La Botella

(Supongo que debería empezar por los atentados de ayer en Londres, pero no sabría qué decir. Me tocaría ser políticamente incorrecto y daría la sensación de que no tengo sensibilidad hacia las víctimas del atentado. Ahora no es el momento. Otro día.)

Aparte de eso, no tenía mucho que decir. La semana ha sido algo ajetreada, y llevo acumulado bastante sueño. Han habido diversos acontecimientos de relevancia que no comentaré aquí de momento. Esa es, a menudo, la principal diferencia entre un blog personal y un diario. Que mientras en el diario dispones de total libertad para escribir lo que quieras, en el segundo estás limitado por el hecho de que tu familia (¡hola!), tus amigos (¡hola!) o tus compañeros de trabajo (...) se enteren de que (tú piensas que) éste o aquél es un gilipollas, o que te has tirado a ésta o aquélla. Claro que siempre puedes crear uno ajeno totalmente a ti, y no publicitarlo. El anonimato siempre es una buena máscara. Reconozco haberme planteado algo así hace algún tiempo, pero si no tengo tiempo para escribir uno, me sería casi imposible mantener dos. De todas formas, si lo hago, lo avisaré. Pero no daré la dirección, por supuesto.

Decía, tras lo que sería el disclaimer, que no tenía mucho que decir.... hasta que he oído las declaraciones de doña Ana Botella —me abstendré de añadir cualquier calificativo— respecto a las Olimpiadas del 2012 y al hecho de que Madrid no las haya conseguido: «Cuando ninguno de los votos de Nueva York viene a Madrid, creo que eso tiene que hacer pensar», «Al final los actos en la vida tienen consecuencias», «pero claro, cuando tenemos un presidente del Gobierno que ni se levantó cuando pasó la bandera de los Estados Unidos....no vamos a entrar en otras cuestiones». Es interesante, o más bien paradójico, que la señora Botella (quizá ella preferiría una fórmula más falangista: Ana Botella de Aznar) hable de consecuencias. Debería pensar, si fuese capaz, en las que le trajo a este país la entrada en la guerra de Irak en la que su partido, y más cercanamente su marido, nos metió (y no me vengan con demagogias de tiranías, que hay muchas por el mundo y Occidente hace la vista gorda). Pero lo haría si además de ser capaz de pensarlo, fuese intelectual y políticamente honesta, cosa que no lo es.

A diferencia del señor Ruiz Gallardón, quien me parece uno de los políticos más honestos e interesantes de este país, y quien afirma al respecto «que nadie busque otras responsabilidades porque yo las asumo todas». Como decían esta mañana en la radio en el programa No Somos Nadie, debería añadir a eso la responsabilidad de dejar a una individua como la Botella al cargo de la alcaldía de Madrid. Imperdonable, ¡señor Gallardón!