Catorce de julio

Querido diario, Hoy me he levantado hecho una auténtica mierda, por decirlo pronto y claro. El pasado viernes me quedé dormido en el sofá sin camiseta, y en el tránsito a la cama me olvidé ponérmela; el ventilador enchufado toda la noche hizo el resto, y así estoy desde entonces, mucho me temo que en proceso de incubación de vayan ustedes a saber qué; y me siento como un protagonista de Alien al decir eso. Aún no tengo el "alivio sintomático" que anuncia el Frenadol, pero espero que falte poco para ello, porque tras tres cuatro cafés en tres horas sigo estando agilipollado, y lo que me queda. Y sigo teniendo calor. Me muero de calor.

En otro orden de cosas, estos días no han sido especialmente interesantes. En el ámbito público, no falta el trabajo. En el privado, en esa parte que es publicable, duermo mal, tengo calor, sudo, y ahora además toso y no me aparto de los Kleenex, "Pañuelos con loción · 4 capas · extra suaves", para ustedes. Ayer estuve viendo La Guerra de Charlie Wilson, lo que viene a ser una estupenda narración del quién y cómo dió los medios al fenómeno del terrorismo internacional de Bin Laden; les recomiendo que no se la pierdan. Como decían por ahí muy acertadamente, Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Hace unos días salió en televisión que tres chavales, uno de los cuales se acababa de sacar el carnet, se habían matado en una curva, al parecer por un exceso de velocidad; las fotos de los fallecidos que aparecieron en televisión hablaban bastante mal de ellos, aunque esté mal juzgarlos una vez muertos. La cuestión es que todos los fines de semana hay accidentes en los que gilipollas que vuelven de fiesta borrachos, drogados y pensando que son Emerson Fittipaldi se matan contra un camión, contra un autobús, o se empotran contra un turismo que ni pincha ni corta, matando a gente que simplemente estuvo en el momento equivocado en el lugar equivocado. Por ese tipo de cosas, la muerte de este tipo de personas no me da pena; más bien al contrario, es una suerte que encontrasen antes una curva que mi coche o el de cualquier otro, y perdónenme la crudeza del argumento.

Nada más. Intento sobrevivir, pero mis dedos no responden. Ya hablaremos, y no se olviden de la película; es entretenida, informativa y les gustará.

Hasta luego, querido diario.

Seis de julio

Querido diario,

Mi hermana partió el sábado por la noche hacia Limerick, Irlanda, en lo que se supone que es un viaje subvencionado para aprender inglés. Claro que teniendo en cuenta que se ha ido con una de sus mejores amigas, es muy posible que su vocabulario no se incremente sustancialmente durante las tres semanas de estancia; tampoco creo, en mi ignorancia, que Irlanda sea el mejor lugar del mundo para aprender el idioma anglosajón, por aquello del acento (tuve un compañero irlandés en Atlanta al que no entendían ni los propios americanos), pero esa es otra historia. Su viaje empezaba cogiendo un autobús de línea de la compañía ALSA, que les llevaría de Valencia a Barcelona, donde tenían que coger otro hasta Girona, uno de los primeros aeropuertos de Ryanair, y allí finalmente el vuelo hacia el norte. Hasta aquí, todo parece muy normal.

El problema es que el conductor de la línea Valencia - Barcelona no conocía el camino, y se perdió. Se pasó la salida y se puso a preguntar a los clientes si alguno sabía ir a Barcelona. Sí. Como se lo cuento. Así que entre unas cosas y otras, entre llamadas a unos y a otros, me pierdo, no me pierdo, es por aquí, no es por aquí, el autobús pasaba por Castellón cerca de las cuatro de la mañana; es decir, que le costó tres horas y media hacer un trayecto de 70 km. Como era de esperar, tampoco conocía Barcelona. Se equivocó de entrada y se la cruzó de punta a punta, con lo que un viaje que tenía que durar unas cuatro horas se alargó más de siete horas, con lo que llegaron al bus de Girona y al avión casi de milagro. Pero llegaron. Ya sé que parece increíble que un conductor de una línea regular de dos grandes capitales como Valencia y Barcelona no conozca el camino, pero les juro que es verdad.

Es posible que si mañana tengo tiempo, me acerque a rellenar una hoja de reclamaciones. Ya veremos. Y aunque tenía alguna otra cosa apuntada, si les parece lo dejaremos aquí, que en esta silla estoy sudando como vayan ustedes a saber qué, y además es hora de cenar. Bueno, quizá sea algo tarde para eso, pero tendré que comer algo.

