No dejes que la realidad te estropee una buena entrada

Hace unas semanas, venía yo pensando en escribir una entrada acerca de cómo las máquinas expendedoras de tabaco, a diferencia de las de refrescos o productos alimenticios, nunca devuelven una moneda como no válida. No es que yo sea un fumador habitual, pero en ocasiones me veo obligado -con sumo placer por mi parte, cabría más- a realizar compras por cuenta de mi señora, que sí lo es. Durante todas estas adquisiciones, observé que nunca una de estas máquinas me había rechazado una moneda introducida, y concluí felizmente que el sistema de reconocimiento monetario -o como lo quieran llamar- utilizado era tecnológicamente superior al que utilizaban los señores de Coca Cola. A partir de eso, mi mente maligna quiso ver algún tipo de perversión procedente de las compañías tabaqueras y su empeño por acabar con la salud del mundo civilizado y el que no lo está.

Creo que al día siguiente de tener tal brillante idea, le pregunte a L. si ella había observado tal curiosidad, y para mi sorpresa me contestó que no, que a ella a veces las máquinas de tabaco le rechazaban las monedas. Aparte del hecho no totalmente prescindible de que suelo utilizar este tipo de máquinas tanto para comprar unas cosas como otras de forma más que esporádica, lo que no creo que pueda considerarse un campo de estudio demasiado fiable, su respuesta tiró por tierra mis esperanzas de revelarles un complot mundial de las compañías de cigarrillos, que no digo yo que no exista, sino que está claro que no es este.

Y todo esto, ¿a santo de qué? Pues verán, dicen que esto de los blogs et al. supone una amenaza seria para los periódicos tradicionales, y ya saben el lema -o lo que sea- ese periodístico que dice que no dejes que la realidad te arruine una buena noticia. Y estaba yo pensando, a raíz de todo lo que les he contado, la cantidad de historias que puede leer uno en los blogs -incluído el mío- como hechos probados y generales, y que una vez vistas de cerca no admiten el más mínimo análisis serio. Claro que a nosotros no nos pagan por esto, y a ellos sí.

Por cierto, ahora que caigo, ¿se han dado cuenta de que las máquinas de tabaco nunca rechazan las monedas? ¿No les parece sospechoso?