.

Que metafísico me estoy poniendo, coño.

Estoy bien, mamá, esto es sólo una entrada de un blog (sólo la número mil) y eso de ahí arriba sólo un estilo expresivo. Fíjate que en realidad, no he dicho nada, pero *parece* que lo haya dicho. Digo que sí, pero que cuando sí, a veces no. Pero tengo que escribir así porque intuyo que a la gente le gusta más ese estilo que las típicas y aburridas entradas de prosa y opinión que pongo desde hace algunos meses, aunque a mí me parezca un estilo —el anterior— más bien tonto y vacío. Su truco está en eliminar la duda, cualquier atisbo de reflexión, y por último la justificación (¿ven lo que les decía antes?) de toda afirmación y dar la impresión de que no has estado más seguro de nada en tu vida; lo sabes todo, sabes que lo sabes, sabes que sabes que lo sabes, y así ad infinitum. Estás tan seguro de lo que dices que casi das asco. Una buena dosis de nihilismo, indiferencia y cierta apatía es también muy recomendable; la miseria personal es un buen recurso de marketing, pero siempre sin acento. La vida es una mierda, aunque sepamos que no lo es. Todo eso junto, impresiona a cualquiera, sea fachada o no.

No estoy haciendo una crítica de nada. No.

Yo es que antes escribía así, más o menos, aunque ya no más. Nada realmente serio se puede escribir así; quizá un par de ideas, un par de opiniones, pero nada que uno quiera que vaya más allá. Es un estilo demasiado pretencioso, demasiado vacío, demasiado fácil. Mi señora me dice a veces: cuando te leía, parecías más "guay", el más "guay". Dabas la sensación de ir a tu bola y pasar de todo el mundo. Y (me) remata afirmando que en realidad, tú no pasas de la gente. Aunque seguramente no sea la persona que más me conoce del mundo, algo me conoce, así que se pueden fiar. La cuestión es que para el post número mil de hoy, The One Thousand (1000) Post, había pensado que no estaría mal recuperar aquel estilo de antaño. Sólo por hoy, y en el siguiente, seguir como siempre, o como últimamente. Pero al final, esto es lo que me ha salido, que ya ven que no es ni una cosa, ni la otra.

Ah. Y por hoy, ya que estamos de aniversario y cambiamos de milenio, dénse el lujo de poner un comentario, que es gratis. Porque yo lo valgo.

Pensar en los demás es de idiotas

Al individuo que les habla no hay muchas cosas que le pongan de mala leche, ni tampoco es una persona violenta. Dicho esto, teniendo en cuenta cómo está el tema del aparcamiento en las grandes ciudades como por ejemplo un dos tres Valencia, a esa clase de sujeto que aparca como en la fotografía superior ocupando dos plazas de aparcamiento sin ningún tipo de consideración ni solidaridad con el que viene después, lo colgaba yo de los cojones -o su equivalente femenino- y esperaba que se secase al sol.

Carta abierta a Telefónica

Estimado Sr. César Alierta,

Hace ya casi un par de meses, mi señora decidió cambiar de Vodafone a su operadora Movistar, aprovechando una oferta en uno de los terminales y el hecho de que yo tuviese contratado el servicio de telefonía móvil con ustedes. Casi al mismo tiempo, dio de baja una cuenta bancaria sin darse cuenta de que había proporcionado ésta para que le domiciliasen las facturas del móvil. Así pues, al darse cuenta del problema, para evitar posteriores trastornos a ambas partes, les llama y avisa de esto a una de sus amables operadores que le dice, después de actualizar los datos bancarios, que debe realizar una transferencia a favor de Telefónica por el valor de la factura (34 euros aprox.), ya que ésta ya está emitida y no es posible modificarla.

Ni corta ni perezosa, el día doce de junio realiza la citada transferencia, para descubrir que seis días después, el dieciocho de junio, ustedes pasan el mismo cargo en la factura. Le confieso que esto me resulta más que inaudito, ya que como le decía, según indicaciones de uno de sus trabajadores, la factura ya estaba emitida; supongo que al parecer no. No voy a describirle todas y cada una de las largas conversaciones que mi pareja ha realizado para intentar solucionar este problema, ya que son harto tediosas por la palabrería de sus trabajadores, pero le diré que mientras unos insistían en que el pago se realizaría en la próxima factura, otros indicaban que se ingresaría por transferencia. Todos muy comprensivos, conscientes de que se había pagado dos veces por el mismo concepto, pero inútiles a todos los efectos. Hoy, cuatro de agosto, sigue sin recuperar un dinero, que, le recuerdo, es suyo.