Si puedo, mañana más.

Bona nit, querido diario.

Tres de julio

Querido diario,

Hace unos cuantos días que no me pasaba por aquí, por cuestiones de trabajo y falta de tiempo. Entre trabajar, la piscina, ocio personal variado (poco) y comprar algo en las rebajas, confieso que no me queda demasiado tiempo libre para pasarme a dejar unas palabras. Algo saco, sin embargo, como puedes ver. Como es evidente por lo dicho, continúo con el firme propósito de convertirme en el próximo Johnny Weissmuller, si no Mark Spitz; sé que queda lejos, pero como dice el anuncio, Impossible is Nothing. Cincuenta piscinas tres o cuatro veces por semana es el objetivo por ahora, en mi opinión más que suficiente de momento; como era de esperar y gracias a Dios ya no me duele la espalda, aunque sigo sudando como vayan ustedes a saber qué animal, puesto que como un cerdo no puede ser (gracias, Agus :^). No, no jadeo, por si alguien tiene curiosidad. En definitiva, que estoy empezando a sentirme algo en forma, y he perdido algo de peso; poco, pero menos es nada y tampoco es que me sobren quince kilos.

Dicen las estadísticas que en estas rebajas cada españolito de a pie se gastará una media de casi cien (100) euros. Yo llevo ya cuatrocientos (400), entre dos trajes de Pedro del Hierro, unas corbatas, unas camisas y un cinturón, así que siguiendo la regla estadística correspondiente, tres personas de este país no se gastarán ni un duro; no les va mal, tal y como están las cosas; además, eso viene a ser lo que habitualmente gastaba yo en rebajas, por lo que lo único que he hecho es compensar mi saldo histórico. Parece mentira, pero tengo ganas de estrenar la ropa nueva; quién me iba a decir a mí, hace tres o cuatro años, que me haría ilusión estrenar un traje una camisa o una corbata. Creo que de momento esa será toda mi aportación al gasto común, al menos en relación con, llamémoslo así, el uniforme de trabajo. Es posible que caiga alguna cosilla adicional, pero serán zapatillas o algo más relacionado con mi tiempo libre y mi "estilo" indumentario. Hay una gorra que me gusta, pero lo admito, no me siento tan guay, y no me veo con ella; no es que no tenga edad, es que no tengo ni un Mini ni un Golf. Y disculpen mis prejuicios, pero nunca dije que no tuviese.

Estoy pensando en elaborar una serie de entradas de coches estéticamente feos, o peor. Quizá alguno de mis lectores posea uno de ellos, pero como todo el mundo sabe, no se puede contentar siempre a todo el mundo. Se me ocurren sin pensarlo demasiado cuatro o cinco modelos, aunque seguro que alguno más surge. Aparte de eso, no tengo demasiadas ideas en relación con el blog, como es evidente por la periodicidad de publicación; estoy pensando en recuperar algunos de los textos antiguos que más me gustan, y que gran parte de mis lectores seguramente no hayan leído. Quizá parezca que es una medida "de relleno", pero creo que puede funcionar y a algunas personas les gustará; sería como reponer una vieja serie de televisión.

Y hablando de series, hemos consumido ya la tercera temporada de la genial The Office, aunque la cuarta ya está en emisión al otro lado del charco, pero en inglis; no es que los subtítulos me cansen, ya que casi podría verla sin subtitular —no así la versión de la BBC—, pero puedo esperar, seguro. La otra gran estrella del "canal DVD", o "canal portátil" si quieren, Anatomía de Gray, tampoco tiene una cadencia suficiente para colmar la parrilla televisiva semanal, por lo que voy a intentar implantar el día de The Wire, el día de Los Soprano y quizá hasta el día de Roma; tengo no poca resistencia ajena, pero con un poco de esfuerzo quizá lo consiga. Es cierto que llegando a casa a las nueve y pico, no te sientas en el sofá antes de las diez y media, y a esas horas con que estés un poco cansado, no apetece demasiado prestar atención a la caja tonta, así que presumo que la programación anunciada se cumplirá únicamente en parte.

Hay más cosas, pero tengo que irme. Me disculparás las faltas y fallos que pueda contener el texto, pero hoy no tengo tiempo para releerlo en profundidad, así que esto es lo que hay. Sólo esto.

Hasta luego, querido diario.

