Hasta luego, Lem

A través de Fogonazos leo hoy que

Stanislaw Lem

murió ayer de un infarto a los 84 años. No me sorprende que prácticamente ningún medio se haya hecho eco de la noticia; la originalidad siempre tuvo un precio y ese es el que Lem ha tenido que pagar.

No sabría explicar porqué le tengo un cariño especial a este autor, muy por encima de cualquier otro. Quizá porque mi primer libro suyo llegó a mi hace quizá ya quince años en forma de regalo de reyes y ha sido hasta el día de hoy uno de los mejores regalos que me han hecho. Quizá porque sus libros, a diferencia de muchos otros, siempre solían tener ese aspecto envejecido en las hojas, de libro de segunda mano, que te dejaba maltratarlos físicamente, y llevarlos de aquí para allá metidos en cualquier sitio sin rechistar. Quizá porque acababa siempre buscando sus libros en ferias del libro o entre montones de otros libros quasi descatalogados y la búsqueda siempre acababa siendo una odisea. O quizá por su forma de narrar ciencia ficción y lo que no es ciencia ficción, por ese humor tan diferente que llena las hojas de muchos de sus libros, por esa originalidad y esa diferencia.

Supongo que por todo eso y bastantes cosas más, Stanislaw Lem siempre ha sido uno de mis escritores preferidos y me duele realmente esta noticia. Así que, tirando de nuevo de Fogonazos, le sigo la estela y no puedo menos que, para aquellos que no lo conozcan, recomendar que lean este texto.

Y después de ese, sigan leyendo, porque Stanislaw Lem nunca defrauda.