Ayer por la mañana, les llamamos de nuevo para ver, y perdóneme el lenguaje, qué coño pasaba con esos 34 euros que al parecer ustedes se niegan a devolver. Una cordial operadora nos indica entonces, después de un buen rato de vana retórica procedimental, que para que se realice el pago mi pareja debe enviar un fax con el justificante de la transferencia, cosa que al parecer ninguno de los anteriores operadores fue capaz de decirle. En este punto, le confieso que hay muchas preguntas que me hago.

Me pregunto si la más que patente incompetencia de los operadores de su empresa, después de todo la gente que representa a Movistar ante el cliente, es simplemente incompetencia, o es parte de algún tipo de política interna por la que se intenta, y vuelva a perdonarme, joder al cliente hasta que este desiste de cobrar un dinero que es suyo. Le advierto que ese no es nuestro caso.

Me pregunto cómo es posible que en su sistema de gestión interna no dispongan ustedes de ningún justificante en el que conste que el pasado día doce de junio se hizo una transferencia de aproximadamente 34 euros a su favor, ni que exista constancia de las múltiples y repetidas llamadas que se hicieron para intentar resolver este problema, como parece derivarse del hecho de que sea necesario enviarles un fax como justificante de la transferencia. En realidad, sí que disponen ustedes de tal información, según indicaciones de varios de sus trabajadores, pero eso roza ya el absurdo y me niego a intentar buscar otra justificación que no sea la de poner ilimitadas trabas al pago de las deudas pendientes.

Me pregunto cómo es posible que sus operadores, y esto estoy seguro de que es una política interna, sean tan reacios a indicar el procedimiento a seguir para realizar una reclamación oficial, es decir, en una de esas hojitas de la administración, con numero de registro, sello de la administración y copia para el cliente. Es más, me pregunto porqué insisten en que enviar un fax a Telefónica indicando el motivo es efectivamente una reclamación oficial, que se analizará y pasará a los correspondientes departamentos internos; le confieso que eso me parece un engaño en toda regla. Tanto usted como yo sabemos que eso no es una reclamación oficial, por mucho que sus operadores insistan en lo contrario, y no encuentro palabras para calificar el hecho de que yo tenga que estar cinco minutos al teléfono para que finalmente, me digan que puedo rellenarla en cualquier distribuidor autorizador de Movistar; así de fácil.

Me pregunto qué pasaría si yo dejase de pagar una factura de 34 euros y estuviese casi dos meses sin pagarla, y además, les pidiese que me mandasen un fax con la factura para corroborar la deuda. Los dos sabemos qué pasaría; me darían de baja la línea y con algo de suerte me meterían en el registro de impagados.

Finalmente, me pregunto también porqué hemos de pagar de nuestro bolsillo un fax, que como seguramente sabe no es gratis, por una deuda que ustedes tienen, y porqué he de dedicar varias horas de mi tiempo a subsanar un problema que desde el principio fue causado por ustedes, y que se hubiera podido probablemente arreglar sin mayores problemas si hubiesen puesto algo de intención y sobre todo, competencia.

Tanto usted como yo sabemos que este tipo de prácticas son habituales en todas las operadoras, y en pocas palabras, nos tienen ustedes cogidos por las pelotas, pero le doy mi palabra de que tan pronto como caduque el período de permanencia, abandonaré su empresa como cliente. Sin más, simplemente indicarle que como es normal, no vamos a desistir en el cobro de esos 34 euros, aunque sería de desear una mayor colaboración por su parte, algo que estas alturas ya hemos descartado. Por mi parte, rellenaré las hojas de reclamaciones (oficiales, por supuesto, que me río yo de sus "cauces internos") que sean necesarias, acudiré a la oficina del consumidor, y por supuesto, me acercaré a una de sus tiendas para enviar el mencionado fax. Con el propósito, como le he indicado varias veces, de recuperar un dinero que nos pertenece.

Atentamente,

XXXXXXXXXXXXXX

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Señores y señoras, me voy de vacaciones, por lo que hasta finales de agosto o principios de septiembre no les aseguro que vaya a haber nada nuevo por aquí (aunque quizá, esporádicamente). Lo cierto es que tengo la impresión de que este blog perdió parte de su personalidad hace unos meses, cuando anuncié que lo cerraba, a pesar de que he intentado mantenerlo medianamente actualizado. No sé cómo volverá, pero bueno, eso está por ver. Pasen unas buenas vacaciones los que las tengan y los que no, piensen que en agosto hay menos trabajo. Hasta pronto.