Veinticinco de junio

Querido diario,

Hoy he estado en Madrid, en la reunión de seguimiento de un proyecto en el que estoy trabajando. Bueno, en realidad no era Madrid capital, pero eso es lo de menos. Por cuestiones de confidencialidad, eso es todo lo que te puedo contar sobre el tema. La semana pasada también estuve en Madrid, para una reunión de seguimiento de otro proyecto de otro cliente. Por supuesto, tampoco puedo decir nada más sobre ello, por exactamente las mismas razones que antes. Aunque se agradecen los ofrecimientos para tomar unas cervezas (primer comentario), en estos viajes relámpago, que en alemán imagino que debe ser algo como Blitzraise, no dispongo de demasiado tiempo de ocio, por no decir de nada en absoluto; imagino que es normal, ya que al fin y al cabo son viajes de trabajo, que en alemán debe ser algo como Arbeitraise, aunque la verdad es que estoy adivinando.

Hoy he ido a la piscina por segunda vez. Como sabes, hacía mucho que lo tenía en mente, e incluso era casi un imperativo médico, pero hasta el pasado lunes no me decidí. No es demasiado caro, ni demasiado barato, y no está muy saturada. La verdad es que no estoy seguro de hasta qué punto mi espalda lo agradecerá, pero desde luego, mis brazos no parecen estar muy contentos. Cuando digo en mi twitter, y ese enlace es propaganda barata, que secarse la entrepierna es lo más cansado de ir a la piscina no estoy haciendo una referencia velada al tamaño de mi miembro, sino al cansancio después de nadar, aunque me duela admitirlo. Pero eso no es lo peor de todo, en realidad. Eso, lo peor de todo, es que con el calor que hace estos días y el esfuerzo físico, salgo del recinto climatizado sudando como un cerdo, si es que los cerdos sudan. Y me mantengo en ese estado de constante sudoración durante horas; hace ya casi cuatro horas que salí del agua y aún estoy sudando, ¿no es fabuloso?

No, supongo que no lo es.

Me estoy acostumbrando al Twitter (mira el enlace anterior). Sólo digo gilipolleces y cosas que no le importan a nadie, incluyéndome a mí, pero como es básicamente lo mismo que hace todo el mundo, me siento integrado en esto que llamamos Web 2.0. Ahí tienes otra gilipollez; bueno, dos gilipolleces, en realidad. A mí no me siguen más que Edgar y Javi, aunque la trascendencia de mis pequeñas perlas de conocimiento es exactamente la misma que la de los grandes Gurús de Internet a los que siguen miles de personas; bueno, supongo que alguno se salva, aunque no me apostaría nada. Claro que los gurús ya no son lo que eran. Antes eran Wietse Venema o Dennis Ritchie, entre otros muchos, y ahora ni siquiera me atrevo a decir el nombre de uno de ellos.

Se está haciendo tarde y yo sigo sudando como un cerdo, si es que los cerdos sudan, tema que queda pendiente de resolución. Si lo hacen, yo soy como el que más suda de todos ellos, incluido Napoleón, y esa imagen debería ser bastante sugerente. Con este calor es imposible dormir bien y hoy me he levantado (según mis estándares) temprano, así que debería aprovechar e irme a la cama, aunque pasen sólo treinta minutos de la madrugada. Lo que es una forma pija y larga de decir que son las doce y media. Podría contar más cosas, pero no son horas y no te quiero aburrir. Además, mañana tengo que entregar un informe para un cliente, que como te puedes imaginar, también es confidencial, y esa es otra buena razón.

Buenas noches, querido diario.

Twitter

Como pueden ver, me he abierto una cuenta de Twitter. A pesar de que aún me parece una tremenda gilipollez y no estoy seguro de generar suficiente contenido de interés como para que resulte de utilidad, la verdad es que me ha picado el gusanillo y ahí está; donde antes ponía aquello de «Puedes suscribirte al bló por e-mail o RSS» (cosa que aún pueden hacer), ahora pone mi última actualización de Twitter, adornado con una imagen "self-made" que me ha quedado muy mona. En un principio, pensé en publicitar mis deposiciones, pero creo que mi nivel de escatología no da para tanto y no tengo ningunas ganas de perder el culo cada vez que vaya o vuelva del servicio, baño, váter o como gusten en llamarlo; además, imagínense si algún día llego a presidente, lo mal políticamente que me podría venir eso. Bueno, el caso es que ahí está; intento darle vueltas a alguna utilidad, de momento sin éxito. Sigan a la escucha. Luego quizá les cuente algo.

