Manías

Se dormía. Por cualquier rincón, se dejaba caer y se dormía; no importaba el lugar o el momento. Para cuando la gente había empezado a señalarla y susurrar entre dientes, ya se había ido. Deberías resistir, le decían algunas personas, y ella sonreía amargamente encogiéndose de hombros. Ójala, pensaba. Ójala, decía, mientras lloraba por dentro. Le hubiera gustado tener el poder para tomar ese tipo de decisiones, pero su cuerpo se rendía sin darle opción, y todo el margen que poseía eran unos escasos segundos y la única decisión, evitar la caída hasta el suelo. Aprendió a no confiar en sí misma y a tener una fe ciega en los demás. Algunos le fallaron y otros permanecieron siempre a su lado, atentos a esos momentos en los que su amiga abandonaba este mundo.

Por lo demás, nunca le gustó aquello de que se dormía, porque siempre dijo que no era ella. Prefería bromear diciendo que le dormían. Manías, decía con una sonrisa inocente, y hasta hoy, nadie ha podido demostrar que no tuviera razón.