Al servicio de su Majestad

Hace un par de días, mientras me encontraba en plena faena, es decir, trabajando, jauría de malpensados, recibo la llamada telefónica de una ex compañera de trabajo. Una chica con la que apenas tuve relación, profesional y de cualquier tipo, y que abandonó su puesto hace apenas unas semanas. Tras un par de llamadas perdidas que no puedo atender y un mensaje que parece sugerir que no le quiero coger el teléfono (el mundo está repleto de gente importante), me hago con ella. Nota mental a posteriori: eres idiota. Los pertinentes saludos de cortesía, ese qué tal, ese qué es de tu vida y otros típicos eses, a lo que ella responde con algo como Muy bien blablabla pues verás blablabla ONO blablabla virus blablabla mi ordenador no funciona blablabla y un palpable tono de amistosidad. Blablablá blablá. Pues eso, clarísimo.

Craso error, pequeño saltamontes, el de esta llamada. Tras unos segundos de desconcierto, me doy cuenta de lo que esta mujer me está pidiendo es que un día me acerque a su casa, lo antes posible (eso era importante), para arreglarle el ordenador, ya que en estos momentos no puede trabajar ni hacer nada. Mardito viru, maldigo entre dientes. Terrible acontecimiento sin duda, me lamento. Apesadumbrado me encuentro, le confieso. Y seguimos para bingo. La protagonista de nuestra historia incluso se ofrece amablemente a recogerme y llevarme a su casa, algo que escucho anonadado. Tras unos instantes de reflexión, que duran lo que duran unos instantes, y en los que valoro la remota posibilidad de que esta mujer me quiera llevar al huerto, recuerdo brevemente la nota mental anterior: eres idiota, y vuelvo a la realidad de mi absurda existencia.

Pero como yo no sé decir que no, no lo digo (mal hecho, mal hecho). Aunque tampoco digo que sí. Digo que ahora no puedo, cosa que es verdad. Que mañana no puedo, que tampoco es mentira. Que pasado no puedo, ídem de lo mismo. Que el fin de semana que viene, obviamente, nasti de plasti. Y la semana que viene, dios dirá. Aunque me da que él puede decir mucho, pero yo digo que va a ser que no. Porque el caso, querida amiga, si me lees, y pongámonos serios que la ocasión lo requiere, es que no me apetece acabar de trabajar y meterme con el ordenador de alguien a quien apenas conozco (esto es lo más importante), que me dará más problemas que otra cosa, a arreglar algo que no me causa ningún tipo de interés, y que generará sin duda reincidencia en tus peticiones. No me da la gana, y punto. Y ya sé que te mereces que hubiera dicho esto a ti en directo, pero soy un cobarde, ya lo ves, y además, yo no me merezco que alguien a quien apenas conozco me meta en semejantes compromisos, así que creo que estamos en paz.

Bueno, dicho esto, te deseo que seas muy feliz. A pasarlo bien :)

Prez gorite, prez poliata, Pod zvezdite, nad zhitata (Ladytron, Discotraxx, en 604)