En caída libre

No sé si han estado en el Parque de Cabecera, en Valencia. Lo que les muestro debajo es un pequeño escenario de madera que hay en dicho parque, pensado —imagino— para obras teatrales, conciertos, etc. Al tipo de la foto no lo conozco, por cierto.

Justo detrás del escenario, y como pueden ver, hay una caída de tres o cuatro metros, por lo que conviene no saltar. Pero eso es una opinión mía...

... y Samy opina de otra forma.

Y es que el mundo es de los valientes, o al menos de los inconscientes.

Batiburrillo de tonterías

El texto del espejo del otro día pretendía llamar la atención, o al menos hacer alusión, sobre la violencia de género. No estoy seguro que más allá de comentarios y especulaciones varias sobre mi estado mental —que les aclaro que es adecuado a las circunstancias, sean éstas las que sean, y estoy bien, gracias, o lo que sea—, dicho relato breve despertase cualquier otra cosa. Bueno, sólo quería decírselo para que lo sepan.

Por lo demás, y ya que no me apetece hablar del apocalipsis de la huelga, de Barack Obama, o el congreso del PP —si la política funciona como el fútbol, el PP perderá las próximas elecciones, por tanta oportunidad desaprovechada en plena crisis económica—, les informo que mañana estaré en Madrid por cuestiones de trabajo. Si quieren hacerse fotos conmigo, o que les firme camisetas, estaré por las cercanías del Paseo de la Castellana con camisa blanca, traje azul a rayas, y una corbata que todo apunta a que será —también— azul. Y es poco más o menos todo lo que puedo decirles sobre mi localización; cuestiones de confidencialidad, ya saben.

Avance informativo

Les voy a dar un pequeño avance informativo, porque yo lo valgo y porque ustedes lo valen.

Llevo toda la semana en un proyecto que parece estar eternizándose, aunque confío que no por mucho más tiempo; me consuela saber que como suele ser habitual, estoy haciendo un (muy) buen trabajo. Creo que, si no me equivoco de pecado capital, eso debe ser soberbia, pero no, es la verdad. El dolor de espalda al que estaba ya casi acostumbrado (no acabo de encontrarle el gustillo) y con el que me despierto día sí día también, quizá a causa de aquella cervicalgia aguda con impotencia funcional y quizá no, ha devenido hoy en un dolor de cabeza y cuello igual de molesto pero más incómodo. Tengo que seguir con la rehabilitación, aunque sus efectos no parecen ser demasiado notables. Tampoco hago demasiado por mejorar las cosas, aunque me queje; el propósito de ir a la piscina está tan abandonado a su suerte que no es ni un propósito.

He dejado de leer, casi literalmente. Apenas leo un puñado de blogs, de manera muy esporádica, y alguna página de noticias. Nada de cuentos, nada de novelas, nada que me lleve más de cinco minutos. No es que me falte tiempo, sino que sencillamente estoy más, mucho más vago. Paso, simplemente. No me apetece. No les hablo de mi estado de ánimo porque fluctúa continuamente, aunque la mayor parte de la Humanidad sea por fortuna incapaz de darse cuenta, incluyendo a un segmento significativo de la que me rodea. Claro que también es posible que yo sea buen actor, o que en general la gente no me preste la atención necesaria para percibir ese tipo de detalles; casi mejor, la verdad. Vivimos en un mundo muy puto, pero eso ya lo saben. Escribir, no escribo nada más allá de esto; nada de cuentos, nada de novelas, nada de ficción. Me falta inspiración, motivación, y un montón de cosas más que no soy capaz de describir, porque me falta inspiración, motivación, y un montón de cosas más que no soy capaz de describir. Eso era una frase recursiva, pero esto se hubiese eternizado, literalmente.

Creo que necesito un poco de naturaleza. O un mucho.

Pablo Picasso

Si tengo que hacer caso a mi señora y a sus estudios de psicología, aparte de algún que otro texto, resulta que Pablo Picasso era un psicópata. Y estoy seguro de que no se lo ha inventado, ni ella ni su fuente, en el caso que nos ocupa su profesor. Al parecer, aparte de un genio de la pintura, el sujeto era un maltratador y un hijo de puta consumado, aunque no tengo intención de cebarme con él (como si importase mucho). Al parecer, Andy Warhol compartía este tipo de particular actitud. Viendo el anuncio de la editorial SM, en el que una profesora relata los primeros segundos de vida del pintor fuera del vientre de su madre, me preguntaba porqué con algunas personas determinadas, estamos tan dispuestos a olvidar determinados comportamientos.

