Dexter

Cuando empiezas a ver Dexter, la voz en off del personaje y sus pensamientos introspectivos te hace ser un poco escéptico; pero qué coño es esto. Como dicen en Microsiervos, te sientes un poco incómodo y tentado a quitar el DVD y ver otra cosa. Y como dicen allí, entonces aguantas un par de capítulos, a ver qué tal, y lo único que te queda es degustar los diez capítulos restantes pegado al sofá (o donde quiera que vean ustedes la tele).

Dexter Morgan es el forense especializado en restos de sangre del Departamento de Policia de Miami, y asesino psicópata en sus ratos libres ("proyectos personales"); claro que no se carga a cualquiera, y el criterio no es baladí. Y poco más les voy a contar. Ayer acabamos de ver el último capítulo de la primera temporada, y ya tengo algunos capítulos de la segunda en la recámara.

No tengo nada más que añadir, en realidad; la serie engancha como pocas y tiene un desarrollo fluído, sin estiramientos innecesarios. Alguno, y no un cualquiera, ha dicho incluso que Dexter es la mejor serie de 2006, así que para qué seguir. Les digo lo mismo que con Californication: consigan la serie, es altamente recomendable, y pásenlo bien.

Californication

Ayer por la noche acabamos de ver el duodécimo y último capítulo de la primera temporada de Californication. Teniendo en cuenta que cada entrega viene a durar algo menos de media hora, si no tienes la suficiente fuerza de voluntad como para dosificártelos semanalmente, en un fin de semana te comes la serie casi sin enterarte. Y eso es básicamente lo que nos ha pasado.

La serie viene a contar la vida de Hank Moody, un escritor de éxito interpretado por David Duchovny (The truth is out there), al que la inspiración y muchas otras cosas le han abandonado, aunque como suele decirse, cada uno persigue su propia suerte. L. decía anoche que Hank viene a ser el House de las relaciones sociales, y eso ya les dirá algo de por dónde van los tiros.

Hay poco más que añadir; consigan la serie, es altamente recomendable. Eso sí, tómenselo con calma; hasta verano no hay segunda temporada y se quedarán con ganas de más.

Inland Empire

Ayer por la tarde, motivado por la crítica de un sujeto que sin duda alguna estaba bajo el efecto de las drogas, mi señora y yo nos tumbamos en el sofá a ver Inland Empire, de David Lynch (autor también de la recomendada El hombre elefante). Anteriormente, ya había intentado ver la, a decir por los comentarios, críptica Mulholland Drive, sin éxito como pueden imaginar, por lo que mi actitud ante la película era más escéptica que otra cosa. Diciéndolo de otra forma, pajas mentales no, gracias.

Admito que durante los dos primeros minutos aproximadamente (quizá fuese algo menos) permanecí optimista; tenía buena pinta, o al menos no demasiado mala: se dejaba ver, que no es poco. Después, durante los interminables ochenta y ocho minutos que les siguieron, estuve (estuvimos) buscando el sentido a una cinta cuya duración total es de tres horas, con la vaga esperanza de que al final del túnel hubiese alguna tenue luz, o se insinuase alguna forma de encajar las piezas del puzzle; algo que haces hasta que te das cuenta de que no hay túnel ni nada, sino que estás encerrado en una habitación a oscuras, ni tampoco hay puzzle sino un montón de escombros sin nada que ver entre sí. Y entonces pasa lo que tiene que pasar: que uno se cansa de esperar, se harta de tanta intelectualidad chorra tanta gilipollez y tanto experimento visual, decide que ya basta de perder el tiempo, y apaga el DVD.

Puedo admitir que hay películas que a mí no me gustan por su excesivo intelectualismo, pero que tienen cierto trasfondo de algún tipo. Por poner un ejemplo, Cache de Haneke me parece, como producto de entretenimiento, una auténtica basura. Como análisis social, filosófico o psicológico, quizá tenga más sentido, pero a menudo, llegar a ese nivel en una cinta cinematográfica supera con creces mi capacidad de sufrimiento y voluntad, aunque entiendo que alguien pueda tener ganas de llegar a eso, o simplemente, querer decir que ha llegado a eso por razones que no vienen al caso. También hay que ser capaz de distinguir los infinitos matices que hay entre la simplicidad idiota de Spiderman 3 y la complejidad incomprensible de Inland Empire, y no polarizar en exceso el asunto, como algunos hacen.

