Malas estrategias de marketing

Hace un par de semanas, mientras me acerco al coche, distingo cogido al parabrisas delantero una pequeña hoja del tamaño y color característico de las multas de la policía local. Aunque estaba relativamente seguro de haber aparcado en un lugar correcto, mientras me acercaba iba perdiendo esa seguridad, que era sustituida por nerviosismo y mala leche a partes iguales. Cuando empezaba a introducirme mentalmente en el parentesco del urbano al que atribuía la multa, observo que los dos coches de delante tienen sendos papelitos. Empiezo a pensar que se trata de una mudanza o una obra improvisada y mal señalizada, hasta que cojo el trozo de papel en cuestión y descubro que se trata simplemente de publicidad, impresa en el mismo tamaño y color que las multas de tráfico. Si fue una mera coincidencia, hay que ser muy gilipollas. Si por el contrario era intencionado como estrategia de marketing, me cuesta imaginar una idea peor. En definitiva: hay que ser gilipollas.