Magnesio

En el libro de Arno Ilgner Guerreros de la roca que hace meses que estoy leyendo (concretamente, desde que me lo compré), hay un parráfo que dice lo siguiente, en relación con lo que éste llama "fugas de poder" (derrochar energía —concentración, dinamismo, continuidad, etc.— en hábitos inútiles, diálogo interior limitador, etc.):

 

Piensa en la costumbre de echarte magnesio en las manos. Algunos escaladores pasan tanto tiempo empolvándose nerviosamente las manos que pierden la capacidad de escalar de forma tranquila y continua. Según vas haciéndote más consciente de tus hábitos durante la escalada, puedes empezar a analizarlos y a descartar los que inhiban tu desarrollo.

 

El tema del magnesio es un tema interesante y no sólo desde la perspectiva que comenta Arno Illger. En efecto, soy de la opinión de que el magnesio es en la mayor parte de los casos un hábito innecesario que en un futuro puede ser difícil de eliminar y que puede condicionar la continuidad en vías complicadas; lo cierto es que a muy poca gente le sudan tanto las manos como para tener que embadurnárselas cada cinco minutos como si fuese harina antes de amasar una pizza; *quizá* pueda ser necesario al comenzar la vía, y en vías largas cada X agarres, pero poco más, y sin duda, no siempre. Se trata, en mi opinión, de un tema similar a la depilación de las piernas en los ciclistas que no compiten: un hábito/manía/costumbre propia de entornos más profesionales y/o competitivos (donde este aspecto es necesario entre otras razones para facilitar la realización de masajes tras las carreras), que es adoptada por los aficionados más "pasionales" como símbolo de pertenencia a un grupo, para distinguirse de aquellos menos metidos en materia ("globeros" en argot ciclista).

Otra visión interesante, pero poco clara, es saber si el magnesio degrada la supeficie de la roca; unos opinan que afecta, mientras otros dicen que al contrario, el magnesio es el que evita que el sudor pula los agarres; supongo que un análisis químico de la interacción del magnesio con los diferentes tipos de roca sería lo más adecuado, y desvelaría este misterio. Al parecer, en algunas escuelas (extranjeras, al parecer) ya está prohibido y existen alternativas, aunque algo deficientes a decir por los comentarios. Si perjudica o no la roca, la verdad es que quizá sea el menor problema medioambiental al que nos enfrentamos; si se ve en perspectiva, hablamos de zonas muy específicas, y de una acción muy limitada. El viento, la lluvia, la nieve, y otros factores alteran la roca naturalmente, y pensar que un poco de magnesio supone un problema medioambiental carece de sentido. Dejemos aparte el efecto de la escalada sobre el entorno y las especies animales que en éste habitan, aunque de nuevo, ese efecto, siempre que se respete el medio, es inferior al de la mayor parte de las actividades humanas: carreteras, edificaciones, corredores aéreos, ganado, etc.

Una tercera visión de este asunto es la estética; en escalada con cuerda, este efecto se suele disimular por la magnitud de las paredes y el efecto de la lluvia y otros elementos naturales. No obstante, cabe indicar que en desplomes o techos estos elementos no intervienen. En cualquier caso, el aspecto estético adquiere mayor importancia cuando hablamos de bloque, por ser éste más exigente en la utilización de las manos. Un día de un grupo de escaladores sobre un bloque puede dejarlo lleno de marcas que tarden bastante tiempo en irse; si esto lo extrapolamos a zonas donde la práctica de bloque es habitual (Albarracín, por ejemplo), el resultado no es demasiado agradable. Aunque existen escaladores que intentan cepillar las marcas, lo cierto es que son los menos, y eliminar las marcas tras muchas horas de magnesio puede ser complicado por no decir imposible. De nuevo, este es un problema relativo; unas marcas de magnesio sobre unos bloques puede no ser demasiado agradable a la vista, pero mucho más perjudicial es la tala indiscriminada, la recalificación de terrenos forestales para la construcción, o la quema intencionada de montes. No se trata de elevar el magnesio a la categoría de residuo nuclear, ahora que está en boga el asunto.

Por último, está el tema más ético y deportivo, relacionado no ya tanto con el medioambiente, sino con otros escaladores que pueden querer probar la vía de la manera más limpia posible. La utilización indiscriminada de magnesio por parte de algunos escaladores conduce a que los agarres de las vías aparezcan claramente marcados, y desaparezca la dificultad de encontrarlos para aquellos que realizan la vía a vista. Obviamente, en algunas vías existirán diferentes agarres para un paso, pero a medida que el grado sube y los pasos se complican, la variedad de movimientos y agarres comienza a reducirse, quedando en ocasiones limitado a uno sólo: el que tiene el magnesio. Si en un paso complicado no hallamos la manera de pasarlo, pero vemos magnesio unos centímetros por arriba, es muy probable que ese sea el camino correcto para encadenar la vía; quizá nos decidamos a saltar a por un agarre que está fuera de nuestro alcance y que no vemos bien pero que está literalmente lleno de magnesio. La cuestión es: ¿lo habríamos encontrado sin la marca de magnesio? ¿nos habríamos arriesgado a saltar a por un agarre del que ignoramos su calidad en caso de no ver el polvo blanco rodeándolo?

Llegado a este punto, la pregunta que cualquier escalador debe hacerse es: ¿necesito realmente el magnesio? ¿Es una manía, o una necesidad? ¿Utilizo la cantidad justa? ¿Requiere esta vía que me empolve las manos? ¿Me gustaría que el que viniese detrás encontrase la vía limpia, o llena de marcas? ¿Cómo me gustaría encontrarla a mí?