Objetivo: 7a (y un cuerno quemado)

No sé si recuerdan que hace algo más de dos meses publiqué una entrada en la que exponía mi intención de comenzar a racionalizar mi entrenamiento, con el objetivo de encadenar (en aquella ocasión dije "montar", pero quería decir "encadenar") un 7a antes de junio. Es decir, un 7a en aproximadamente un año de escalada partiendo de la nada y en seis meses a partir de 6a+. Voy a esperar un momento a que se les pase la risa.

La cuestión es que, como pueden imaginar, pasar de un 6a+ a un 7a es como intentar hacer una maratón en 3:30h cuando tu marca está en 4h. Es decir, que tiene su miga y es (¿casi?) imposible en seis meses. Bueno, nunca he corrido una maratón, así que no sé si la analogía es la mejor, pero qué más da, ustedes ya me entienden. Dejando la barbaridad implícita en las intenciones iniciales, lo cierto es que no he estado demasiado centrado en la escalada de los últimos tres meses y tampoco puedo decir que las circunstancias me hayan respetado lo suficiente.

Para empezar, la analítica de febrero me sacó una anemia ferropática, que aunque Laura diga que no es gran cosa, estoy seguro que es muy grave y que me ha debilitado enormemente (eso era una ironía, por si no lo han pillado). Luego tuve un bajón anímico en febrero (seguro que fue la anemia, no hay duda) durante el cual me pasé casi cuatro semanas sin entrenar y con no demasiado éxito en el día de escalada semanal, que me costó dos maillones. Por si eso fuera poco, tengo un nivel de estrés significativo, que ahora parece que estoy comenzando a digerir. Y por último, los flexores del antebrazo derecho han estado molestando ligeramente en las últimas escaladas, aunque eso es lo de menos.

En definitiva, que si encadeno un 7a en los tres meses que quedan, será un símbolo de que el fin del mundo está cerca, tal y como anticiparon sabiamente los incas. Actualmente encadeno 6a+, aunque no se puede decir que tenga el grado al 100% asentado, pero casi. Ya he encadenado quizá media docena de 6b aunque tengo serios problemas de resistencia en vías largas de continuidad, y ciertas limitaciones en el ámbito psicológico. Particularmente, controlar el diálogo interior negativo es uno de los aspectos en los que más tengo que trabajar, pero como diría aquel, estamos trabajando en ello. El acento tejano se lo dejo a ustedes.

Ahora bien, dado que no hay viento favorable para aquel que no sabe donde va (como me gustan los refranes, leñe), desde esta difícil perspectiva, ¿a dónde vamos? Pues hacia delante, obviamente, o mejor, hacia arriba. Creo que encadenar un 6c puede ser algo más asumible, si aprovecho las fiestas que vienen en abril, aunque visto lo visto, no debería volver a pillarme los dedos. Al fin y al cabo, ¿qué más da?