Andrés

Andrés se levanta cada mañana, y antes de hacer cualquier cosa, antes de tomar el café, antes de besar a su pareja, antes de vestirse, entra en el baño, se sienta en la taza del váter y caga. Todos los días, religiosamente. Algunos minutos después siente el placer de la orina saliendo por su pene, y consciente de haber acabado, coge un trozo de papel higiénico y se limpia el culo, eliminando los restos de excrementos de su ano.

Lo habitual es repetir el procedimiento varias veces, tantas como sea necesario, hasta que se siente limpio y el blanco del papel no muestra el color marrón característico de las heces. Pero hoy no. Hoy se ha acabado el rollo de papel demasiado pronto, y Andrés se queda pensando unos segundos, encorvado como está en mitad del cuarto de baño. Dudando, se lleva lentamente los dedos índice y corazón al ano, y acariciándolo, se limpia, disfrutando de la sensación. Sin subirse los calzoncillos, se sienta de nuevo y observa sus dedos, manchados. Vuelve a dudar, los mete en su boca y los chupa con ganas, hasta que salen limpios de ella, exceptuando los restos que le quedan debajo de las uñas. Entonces se levanta, se limpia las manos con jabón y vuelve a la cama, donde le da un largo y profundo beso húmedo a su novia.