Moraleja: si van a ser ustedes unos hijos de puta, mejor será que sean unos genios (o los consideren como tal). Por cierto, no se hacen una idea de hasta qué punto me duele hoy la cabeza, así que seguramente no estoy lo lúcido que debería estar, aunque eso no sea una novedad.

Inercia

¿Conocen esa sensación de que cualquier cosa que digan carece de relevancia, hasta el punto en el que uno empieza a plantearse el "y para qué"? Esa es precisamente la que tengo desde hace semanas, y a pesar de ello sigo escribiendo. Por inercia. Pura, simple, y ridícula inercia. Quizá la misma inercia que hace que sigan leyendo este blog o que no lo borren de su lista de feeds.

Quién sabe. Necesito un poco de sentido en mi vida. Y no del común, que de ese ya he tenido bastante.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

¿Se acuerdan de lo que me pasó con Endesa, con aquel servicio de mantenimiento espontáneo que surgió de las facturas que no recibía por un error en la dirección postal? ¿Y de aquello que les conté hace un mes de Telefónica, sobre una factura errónea con conceptos equivocados?

Pues bien. Aunque Endesa rechazó mi reclamación, el Defensor del Cliente de la propia compañía decidió en contra de ésta, estimando en treinta euros el dinero que ésta debía reembolsarme en concepto de "confianza perdida", y hoy mismo he recibido la transferencia. Telefónica, por su parte, tardó unas sorprendentemente cortas tres semanas en reembolsarme no sólo el dinero de la factura errónea, sino en emitir un cheque de aproximadamente 8 euros por un concepto no demasiado claro. Y ONO devolvió en el plazo correcto el importe correspondiente al mes que cobran por adelantado.

Ya sé que es lo que se espera de estas compañías: que hagan las cosas como deben y no "trampeen" al cliente, pero para variar, no está nada mal.

U Ge Te

Mi señora está afiliada a UGT. Así que, para consultar algunas cláusulas del contrato de su nuevo trabajo, ciertamente abusivas, decidió hacer uso de su cuota trimestral y los servicios de esta loquesea sindical. Después de media hora al teléfono y hablar con una variedad considerable de personas pertenecientes a una variedad considerable de federaciones (imagino que es lo que vienen a ser departamentos), consiguió finalmente saber el número de la federación que le correspondía, de acuerdo a la actividad económica de su nueva empresa.

Hoy, una vez conocido el número de teléfono de la persona que —en teoría— debía atenderla, ha vuelto a llamar. Y de nuevo, le han vuelto a pasar por un número indefinido de personas que, de nuevo, consideraban que la consulta no era de su competencia. Todo eso, sin ni siquiera conocer cuál era la consulta. Claro. Finalmente, un alma caritativa le ha pedido un número de contacto para poder llamarla tras aclarar entre ellos quién debía coger el teléfono y responder a una consulta trivial sobre un par de preguntas que seguramente puedan ser contestadas independientemente de la actividad económica de su nueva empresa.

Eso pasó a las doce del mediodía.

Son las once y veinte de la noche.

Me pregunto si aún siguen discutiendo de quién es competencia tan complicada cuestión. Deberían irse a casa.

(...)

Imagino que firmará.

Telefónica de España strikes again

Lo ha vuelto a hacer. Tras contratar una línea ADSL más llamadas con una promoción que incluía el alta gratis, Telefónica nos carga en cuenta una factura de 110 euros por los conceptos de alta de línea y alquiler de un terminal DOMO inexistente. Y me recomienda que no devuelva la factura, ya que en ese caso quedaría como importe pendiente. Cuenten mil clientes a cien euros el cliente, a un 5% de interés anual durante dos, tres o cuatro meses, que es lo que tardarán en devolver el dinero. Ahora sumen los que no se dan cuenta del error y pagan sin rechistar.

Si sirviese de algo, me acercaría a la tienda de Telefónica más cercana y la quemaría. O me sacaría la chorra y mearía en medio de la tienda. O me subiría al mostrador y cagaría encima. O haría las tres cosas juntas. Ya sé que eso no arreglaría nada, pero me haría sentir mejor. Mucho mejor.

Pasen buen fin de semana. Yo intentaré mantenerme dentro de la legalidad.

¡Es ficción, idiota!

