¡Rebélate!

¿Cuantas patas tiene un perro?, ¿Cuánto suman dos más dos?. En teoría, sencillas preguntas estilo Test de Turing que preceden al posteo en algunos blogs, como medio de evitar los comentarios indiscriminados. Aparentemente... porque la realidad esconde algo mucho más oscuro y siniestro. Mucho más... terrorífico. ¿Qué ocultan, qué esconden todas estas sutiles cuestiones, dejadas caer misteriosamente al azar, acá sí, allá no? ¿Son producto de la casualidad? ¿Coincidencia tal vez? No lo creo, y hágame caso, sé de lo que hablo.

Porque su propósito, detrás de esa máscara de inocencia, no es otro que el de lentamente, como un gusano que penetra en una manzana y la acaba pudriendo, obligarnos a aceptar una realidad que sin darnos cuenta vamos asumiendo como propia, prostituyendo a la vez nuestro libre albedrío, devorando nuestra libertad, destrozando nuestra voluntad. Existe algún tipo de extraño control, de censura encubierta, de sometimiento implícito en todas esas preguntas.

Pero nosotros somos más listos y ellos no están preparados para eso. No nos dejamos engañar tan fácilmente. Porque, ¿no sigue siendo un perro aquel que tiene tres patas? O, ¿son dos más dos cuatro en cualquier universo posible? Y aunque así fuese, ¿por qué no se me permite ponerlo en duda? ¿por qué se pregunta algo cuya respuesta está fijada de antemano? Represión, censura, manipulación; los peores crímenes encerrados en una sencilla interrogación.

Detrás de todo esto, hay un mensaje muy claro que muchos se niegan a ver. Si deseas comentar, arrodíllate, obedece, comulga con mi realidad: ¡Sométete!