Siempre hay una primera vez

Bueno, parece ser que al final ya tengo mi propio weblog, despues de muchas vueltas. Incluso hice una pequeña —e inútil— intentiva para crear un pequeño sistema de scripts que me facilitasen la tarea. Total, ¿quién necesita más que el vi y un shell? Porque realmente ¿para que necesita ser un weblog más que una página plana? Obviamente, nunca lo hice, y aquí estoy, utilizando un software que está a años luz de mi más optimista idea, así que sólo me queda el consuelo de no haber reinventado la rueda. Triste consuelo, por otra parte.

Supongo (a pesar de que no necesito suponer nada porque tengo la certeza de) que me ha vencido la pereza, y ahora que veo el resultado quasi-final (quasi-final porque, aparte de algunos cambios estéticos, no espero hacer demasiadas modificaciones más), me rindo a la apariencia y temo que el contenido pueda no estar a la altura del continente.

Me conozco. Demasiado bien, quizá. Se que en los próximos días actualizaré la página a menudo. Quizá dos o tres comentarios diarios, quizá más. En la posición que me encuentro es fácil, y apenas me llevará unos minutos. Revisaré continuamente la página, en busca de comentarios que probablemente no se encontrarán ahí y quién sabe si montaré algún tipo de estadísticas. Entonces, poco a poco, iré actualizando la página con menos frecuencia, y es posible que acabe abandonándola, aunque quién sabe, a lo mejor esta vez demuestro una constancia inusual en mí.

Espero no defraudarme a mí mismo, porque asumir que puedo defraudar a alguien más sería suponer visitas que no tengo claro que vayan a sucederse. Bien visto, es difícil que me defraude a mi mismo. Mi orgullo está a salvo.