MANUEL BENET NAVARRO

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Rutina

March 26, 2006 by m in mis textos

Unos segundos de pausa, pensando en una respuesta, con la mirada fija en la silla. Ausente, de pie en una habitación semivacía y semidesierta, observa el zapato reluciente apoyado sobre el borde del asiento. La balancea ligeramente, una y otra vez, hasta que la hace caer al suelo; no hace mucho ruido. Mientras observa la escena con indiferencia, mete las manos en los bolsillos y parece resignado a ceder ante los argumentos. Tampoco es que el tema le interese demasiado.

—No sé, quizá tengas razón, pero sigo pensando que su primer disco tenía mucha más fuerza.

—No te voy a negar eso, no podría, pero el sonido, las voces, el acompañamiento, todo, todo, estaba mucho más elaborado en el que sacaron después. Eran más, no sé como decirte…

Deja la frase en el aire y se acaricia la barbilla, en un alarde de intelectualidad, buscando la palabra correcta. Le gusta regodearse en momentos como este.

—¿Más maduros? —contesta aburrido—. Sí, eso, más maduros. Es verdad que perdieron algo del empuje con el que debutaron, pero recuperaron eso con Snakes on a plane cuatro años más tarde. Jimmy Hale hizo maravillas con ese disco —afirma, con la seguridad de que tiene el combate ganado, mientras su boca muestra una ligera sonrisa de satisfacción.

Unos segundos de silencio en los que no se escucha más que un leve y rítmico sonido, similar al de una bisagra oxidada que se abre y cierra. Mantiene la mirada al frente, mientras juega con las llaves en el bolsillo. Gira levemente la cabeza y estudia la ropa de su compañero durante unos segundos.

—Me gusta el traje que llevas. Te debió costar un montón de pasta.

—Puedes apostar a que sí. Sus buenos dos mil pavos —dice mientras se pasa las manos por las solapas, alisándolo—. Estoy realmente orgulloso de él.

Más silencio, y las mismas dos miradas aburridas, esperando. Cinco, diez, veinte, treinta segundos.

—Te apuesto esos dos mil pavos a que tarda más de cinco minutos en dejar de balancearse —propone, con la misma mirada seria e indiferente.

—Hecho. Y el que pierda, lo baja. Hoy no quiero mancharme.

—Pues tendrás que ir con cuidado —advierte con el semblante serio, sin sacar las manos de los bolsillos.

En realidad, le importa bien poco si pierde o gana, pero al menos así está entretenido.

—Descuida —dice al tiempo que una sonrisa asoma por la comisura de sus labios.

A medio metro sobre el suelo, un cuerpo inerte con la garganta destrozada por una soga, se balancea al final de una cuerda, hasta que se detiene cuatro minutos y treinta y seis segundos después.

March 26, 2006 /m
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