Hace tres meses no sospechaba que por estas fechas estaría totalmente enganchado a series de ficción en lugar de películas: Californication, Dexter, Anatomia de Grey, Life on Mars, Los Soprano, The Office, A dos metros bajo tierra o Mad Men son algunas de las que he visto o estoy pendiente de ver, y la lista es cada vez más larga; los representantes nacionales reseñables son pocos aunque suelen dar la talla, siempre en mi opinión: Cuestión de sexo, Aída, La que se avecina, y para de contar. Justo en este momento nos encontramos en el capítulo 17 de la segunda temporada de Anatomía de Grey, serie que imagino devoraremos en un par de semanas, a pesar de que jamás me había atraído lo más mínimo, e inconscientemente casi podría decir que me negaba a verla. Pero ya ven, ahora la consumo como si fuese un yonki (sí, Laura más).

Eso significa que ayer me acosté viéndola. Y esta noche, por cómo me he levantado, intuyo que he soñado algo relacionado con ella, o me ha provocado algo que me ha dejado mal sabor de boca. Es decir, que me he levantado jodido. Sé reconocer una estupidez cuando la digo, y lo que viene a continuación es una bien grande, pero esta serie —algo que no me había pasado con ninguna otra hasta ahora— hace que mi vida me deprima. Porque a través de la comparación, me hace ser consciente de mi rutina diaria, de mi monotonía vital, pero además me lleva más allá y me machaca, exagerándola y enseñándome una realidad que no existe: me muestra mi vida como un encefalograma plano y me hace pensar cosas que aún sabiendo que no son reales, no son reconfortantes.

La acabaré, pero no me gusta esta serie. Es una cuestión personal; me divierte pero me hace sentir miserable; muy miserable. Sí, culpa mía y de mis estados de ánimo. Y ya sé que últimamente cuento lo que me viene en gana. Igual que antes, pero ahora se nota más. ¿Pero saben qué? Supongo que de momento esto es lo que hay y blogs los hay a millones. Literalmente.

¡Hola, Marina!

Hola.

Por mi parte no ha habido mucho que contar estos últimos días; paso por aquí, casi una semana después del último post, sólo para que sepan que no he abandonado el barco y continúo en la brecha, si es que existe algo que pueda llamarse así. Entre ustedes y yo, la verdad es que no estoy atravesando uno de mis mejores momentos, aunque también he de decir que —creo que— no es de los peores. Lo que me queda por decidir es de cuál está más cerca, sin dejar que mi estado de ánimo influya en ello; si ya me cuesta ser objetivo de normal, imagínense ahora. Resumiendo, que no me encuentro demasiado creativo y las pocas ocasiones en las que lo estoy, me faltan ganas y fuerza de voluntad para escribir. Y vengo aquí a decirles eso; ¿no les parece contradictorio y sobre todo, una irritante manera de hacerles perder el tiempo?

Bueno.

Pasando a otras cuestiones menos sombrías, me gustaría ponerles una foto de mi sobrina Marina que nació justo ayer, pero no tengo permiso de los padres y no quiero que me metan una demanda, que ya saben que estas cosas se miran mucho. Ya ven que por lo menos, no todo van a ser malas noticias.

(Tengo varios correos por contestar. Sean pacientes, por favor.)

Estados de ánimo. Pasado y presente.

Este mediodía quería contarles algo sobre mi propia vida, mis preocupaciones y mis deseos. Sobre el ser feliz y el deseo real y fantástico de ser un cretino, si es necesario. Sobre lo lejos que está el querer del poder, y lo cerca que está el dejarse llevar. Sobre la frustración consentida y autoprovocada, y sobre muchas otras cosas, pero lo cierto es que como suele ser mi sino, la pereza me puede y en realidad, todo eso lo pensé ayer por la noche, mientras cruzaba un paso de cebra. Y no sería justo escribirlo ahora, cuando el sentimiento y el estado de ánimo ya no corresponden de la misma manera. Sí puedo decirles una cosa que hace mucho que sé pero que me está costando interiorizar y frente a lo que necesito reaccionar: este blog es una excusa. Lo sabían, ¿verdad?

Necesito matar a alguien

Hoy he descubierto que un hijo de la gran puta me ha rayado intencionadamente y por simple diversión, parece que con una llave, el lateral del coche. Desde el borde trasero de la puerta del copiloto hasta prácticamente el faro delantero. Teniendo en cuenta lo laxas que son las penas por asesinato en este país, deseo con todas mis fuerzas encontrar a algún hermano del hijo de la gran puta que les decía (porque al mío asumo que no lo voy a encontrar), en plena faena haciendo alguna de las suyas. De ese modo sospecho que aunque no arreglase el lateral del coche, al menos se me calmaría un poco la mala hostia. Ah. Y no, yo no aparco *nunca* (y cuando digo nunca, quiero decir nunca jamás) en pasos de cebra, encima de aceras, calles peatonales o demás lugares en los que pueda desatarse la cólera colectiva. Así que no existe justificación alguna: es un, de nuevo, hijo de la gran puta.

