Confusiones

Esta mañana me he levantado con resaca. Siento un dolor de tal intensidad que dudo bastante que mis pensamientos estén ahí dentro. No caben, seguro. Así que o bien están colgando de mi pelo, o flotan alrededor de mi cabeza como moscas. Con resaca, con ojeras, con angustia, sin cabeza, sin pies ni que sé yo qué más sin ni qué más con. Creo que voy a necesitar examinarme con cuidado para saber que no me falta nada, aunque corro el riesgo de que el examen fisiológico desemboque en actividad onanista. Es un riesgo que no me cuesta nada asumir. Y después de eso, si todo va bien, me ocuparé de averigüar en qué hora y día de la semana me encuentro.

Y todo va bien hasta que me llevo la mano a la entrepierna y descubro aterrorizado que ahí no hay nada. Y antes de que el pánico me devore y el corazón se me salga por la boca, recuerdo aliviada que no me llamo Sebastian, me llamo Belén, y que seguro que puedo encontrar, a estas horas inciertas, algún sitio en Ibiza donde bailar algo de house.