Crecer

Amaestrar una cucaracha es jodido. Jodidamente jodido, y discúlpenme la redundancia. Estos bichos no están acostumbrados a las órdenes ni al látigo ni al condicionamiento, y yo tampoco soy el maldito Pavlov y eso siempre es una desventaja. Claro que podría ser Pavlov, pero entonces sería ruso y estaría muerto, y yo no quiero estar muerto. Y una vez muerto, qué más da lo de ser ruso o no.

Además, si fuese un ruso muerto llamado Pavlov, para ser un auténtico Pavlov, necesitaría un perro, y no una mierda de cucaracha que es en realidad lo que tengo: una mierda de cucaracha. Y es que las cucarachas no salivan. Los perros salivan, pero una cucaracha no es un perro. No. Una cucaracha es una cucaracha, y un perro es un perro. Dos bichos muy muy diferentes. Porque el perro saliva y la cucaracha no.

Yo también salivo a veces, al ver el bote de pepinillos, y con algunas escenas lésbicas. Es lo que tienen las escenas lésbicas y los botes de pepinillos, que a veces me hacen salivar. Pero yo no soy un perro, soy una persona aunque salive.

Me desdoblo.

Decía que es complicado enseñarle a un bicho de seis centímetros lo que significa la expresión "dame la pata". Que quizá con diálogo y talante, aunque me da a mí que no. Porque hasta ahora, nuestra comunicación ha sido nula. Y eso, eso, eso siempre es un problema. Siempre, aunque sea con una cucaracha negra. Como el carbón. Una cucaracha negra como las cejas de Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Que quizá no sean tan negras, así que seguramente más negra. Es decir, para que quede claro: una cucaracha muy negra.

Mi cucaracha también es asquerosa, tanto como la cosa más repugnante que hayas visto en tu vida. Porque una cucaracha ha de poder hacerte vomitar, aunque no esté amaestrada. Sino, no es una cucaracha. Es otra cosa, pero no una cucaracha. A mi, casi. No por nada tengo a diario que reprimir mis deseos de hacerla crujir bajo mi pie descalzo; crunch. Eso me hace sentirme orgulloso de mi mismo. Recuerda: no aplastar cucarachas. Resiste.

Porque una cucaracha ha de aplastarse siempre con el pie descalzo. Sin excepción. Sino, ¿qué sentido tiene? Ningún sentido. También puedes comértela, pero no es algo que se recomiende a ningún lugar a menos de doscientos trece kilómetros de la Antártida. Incluso la guía Michelin lo desaprueba. ¿Comer cucarachas? No, gracias. Ya lo decía aquél: debes dejarlas crecer.

Así que recuerda, debes dejarlas crecer. Acuérdate. Y no, mi cucaracha no tiene nombre. O bueno, se llama cucaracha. A nosotros nos gusta ese.

*Crecer*

(Voilà)

*Crunch*