Fase I

Dicen que al finalizar una relación amorosa, existen una serie de fases por las que la persona atraviesa. Creo recordar que ese era de hecho uno de los argumentos de un capítulo de Frasier. Desconozco —aunque recuerdo algunas— cuales son éstas, por lo que lo que sigue a continuación, hoy y en las próximas semanas es únicamente un pequeño diario descriptivo de mis sensaciones y sentimientos en cada momento. Doy las gracias a Quique Gandia por la idea. Bien, seamos un poco analíticos.

Llamemos a esto Fase I, a falta de otro nombre más original. Asumiré la primera persona del singular, 'el sujeto' me parece algo excesivo (tanta introducción ya me lo parece, de hecho). Ella me "comunica" un domingo de hace un par de semanas, y tras un fin de semana con una ansiedad como no había sentido antes (o al menos no de tal intensidad mantenida), que lo nuestro se acaba. Y punto. Lo único que sentí en ese momento fue alivio, pero no alivio por el fin de una relación que yo no quería finalizar, sino alivio por el fin de una espera que se me había hecho interminable. Ese alivio consiguió, durante un par de días, enmascarar cualquier otro sentimiento que pudiera tener, hasta límites que incluso ahora me sorprenden. Nadie hubiera pensado, hablando conmigo, que yo acababa de encontrarme con el fin de una relación de dos años y medio, excepto en momentos puntuales en los que habitualmente me encontraba solo. Obviamente aquello sí que se mostraba en conversaciones más largas y en el contacto prolongado con la gente. Tampoco yo era consciente de lo que se me venía encima. Pensaba que aquello era tan sólo una ruptura temporal, de quién sabe cuantas semanas, pero temporal al fin y al cabo. Paradójicamente, es imposible saber si será temporal o permanente (sólo sé que no sé nada). Así que me tomé aquello como una soltería temporal regalada, con breves momentos de depresión por la persona ausente. Suena absurdo, pero en mi estado, así era.

Tras unos días en este estado, y tras una conversación con ella, la realidad empezó a golpearme, y me encontraba deprimido más a menudo. Aún así, continuaba pensando que esto era tan sólo cuestión de tiempo. Dos años y medio no podían acabar tan drásticamente. Tenía que haber una segunda oportunidad, y esperaba con ansiedad cualquier noticia suya. Debido a esto, la mayor parte de tiempo no parecía demasiado afectado por su ausencia. Llegaron fallas, y me encontré bastante decaído la mayor parte del tiempo. Además, en ese estado sentía cierta aversión a todo lo que pudiera tener aspecto de relación con una mujer, a pesar de las chicas, algunas de ellas sumamente interesantes, que conocí durante esos días. En cualquier caso, la realidad no acababa de llegar y me resistía a pensar que pudiera tener un fin tan radical. En este punto no entendía cómo todo podía haber acabado con tanta rapidez, ni qué había fallado.

Tras las fallas, este domingo tuve una conversación con ella, probablemente la última en mucho tiempo (el ISBN tendrá que esperar algún tiempo más, muy a nuestro pesar), con algunas afirmaciones bastante duras y claras, tras lo cual estuve -hasta esta mañana- bastante decaído, y sin demasiadas ganas de hacer nada. Creí entender al instante porqué todo había acabado, y dónde estaba el problema (para mí el problema era yo, en ese momento). El tema se ha acabado, definitivamente, y aunque mi cerebro —como si fuésemos dos entes separados...— se resigna a aceptar la situación actual, ya ha empezado a poner mecanismos de defensa por medio. He conseguido refutar, internamente pero creo que con bastante éxito, la mayoría de argumentos de la ruptura esgrimidos, con lo cual el sentimiento de culpa que me había abordado durante estos días, multiplicado por diez tras la conversación telefónica, ha comenzado a remitir y confío en que desaparezca por completo en un par de semanas. El problema no soy yo, ni ella, ni nosotros (no, no somos "incompatibles"). Tras este par de días, me encuentro en este momento bastante relajado aunque a la espera del siguiente golpe. Por decirlo de alguna forma, esta fase de no aceptación (i.e. "volverá, esto no puede ser el fin") se ha caracterizado por periodos prolongados de normalidad interrumpidos por intensos relámpagos depresivos, sin un patrón de aparición temporal o espacial determinado. Esta fase está llegando a su fin, aunque imagino que se prolongará algunos días más, ya que la esperanza de que la situación se rehaga en unos meses aún existe en mi cabeza. No obstante, va perdiendo fuerza, más por lo absurdo de considerarla (¿a quién le importa lo que pueda suceder dentro de unos meses? ¿tiene sentido siquiera pensar en ello?) que por ser consciente de la propia situación en sí.

Bien, podría ser más profundo, más analítico, mas clínico, pero creo que es suficiente por ahora. Mucho que decir, poco tiempo y poco espacio. (Y no, no voy a contestarle. El tiempo se encargará de darnos a todos mejores perspectivas que las que ahora tenemos).

Just what is it that you want to do? / We wanna be free / We wanna be free to do what we wanna do (Primal Scream, Loaded, Screamadelica)