Carta a los Reyes Magos

Estimados Reyes Magos,

Después de la campaña completamente desinteresada (no vayáis a pensar) que he realizado recientemente a vuestro favor, creo que ha llegado el momento de escribiros la carta de este año, no se me vaya a hacer tarde y luego se nos quede a todos cara de tontos. Haciendo cuentas, os quedan casi quince días para el día D, así que yo creo que es más que suficiente. Si los reyes fuesen los padres, como dicen algunos desaprensivos, entendería que el plazo fuese algo ajustado, pero siendo como sois magos, pues os debería sobrar tiempo.

Ya sabéis, Melchor, Gaspar y Baltasar, que yo eso de las calificaciones morales lo llevo muy mal, así que no voy a entrar en si me he portado bien o mal durante el pasado año, y más teniendo en cuenta que como os gusta decir, vosotros lo veis todo, por lo que parece lógico, además, que no me quiera arriesgar a pasar por mentiroso. Jolines, que frase más larga, ¿eh? Bueno, basta de cháchara, pasemos a lo que realmente nos interesa a todos.

El caso es que este año, para variar, no voy a pedir deuvedés, ni cedés, ni ropa (bueno, eso nunca lo pido, tenéis razón), ni libros, ni obviamente nada para el piso, que ya sabéis que está pendiente de la reforma. Pero, de verdad para variar, este año sí sé lo que quiero. Eso es una novedad, ¿eh? Y lo que quiero lo tenéis fotografiado debajo. No está envuelto, pero no os preocupéis demasiado por ese detalle. Soy consciente de que este modelo en particular puede ser algo difícil de conseguir, por lo que entenderé que me traigáis otro diferente, mientras se mantenga principalmente la forma (ya me preocupo yo por el contenido, tranquilos). En cualquier caso, básicamente la idea es esa, aunque confío en vuestro criterio.

Me despido ya, no sin antes desearos una Feliz Navidad (porque no me iréis a decir que vosotros sois ateos, ¿no?) y un Próspero Año Nuevo.