Me duele todo

Como todos los sábados últimamente, informe de situación. La verdad es que la etapa de hoy me daba cierto respeto, ya que transcurría por la zona donde veraneo y hay unas pendientes más bien interesantes. En realidad era miedo más que respeto, y sentir las piernas no del todo cómodas a las seis y media (de la mañana) cuando he salido no era, al menos aparentemente, una buena señal.

En total, han sido unos 165km, durante casi siete horas (sí, se me nota más aún este moreno a trozos). El trayecto era Moncada, Valencia, Turis, Macastre, Ventagaeta y vuelta por el mismo lugar. Al final, no ha habido demasiado que temer. Mis piernas se han portado razonablemente bien durante todo el camino, lo que espero que signifique que estoy recuperando la forma que perdí durante el pasado mes de marzo. Pero me duelen.

Últimamente mi cabeza me juega malas pasadas, así que por el momento, es todo lo que tengo que decir sobre cualquier cosa en particular y sobre todo en general. Será el sol.

(Rosemary / Heaven restores you in life / You're coming with me / Through the aging, the fear and the strife / It's the smiling on the package / It's the faces in the sand / It's the thought that moves you upwards)

Las bicicletas son para el verano

Hoy debería haber sido más leve, ya que eran sólo 105km, pero no ha sido así. Hemos salido desde Navajas, lo que me trae recuerdos para no olvidar ni recordar. La verdad es que sólo una vez allí me he dado cuenta del lugar. Podría decir algo como "siempre he pensado que debería fijarme más en los sitios por donde paso", pero sería un simple recurso estético. Jamás he pensado eso. Bien, hemos acabado a las 14:30h y cuando me miro parece que haya pasado el dia en la playa... en camiseta y tapado con la toalla hasta medio muslo.

A menudo, la gente te pregunta porqué los ciclistas se depilan. Seamos sinceros. La mayor parte de nosotros, nos depilamos por estética. Simple y llanamente. No es por el rozamiento de los pelos con el viento (sí, hay gente que piensa esto), ni por las heridas que puedan ocasionar algunas caídas (no, no nos caemos con tanta frecuencia), ni siquiera por los masajes (pocos cicloturistas se dan masajes). En un ámbito de competición, sean profesionales o no, la razón es esta última. Aplicar la crema de masaje (creo que aún me debe quedar algo por ahí, caducada por supuesto) a una pierna llena de pelos es algo asqueroso. Y así creo que queda resuelto este trivial enigma.

Disfrutad del fin de semana. Sólo se vive una vez.

Soy el puto Flipper

Bien, supongo que como llevo unos días prescindiendo de cualquier atisbo de creatividad y originalidad sin el más mínimo escrúpulo, puedo seguir haciéndolo un día más sin que se note demasiado. Y un día más también, se han ido al traste mis aspiraciones como Mark Spitz. Claro que acostándose a las dos menos cuarto, cuando el despertador suena a las seis y media recordándote que eres lo suficientemente gilipollas como para pretender levantarte antes de que pongan las calles y ponerte a nadar como si fueras un puto pescado, en el mejor de los casos lo único que consigues es retrasar el reloj (el puto reloj, para ser terminológicamente correctos) mientras maldices tu propia estupidez supina durante el lapso de tiempo que tu cabeza es capaz de articular algún pensamiento.

Eso en el mejor de los casos. En el peor, te ahorras las maldiciones, apagas el despertador en casi total inconsciencia y a las ocho menos veinte te despiertan con la extraña -siempre lo es- pregunta de porqué un miércoles no vas a trabajar. La cara de idiota que debo poner en esos momentos debe ser memorable.

Dolor, mucho dolor

Después de más de un mes sin salir en bici, hoy he vuelto... a sufrir. Han salido menos kilómetros de los que pensaba (99.5km), pero teniendo en cuenta el trayecto, no es como para ir pidiendo más. Én pocas palabras: Bétera, Gátova, Pico del Águila, Altura (almuerzo), Oronet por detrás, Serra y Bétera. Bueno, pues me he diluido, gracias a mi estado de forma, a un buen consejo de Rafa al poco de empezar a subir la cuesta de Olocau. El resto del camino ha sido un rosario. He puesto mi ritmo, he hecho las dos subidas lo mejor —o lo peor— que he podido siempre al borde de la pájara, y además con el añadido del viento en contra que ha soplado durante todo el camino de vuelta. Sólo de Marines Viejo a Gátova me he encontrado relativamente cómodo, lo que no significa absolutamente nada. Afortunadamente, tanto mi tío (que por cierto, y como hace siempre, me ha pagado el almuerzo) como mi primo Andrés, que el cabrón va como una moto (pero no tanto como Rafeta :P) se han desviado hacia mi casa y he ido acompañado.

Ah, joder. Estoy muerto. Derrotado. Y además me duele el culo. Porca miseria. (Next week: Chulilla)