En cualquier caso, si en unos días no hay nada nuevo por aquí, significará que yo estoy en la cárcel cumpliendo condena y él criando malvas.

Yo soy tonto pero no tanto

¿Se acuerdan que aquello que les conté de Endesa? ¿Y de aquello que les conté de Telefónica? Bien. Seré breve.

Ayer por la mañana aparecieron en la puerta de mi casa dos chiquillas que acababan de salir de la pubertad (o ni eso), ofreciéndome pasar a Jazztel. Veinte (20) MB y llamadas por 43,40 euros más IVA al mes. Todo incluido, sin gastos adicionales, sin sorpresas, claro y cristalino como el agua. Cuarenta y tres euros con cuarenta céntimos, y si lo contrata ahora, hasta julio más barato aún. ¿Le he dicho que son cuarenta y tres euros con cuarenta céntimos al mes? Sólo, nada más. Y hasta julio más barato. Sí, más barato, ¿a que es genial? ¿Que aquí arriba no hay cable de Telefónica y los instaladores tienen que tirar cable desde la calle? Un asomo de titubeo y no problemo. No problemo bonito bueno barato. Damuneuro...

Un par de horas más tarde y una llamada telefónica después aparece por arte de magia un coste de instalación de 22 euros. Y que conste, cariño, que incluso me había planteado cambiar, pero si aún no nos hemos casado y ya me estás engañando...

"Qué estoy haciendo con mi vida" o "Cómo he llegado yo a esto"

He vuelto de vacaciones, al igual que probablemente muchos de ustedes. Ha sido poco más de una semana (técnicamente, dos días laborables), pero ha servido, a mí al menos, para desconectar de la siempre terrible realidad. Pero como esto, donde "esto" corresponde a su y mi existencia vital, no es un bar de esos donde se puede leer aquello de Si bebe para olvidar, pague antes de beber, aquí olvidar no implica dejar de pagar; y pagar significa volver al trabajo y lo que es peor, el regreso a de las queridas neuras personales; eso casi suena a película de terror. La cuestión es que por suerte o por desgracia, no se puede escapar de la propia vida; de vez en cuando, puede usted meterla en una lata y anestesiarla durante un tiempo, pero siempre acaba saliendo; la mierda flota y la suya no va a ser una excepción.

Si han hecho caso a los innumerables psicólogos que acostumbran a salir en televisión tras las vacaciones estivales, habrán continuado trabajando voluntariamente durante este tiempo, para amortiguar el impacto de la vuelta, la depresión postvacacional y la sensación de futilidad asociada al pensamiento titulado "Qué coño estoy haciendo con mi vida". Si por el contrario, no han dado un palo al agua, y llevan todo el día dándole vueltas a la idea titulada "Cómo coño he llegado yo a esto", les reconfortará saber que tirar su actual vida por el retrete no cambiará nada a nivel cósmico, tan sólo personal; es un ámbito de responsabilidad bastante limitado y en algunos casos incluso asumible. No obstante, antes de que decidan dar tan traumático paso, piénsenlo dos veces; esto no es una película y las cosas no sólo no siempre salen bien sino que a menudo salen mal; nadie les garantiza que dejar su trabajo, su esposa o marido y cambiar de ciudad o país vaya a hacerles más felices; probablemente las cosas estarán igual que hoy dentro de cinco años, por aquello que les decía: no se puede huir de uno mismo eternamente; sólo un par de semanas un par de veces al año, y no demasiado lejos. Tengan en cuenta además que si Murphy tiene razón, las cosas siempre pueden ir a peor y si se les concede la más mínima oportunidad, es lo que harán. Y el suicidio no es la solución, tampoco. Aunque ustedes pueden ser, esta vez sí, la excepción a la regla (no, no en el tema del suicidio).

