Caminar

Se tiende a pensar que la forma más silenciosa de caminar es de puntillas. En este movimiento, el peso recae en su mayoría en la unión de las falanges proximales con los metatarsianos. Puesto que el sonido de la pisada procede del contacto entre el pie y el suelo, al minimizar la superficie de contacto cabe esperar que este se reduzca. Sin embargo, conviene tener en cuenta varios inconvenientes. El primero es que el ser humano está adaptado a caminar con toda la superficie del pie, por lo que en ciertos casos, el impacto contra el suelo será más violento y generará un sonido de mayor intensidad que si se realiza toda la pisada completa. El segundo es que caminar así produce una pérdida de estabilidad que puede acabar con el pie contrario aterrizando abruptamente en el suelo para evitar la caída, lo cual es desde luego contraproducente. El tercero es que si el individuo se ve obligado a detenerse en su movimiento, por ejemplo porque escucha a su agresor moverse por la habitación contigua, una postura estática de puntillas genera una tensión extra sobre las extremidades inferiores que es posible que la víctima no sea capaz de mantener mucho tiempo. Por último, la física determina que al disminuir la superficie de apoyo, la presión ejercida sobre el suelo se incrementa, lo que en suelos de madera o cuando se camina sobre baldosas sueltas puede generar ruidos indeseables, además de sonidos provenientes de las articulaciones, sobre todo si se camina descalzo. Una alternativa a caminar de puntillas es realizar el movimiento completo del pie pero ralentizándolo, de modo que la pisada imite el balanceo de una mecedora a cámara lenta. Además de ser un movimiento anatómicamente más natural, que el pie contrario al que inicia la pisada tenga la mayor parte de su superficie sobre el suelo incrementa la estabilidad, reduce el estrés muscular y disminuye los sonidos. Cuando pasas años tratando de esconderte de alguien con la capacidad y el deseo de asesinarte, incluido este preciso momento, tienes ocasiones de sobra para comprobar empíricamente que esta segunda opción es preferible, y que acompañada de una respiración pausada y un calzado adecuado permite alcanzar casi el silencio absoluto al caminar, además de proporcionar un mejor apoyo en el caso de tener que huir.