Las acotaciones en los diálogos
Uno de los elementos con los que más rápidamente se puede conocer la experiencia (o meticulosidad) de un escritor (novel o no) son los diálogos, y en concreto su puntuación. Personalmente (aunque el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, y no seré yo), este es el primer criterio que utilizo a la hora de descartar la compra de un ebook en Amazon. Descargo la muestra que te ofrece la plataforma, y echo una ojeada a los diálogos. Si veo varios errores, es razón suficiente para desconfiar, ya que o el autor no ha corregido lo suficiente, o no sabe puntuar los diálogos, y ambas opciones son malas. Es cierto, quizá la trama sea excelente y los personajes magníficos, pero sé que cada vez que vea un fallo, voy a rechinar los dientes.
De hecho, cuando comencé con las correcciones de Buena suerte, ya sobre la versión "estable", el primer punto que revisé fue este. En realidad, se trata de un puñado de reglas que una vez interiorizadas son muy sencillas de seguir; luego solo hay que corregir un poco para detectar y corregir los despistes.
Sí, todos hemos leído libros de autores consagrados como Saramago o McCarthy que se pasan estas normas por el arco del triunfo, pero no te quepa duda que ellos las conocen y han decidido conscientemente prescindir de ellas por diferentes razones. Estaremos de acuerdo en que ni tú ni yo estamos en esa situación. Así que toca seguir las reglas. Vamos allá.
1. Inicio del diálogo.
Un diálogo a) comienza siempre por una raya, también llamado guion largo (en contraposición al guion corto), b) la palabra a continuación va pegada a la raya, siempre sin espacio, lo que incluye cuando la frase comienza con signos de interrogación o exclamación (aunque el Word se empeñe en decirnos que antes del signo hay que poner un espacio; no le hagas caso).
Ah. No te voy a decir la combinación de teclas para obtenerla; pon raya diálogo en Google y copias el carácter de cualquier página medianamente fiable (esta de Fundéu o esta del Diccionario panhispánico de dudas de la RAE, por ejemplo).
— Yo no le pedí que hiciera eso.
—Yo no le pedí que hiciera eso.
—¡Yo no le pedí que hiciera eso!
—¿Le pediste que lo hiciera?
2. Acotación con verbo de habla.
Si el verbo que inicia la acotación es de habla (dice, comenta, expresa, resalta, indica, subraya, exclama, responde, contesta, remarca, añade, etc.), a) la intervención termina sin signo de puntuación (punto, coma, punto y coma, dos puntos), pero sí puede llevar puntos suspensivos y los signos de exclamación o interrogación, b) antes de la raya dejamos un espacio, y c) el verbo de habla comienza en minúscula y va pegado a la raya de la acotación. Lo mismo aplica si comenzamos la acotación con el pronombre (le dice, me comenta, le indica, me remarca, os dije, etc.).
—Yo no le pedí que lo hiciera. —le dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera —Dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera—dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera — dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera... —dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera —le dijo cuando levantó la vista.
—¡Yo no le pedí que lo hiciera! —le dijo cuando levantó la vista.
3. Acotación con verbo no de habla.
Si la palabra que inicia la acotación no es un verbo de habla (es decir, cualquier otra palabra), a) la intervención termina obligatoriamente con punto (excepto si el diálogo acaba con puntos suspensivos, un signo de exclamación o interrogación, en cuyo caso el punto no se añade), b) a continuación va un espacio antes de la raya, y c) la primera palabra de la acotación comienza en mayúscula y va pegada a la raya de la acotación.
—Yo no le pedí que lo hiciera —Entonces levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera.—Tras eso, se incorporó visiblemente molesto.
—Yo no le pedí que lo hiciera. — Cabeceó y se levantó.
—Yo no le pedí que lo hiciera. —Entonces levantó la vista.
—¿Qué más quieres que te diga? —Tras eso, se incorporó visiblemente molesto.
—No sé qué más quieres que te diga... —Cogió el tenedor y lo dejó sobre la mesa.
—¡Qué más quieres que te diga! —Cabeceó y se levantó.
4. Fin de la acotación.
Si tras la acotación el diálogo del mismo personaje continúa en la misma línea, la acotación se cierra con una raya que va pegada a la última palabra. Tras esto, se puede poner el signo de puntuación que marque el diálogo: punto, coma, punto y coma, dos puntos (evidentemente esto depende de cómo haya acabado la frase anterior; si la anterior intervención la hemos acabado con un punto, tras la raya de acotación no podemos poner una coma).
Si tras la acotación no continúa el diálogo del personaje, aplica lo mismo que en el punto 5.
Un error muy común: la puntuación al final de la acotación va DESPUÉS de la raya, no antes, con independencia de que la acotación tenga su propia puntuación interna. En el caso de los dos puntos, algunos autores comienzan con mayúscula, pero no parece ser una regla fija y va más asociada al contenido de la frase. Por lo general, yo comienzo con mayúscula.
—Yo no le pedí que hiciera eso. —Entonces levantó la vista.— Pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que hiciera eso. —Entonces levantó la vista. Pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que hiciera eso. —Entonces levantó la vista—, pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista —, pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que hiciera eso... —Entonces levantó la vista—. Pero no me hizo caso —murmuró.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—, pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista; allí estaba de nuevo esa mirada hueca—, pero no me hizo caso.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—; de todas formas, qué importa eso ahora. —Entonces me miró y dijo—: Ya sabes lo que pasó luego.
5. Fin de la línea.
La línea del diálogo nunca finaliza con una raya, ya acabe con otra intervención del personaje o una acotación.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—, pero vino igual—.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista.
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—. No sé, no lo recuerdo bien...
—Yo no le pedí que lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—, ¡pero vino igual!
—Yo le pedí que no lo hiciera —dijo cuando levantó la vista—, pero no me hizo caso.
6. Soliloquios o intervenciones largas
Cuando un personaje tiene una intervención que se alarga varios párrafos, se utilizan las comillas de cierre españolas o angulares (busca en Google, copia y pega). Como con la raya que inicia el diálogo, tampoco llevan un espacio después.
—Yo no le pedí que hiciera eso. Estaba fuera de sí, qué quieres que te diga —me confesó entre lágrimas—. No supe cómo responder, y luego ya era demasiado tarde, porque todo se había desmadrado, no teníamos su teléfono, ni tampoco ninguna otra forma de contactar con ellos. —Se levantó de la silla y dio un largo rodeo alrededor de la mesa.
»He pensado mucho sobre lo que pasó aquella tarde, sobre lo que hice, lo que hizo ella, y lo rápido que pasó todo, pero ahora ya no puedo arreglar nada, voy a tener que lidiar con ello el resto de mi vida de la mejor manera que pueda.
Algunas de estas reglas son fáciles de revisar mediante una búsqueda. Por ejemplo, si buscas la cadena « — » o «.—» (lo de dentro de las comillas, claro) en Word y te devuelve algún resultado, es casi seguro de que se trata de un error. Otras requieren una herramienta con algo más de flexibilidad para detectar determinado tipo de cadenas, algo que veremos en la siguiente entrada.
Nadie es perfecto, así que no descarto que se me haya colado algún error. Si ves algo que no te cuadra, déjame un comentario.