Copyright 2007

Esta noche estaba escribiendo, pero ya ven que soy incapaz de quedarme quieto en mis palabras y necesito pasar a las de otros de vez en cuando. Eso hace mi avance algo más lento y discontinuo de lo que a mi me gustaría, aunque no sé si eso es bueno o es malo, como tampoco sé qué supone para ustedes que yo pase por aquí a estas intempestivas horas nocturnas a decirles, así de pasada, lo chocante que me resulta leer la exposición de los sentimientos (no ideas, pensamientos o tribulaciones) de otras personas, reales, serios, sentidos y profundos, dramáticos, plasmados en palabras, y rematados por un "copyright 2007".

Claro que eso no hace esos sentimientos menos reales, no. No hay porqué dudar, pero me pregunto de dónde surge la absurda necesidad de proteger lo que uno siente, y pienso que definitivamente, aunque no los haga menos reales, sí, los degrada.

No me hagan mucho caso. Es tarde.

+ ONO

Como cada fin de mes, hoy ha llegado la voluminosa factura de ONO. Esta vez, dentro del sobre iba además una hoja apelando a nuestra bondad medioambiental, pidiendo que, por el bien de la conservación de nuestros bosques, del medio ambiente y bla bla bla, sustituyésemos la factura actual, en papel, por el formato electrónico. Hace años, cuando un servidor tenía dinero y era capaz de cierta capacidad de ahorro, solía utilizar una cuenta de Openbank para obtener más rentabilidad que el mísero 0,1% que creo que me da en la actualidad Cajamadrid Obra Social jajaja, y estoy siendo optimista. Cierto día, mediante un banner se me invitó a utilizar la factura electrónica, y al hacerlo, esa cuenta dejó de tener gastos de correo asociados.

No sé dónde están especificados qué parte de los cincuentaypico euros que pago al mes a esta compañía de tácticas de marketing más que dudosas son de correo, porque asumo correctamente que ONO no me está regalando ese servicio. De hecho, no están especificados. Lo cual simplemente implica que yo salvo al medio ambiente mientras ONO se queda con mi dinero. Quizá otro día podría tener otra opinión, pero hoy es lunes y no me da la real gana; estoy harto de que abusando de la responsabilidad social del ciudadano algunas empresas se dediquen a sacar beneficios.

Así que, si por mi culpa este mundo se va a la mierda, que así sea. A la mierda.

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En otro ámbito de cosas, hoy ha muerto Ingmar Bergman, nombre fonéticamente molesto donde los haya, y también director genial donde los haya. Si no lo conocen, deberían. Busquen algo que ver; este tipo era más que un genio.

Google (algo útil)

Quizá esto no les interese demasiado, pero es algo sobre lo que quería haber escrito en su momento, así lo voy a colar aquí. Verán, hace unas cuantas semanas, a raíz del documental de Michael Moore contra el sistema sanitario norteamericano, alguien en Google descubrió que tener un blog en el que representas a tu empresa implica que no siempre puedes decir lo que quieres, y menos si tu blog lleva por descripción "News and Notes from Google's Health Advertising Team". En este caso en concreto, Lauren Turner tuvo incluso que dar marcha atrás y matizar sus palabras, aunque a la vista del revuelo que se levantó no parece que las palabras que escogió para hacerlo fuesen las mejores.

Hasta aquí, lo que parece ser la postura oficial: uno de nuestros empleados ha dicho algo inapropiado, le echamos la bronca y rectifica públicamente. Pero no me negarán que no deja de ser sospechoso que en un blog que es a todas luces corporativo aparezca algo que aparenta ser una opinión personal ajena a Google, así que personalmente me inclino más por un globo sonda de Google y una rectificación simulada que por un error real; es decir, una forma de publicitar sus poco populares prácticas sin que tal anuncio parezca venir total y oficialmente de Google. Porque recordemos que no estamos hablando del blog de Lauren Turner que casualmente trabaja en Google, sino más bien al contrario: un blog de Google, en el que casualmente escribe Lauren Turner.

Aunque supongo que todo esto es normal y en cierta forma previsible; ya saben que desde hace un tiempo, y como ellos se encargaron de anunciar, aquello de Don't be evil no es cosa de Google.