Y bueno. No voy a argumentar más, porque para qué; seguro que a alguno de ustedes le parece la obra maestra de un genio en estado de gracia y una de las mayores películas de la historia del cine, como he leído por ahí, pero para mí, mente obtusa donde las haya y para algunomás, esta película es una auténtica tomadura de pelo donde el director no sabe no tiene ni puta idea de lo que hace.

Resumiendo: no pierdan el tiempo. Hay cosas mucho mejores que ver y que hacer.

Nunca vi una TOTALIDAD. Sólo vi hoyos. Un montón de ellos. HOYOS. Pero eso no me preocupaba. Se me ocurría una idea para una escena y entonces la filmaba. Se me ocurría otra, y la filmaba. Ni siquiera sabía cómo podían relacionarse entre sí.
-- David Lynch

Precisamente. Hoyos, eso es lo que hay. Un montón de hoyos. No te jode...

No es país para viejos

Recordarán que la semana pasada les dije que tenía intención de ir a ver No es país para viejos. Por suerte, y eso debería adelantarles mi impresión de lo que vi, fui. Sin duda todos han oído hablar de la película, básicamente porque sale Javier Bardem y eso ha provocado que la publicidad gratuita (¿?) a base de telediarios, entrevistas y programas varios haya sido considerable. En cualquier caso, al César lo que es del César: en mi opinión (típica coletilla absurda, ¿de quién va a ser si esto lo escribo yo?) Bardem hace un papelón. Que otros actores podrían haber dado la talla al mismo nivel, como he leído en algún blog, pues sí, pero igual que en tantas otras películas, y con tantos otros actores, así que para qué especular.

Tranquilos, no les voy a desvelar nada del argumento. Sólo diré que la película me gustó mucho, y aunque no llega al nivel de molestia de "lanza clavada en un costado" que tienes mientras estás leyendo el libro, sí que tiene "algo" que incomoda pero que no soy capaz de identificar; quizá la dirección de los hermanos Coen, la historia en sí o la forma de narrarla. En cualquier caso, esa piedra en el zapato, lejos de suponer un problema, es lo que la saca del convencionalismo y la mete en la diferencia, haciéndola interesante y lo buena que es, aunque más de uno acabe discrepando con mi opinión tras su visionado. Ya me dirán.

En definitiva, una película más que recomendable. Y nada más por el momento, así que ya ven que mierda de entrada. Luego si tengo un rato, les cuento sobre mi afición a la controversia, por decirlo de alguna forma, y la diversión que sin saberlo me está proporcionando un idiota que se empeña en querer molestar (no, chico, no, todo lo contrario).

El Hombre Elefante

El pasado domingo estuve de sesión cinematográfica tirado en el sofá, viendo El hombre elefante, de David Lynch, y El ultimátum de Bourne, la última película de una trilogía que personalmente me encanta; no sólo por el realismo de las escenas de acción (o esa impresión me generan, ni que viese a agentes secretos metiéndose galletas a diario) a pesar de lo inverosímiles que resultan muchas de ellas, sino porque nunca sabes cómo va a salir de los marrones en los que acostumbra a meterse, pero la cuestión es que sale.

Dejando eso aparte, en realidad, y como pueden ver por la imagen de la izquierda, esta entrada iba a propósito de la primera película, con John Hurt y Anthony Hopkins. Aunque la había visto antes, hacía tantos años que no recordaba lo buena que es. En la Wikipedia, de donde por cierto está sacada la fotografía, pueden leer la historia del protagonista, ya que se trata de un hecho real.

Si no la han visto, alquílenla, cómprenla o bájenla de Internet. Les aseguro que vale la pena.

(Ahora saldrá el típico listillo capullo diciendo que si no puedo recomendar algo que no haya visto todo el mundo. Pues no, no puedo.)