La novela, suma y sigue

Ah, la novela. Cuánto tiempo sin hablar de ella. Bien, veamos si puedo ser breve.

Después de dos años y medio de escritura interrumpida, hace algo menos de un mes logré al fin tener un primer borrador "estable" de la novela. Hay que tener en cuenta que aunque hable de "primer borrador", el caótico proceso de desarrollo que he seguido ha provocado que algunos capítulos hayan sido revisados al menos media docena de veces. Sea como fuere, la cuestión más positiva es que el argumento ya está cerrado, y eso es un alivio. No hay piezas que encajar; el puzzle está acabado, sólo falta darle la pátina de cola y enmarcarlo. Puedo recortar algunas escenas, alargar otras, pero no tengo que "inventar" nada.

Al final la extensión ha quedado en torno a 150.000 palabras, que vienen a ser entre 400 y 500 páginas. Sí, yo también creo que es demasiado, pero es lo que ha salido. Puede variar algo en la versión final, pero no estimo que se reduzca en exceso. Como mucho 10.000 palabras, especialmente de la primera parte, pero no creo que vaya más allá de eso, aunque quién sabe.

Laura fue la primera persona en leerla, mientras yo iba acabando de cerrar algunos capítulos, y me proporcionó varios detalles que necesitaba perfilar; después de tanto tiempo, se pierde parte de la perspectiva. Unos días después, tras aplicar algunos cambios (otros están pendientes), envié varias copias a un conjunto de personas para que la revisasen, con el foco sobre todo en los aspectos argumentales y de estructura, dado que por entonces todavía contenía un número considerable de erratas que he de corregir (los primeros capítulos están sembrados). Algunos de los comentarios que ya he recibido van en la línea de lo esperado.  

¿Y ahora? Mi idea original era presentarla al II Premio Dos Passos a la primera novela, cuyo plazo acaba el 30 de abril, pero ya sea porque me he autosaboteado o porque llevaba seis meses de mucho trabajo intensivo y necesitaba un descanso, el caso es que ya no llego. Tras éste, las principales alternativas son el Café Gijón (15/5), el Herralde (15/6), el Fernando Quiñones (30/6) y alguno más. No obstante, con independencia del premio escogido, me gustaría poder tenerla cerrada como mucho en un par de semanas, a poder ser antes de las fiestas de San Isidro, para poder soltarla de una vez y, como suele decirse, que sea lo que Dios quiera. 

Aunque me he permitido casi un mes de descanso, comienzo ahora una fase de revisión a fondo para eliminar los errores y mejorar algunos puntos que tengo pendientes, a la espera de los comentarios que lleguen de los lectores beta. Lo más positivo es que estos días vuelvo a tener ganas de escribir, lo que es una sensación agradable después de unos meses bastante extenuantes desde el punto de vista creativo.

No sé por qué cuento todo esto. Bueno, más cosas. Después de mucho recapacitar, he vuelto a poner los relatos en línea de manera definitiva. Como dice Rodrigo, por si gustan. También me he abierto un Instagram, algo a lo que también me resistía. Y he empezado a correr. Y he cambiado de móvil. Y me he cortado el pelo de nuevo. Y no sé qué más. Ya ven. Son tiempos convulsos.

Con Dios. Se hace tarde.