Excusa

Hoy, leyendo una cita, se me ha ocurrido algo que he pensado en contarles en clave de ficción: diálogo, probablemente. Pero después de hilarlo durante un par de horas y manufacturar casi toda la conversación en mi cabeza, me he dado cuenta de que no. Que no qué, se preguntarán algunos, porque otros ya sabrán de qué hablo. Que no voy a ponerla aquí, que no la van a leer en este blog. Que sí, que la prefiero impresa en papel, reciclado o no, en negro sobre blanco, que me gusta lo suficiente para eso.

Debieron suponer ustedes que cuando les dije aquello de que estaba escribiendo una novela, cuando enterré el blog y lo lo desenterré al par de días, justo como en Cementerio de Animales de Stephen King, algo iba a cambiar. Que esto iba a ser lo mismo, pero no iba a ser *exactamente* lo mismo; que parecía igual, pero no sería *exactamente* igual.

Así que me van a tener que perdonar. No sólo por haberles hecho llegar hasta aquí para nada, algo a lo que creo que ya les tengo acostumbrados, sino también por aquellas veces como esta en las que me guardo algunas cosas para "otro sitio".

Cosas que aborrezco

Hay libros a los que les coges manía sin ni siquiera haberlos empezado. O eso me pasa a mí, y perdonen que generalice. A otras personas, entre ellas mi señora, les pasa eso con las películas, pero a mí como les decía me pasa con los libros. Es un poco como esa gente a la que, sin conocerla, ya le hemos puesto la cruz encima con sólo mirarla un par de veces: estúpida, chulo, tonta, altanero, o lindezas similares; a mí eso me pasó en el instituto con varias personas, y al final todas resultaron la mar de agradables. Por el contrario, muchos de los que conocía mejor acabaron siendo individuos bastante decepcionantes, pero qué más da, a la mierda con ellos. Claro que tampoco sabe uno si lo mismo hubiera sucedido al invertirse la situación; quizá sea el contacto prolongado con las personas lo que hace que me resulten tan frustrantes (probablemente el sentimiento sea recíproco, aunque no les culpo). Se me ocurre ahora que además, lo mismo que les contaba con los libros y las personas me sucede con la comida, y no deja de ser preocupante que esta tendencia se extienda a otros ámbitos de mi vida. Hay tantos platos que sin haber probado -platos que por supuesto no tengo intención de probar- me provocan arcadas que podría empezar y no parar hasta mañana, así que no les aburriré con eso. La cuestión, como les iba diciendo, es que yo, sí, tengo libros a los que les tengo manía. Libros y autores, que compré y de tanto oírlos recomendar y alabar a mis ex compañeros de facultad, acabé odiando profundamente, sin ni siquiera abrirlos o haber leído una mísera página, y ahí están, en lo alto de una estantería, acumulando polvo hasta que desaparezcan o los ácaros se los coman. Tal es este sentimiento que sólo la imagen o el mismo nombre de alguno de sus autores me genera un respingo de aprensión. Ya sé, cómo no, lo mucho que me pierdo y lo irracional de este comportamiento, pero por irracional, comprenderán que no pueda controlarlo y admita que tal cosa no me preocupa en absoluto. Libros, personas y platos hay tantos, que para qué. Bueno, quizá platos no haya tantos, es cierto, pero tenemos que acabar con esto.

Quizá quieran saber cuáles son esos libros y esos autores que tanto aborrezco, y quizá, por honradez, debería decírselos, pero creo que, por el bien de mi presente reputación y sobre todo por la futura, si es que algún día llego a tener algo como tal cosa -de ilusión también se vive-, voy a ocultar esos nombres y esos títulos en lo más profundo de mi cabeza, y si les parece bien, justo antes de morir, se los digo. Y entonces, que me juzgue quien quiera.

Tomando ejemplo

Leo hoy en elmundo.es que han ejecutado en China al ex director de la agencia reguladora de alimentos y fármacos por corrupción: aceptar sobornos por aproximadamente 616.000 euros, incluidos regalos. Sentencia y ejecución en poco más de un mes. Ya saben, y si no lo saben se lo digo yo, que estoy totalmente en contra de la pena de muerte. Pero...

... ¿se imaginan cómo cambiaría el panorama político y social de este país si, tomando ejemplo, colgasen a un par de políticos de estos que nadan en el dinero de las comisiones de los constructores?

Bien, ¿no?