Si hacen memoria, hace una semana y pico, cuando me despedía de ustedes, les decía aquello de debería dedicar estos días a relajarme, descansar y de una vez por todas, cuando haya descansado lo suficiente, si es que eso es posible, sentarme a escribir algo coherente. Como seguramente hayan adivinado, me he relajado, he descansado, pero lo he hecho con tanta intensidad y dedicación que me he olvidado de escribir, aquí y en cualquier otro lado, algo que ambos sabíamos que sucedería. Y aunque durante estos días, ayer y hoy con mayor intensidad, me he planteado dejar de escribir este blog, soy consciente de que eso puede ser producto de esa sensación de inutilidad vital post-vacacional que les contaba; abandonar divagaciones de todo a cien como esta por algo de mayor calado me suena más a propósito de nuevo año y fantasía que a realidad factible, y este no es momento para las despedidas ni las decisiones; quizá más tarde, mañana, la semana que viene, el mes que viene o quizá nunca. Y el suicidio no es la solución, tampoco.

Y por eso, en lugar de continuar, les dejo con este vídeo que asusta un poco y al que he llegado a través de Somos lo más tonto que hay; hay más enlaces, pero los tienen allá.

Tranquilos; el lunes que viene es festivo otra vez. Yo les dejo, que tanto optimismo me está matando.

Gilipolleces mías, por variar un poco

Sí, mentí, y aquí estoy otra vez. Menuda novedad, ¿eh? Y sí, estoy de vacaciones, pero justo ahora me apetecía contar algo. De todas formas, técnicamente (esta coletilla siempre me ha encantado), hoy es domingo así que todavía no estoy de vacaciones; estoy de descanso dominical. Total, mi señora está durmiendo como un bebé en el sofá yo me aburría y coño, no tengo por qué darles explicaciones, que son mis lectores, no mi madre (hola mamá). El caso es que el constipado que cogí anoche (ya saben que son Fallas por estos lares), un par de horas de ocio navegando por Internet y mi siempre observador espíritu me han despertado dos pensamientos, pajas mentales, divagaciones, o como quieran llamarlo. Ya saben, lo típico por estas fechas, estos lugares y con gente como ustedes y yo. Gilipolleces, vamos. Bien, venga ya eso que les decía:

Uno, o primer pensamiento. Internet está lleno de gilipollas que además no saben que lo son. Algunos, incluso, piensan que no lo son. Claro que seguro que alguno de ellos piensa que el gilipollas soy yo, y a lo mejor hasta tiene razón, pero que lo escriba en su blog que este es el mío. Extrapolaciones del tipo "el mundo está lleno de gilipollas que además..." son correctas, no teman hacerlas. En definitiva, que hay mucho gilipollas, y sigo, que me disperso.

Dos, o segundo pensamiento. Valencia está llena de gilipollas que además de no saber que lo son y probablemente pensar que no lo son, tienen la terrible, absurda pero sobre todo imbécil creencia que cuanta mayor edad tiene uno, mayor ha de ser la potencia del petardo que tira. Es decir, si mi hijo de diez años tira un petardito, pues yo que soy su padre, no soy gilipollas y tengo 40 años, tiro un masclet aka petardo-que-te-cagas-de-gordo que se pueda oír en Andorra, para que todo el mundo vea que soy el más chulo el más grande y el más hombre a este lado del Mississipi. Sí, ya sé que esto podría considerarse un subconjunto de la extrapolación hecha en el párrafo anterior (ya saben, aquella de "el mundo está lleno de..."), pero quería añadir esa sutil pero importante matización. Sí, probablemente hay más razones por las que son gilipollas, pero esto es un blog, no una enciclopedia y no tenemos todo el día que hay que ver Aída (sí, ¿qué pasa?).

Si usted se identifica con alguno de los anteriores colectivos, no se lo tome a mal; ya sabe que aquí siempre estamos de coña, y ya tiene bastante con pensar que es gilipollas (porque por eso se ha sentido identificado, ¿no?). La verdad es que este post partía de la frase que decía simplemente "Internet está lleno de gilipollas que no saben que son gilipollas", y ya ven todo lo que ha dado de sí: más de lo que debería. Si fuese capaz de estirar así el dinero, otro gallo me cantaría. Bueno, yo les dejo, que ya me he metido con bastante gente (muchos, a decir por el tamaño de Internet y Valencia), hemos quedado que es domingo, estoy constipado y alguien tendrá que despertar a la mujer que tengo en el sofá (y ustedes va a ser que no). Ah, y tengo la quiniela al lado y a lo mejor si tengo suerte sacamos una de once; no será una fortuna, pero mejor es eso que nada. Ya les cuento, y sean buenos, que siempre hay alguien mirando. Ale, adeu.