Madre soltera

Hace algún tiempo quedé a tomar algo con unas amigas que hacía demasiado que no veía. Estas amigas a su vez, tienen una amiga. Hablando, así por casualidad, resultó que esta amiga tiene un amigo, y que esta amiga quiere ser madre. Así que durante un tiempo, esta amiga se planteó no utilizar ningún tipo de protección para, con la colaboración puntual de su compañero pero al parecer sin su consentimiento, quedarse embarazada, pero quedó claro que su intención era ser madre soltera y que el padre no iba a tener, al parecer, ningún tipo de decisión sobre todo aquello. Ni sobre la propia concepción, ni sobre la educación de su hijo, ni sobre nada que pudiera tener relación con éste. Ni para bien, ni para mal. Es decir, no participaría de la vida de su hijo, pero tampoco tendría que responsabilizarse de ningún aspecto de ésta, ni encargarse de su manutención o equivalentes.

Reconozco que oírlo me dejó alucinado. No es simplemente el hecho de que alguien pueda esconderle a otra persona que lo está utilizando conscientemente para concebir un hijo, y más en estas circunstancias (es decir, vas a tener un hijo conmigo y a lo mejor jamás te lo digo), sino que además se pretenda justificar algo así, por muy a la orden del día que esté. Para ser madre el camino más fácil parece a priori tener una pareja, pero si no es así, imagino que se puede recurrir a la inseminación artificial; claro que eso vale dinero, pero criar un hijo, desde luego es cualquier cosa menos gratis.

He de admitir que ignoro hasta que punto las condiciones que hay que cumplir para este tipo de cosas son más o menos estrictas y llenas de absurda e interminable burocracia, y también entiendo que la necesidad de ser madre para algunas mujeres en determinadas circunstancias puede llegar a ser un serio problema. Es verdad que no doy ninguna solución; por supuesto, no estoy en contra de que una mujer sola, al igual que un hombre solo, que reúna ciertas condiciones, pueda criar un hijo, pero independientemente de todo esto, creo que en este caso, al igual que en muchos otros, el fin no justifica los medios, y como decía aquél, las personas debemos ser tratadas como fines, no como medios.

Es decir, para variar, y especialmente, ni blanco ni negro.

("Aquél" se llamaba Immanuel Kant).