Buscando curro

Mi señora y su título de psicóloga están buscando -cambiar de- trabajo. Y como ella es así de especial, pues no quiere nada convencional. Es decir, nada de recursos humanos ni niños. Nada de ancianos y nada de discapacitados, tampoco, a ser posible. Ella quiere colectivos marginales: drogodependientes, inmigrantes, alcohólicos, enfermos de sida... Seguro que se hacen una idea; su ilusión viene a ser trabajar en una UCA: Unidad de Conductas Adictivas. Ya saben, gente con problemas serios.

La semana pasada, finalmente decidida a buscar ese nuevo curro, me comentaba la cantidad de asociaciones religiosas que están metidas en el tema de los colectivos marginados. Y se quejaba. Y yo no sabía qué decirle, porque aunque por una parte entiendo que debe ser frustrante que el sector laboral en el que te gustaría trabajar -léase como "ganarte el pan de cada día"- esté repleto de instituciones que trabajan gratuitamente o sobrevivan a base de subvenciones, por el otro lado soy consciente -y ella también- que este tipo de colectivos no nadan precisamente en la abundancia económica y quedan a merced de organizaciones no lucrativas (eso de no gubernamentales cada día me suena peor) y asociaciones religiosas, que no son, por razones obvias, los mejores pagadores del mundo.

Claro que también hay que tener en cuenta a todas esas asociaciones "no lucrativas" -nótense las comillas- que con esas mismas subvenciones pagan una miseria a sus empleados -trabajadores sociales, psicólogos, educadores sociales, terapeutas ocupacionales...- mientras los responsables se embolsan sueldos nada desdeñables. Pero de eso, ya hablo otro día.