Viento

Hace unos años, en cierto local, cierto conocido mio, con novia y en proceso de casamiento, le metía la mano por debajo de la falda a una amiga suya, y no buscando caracoles precisamente. A una amiga que no era su novia, claro está, sino menuda perogrullada de anécdota. Otra persona, atónita ante tal visión, le preguntó, en cierto modo disgustada, por qué hacía eso. La respuesta que obtuvo fue clara y concisa: Porque me hace sentir vivo.

A mi, meterle la mano por debajo de la falda a mujeres mientras estoy a la espera de enlace matrimonial es algo que creo que no me haría mucha ilusión. Si le quitamos la parte del matrimonio, entonces sí, entonces me haría bastante ilusión, pero eso es algo en lo que creo que no necesito insistir más.

En cualquier caso, sólo quería decir que a mi hay una cosa que me hace sentirme así, y eso son los días de viento. No sé si es la sensación de éste en la cara, la resistencia o empuje al andar, el sonido de las cosas o la visión de las copas de las palmeras, pero cuando entro en contacto con el viento, me siento bien, muy bien. Me siento divertido, como eufórico, independientemente de cómo me haya ido el día.

Y hoy es uno de esos días.

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Para acabar, sólo quería decirte que...

Me gustas cuando callas porque así puedo oír el fútbol