El sexo de los ángeles

La semana pasada leí en Borjamari que hay ahora una reñida (¡me parto!) discusión acerca de si los blogs deben o no, pueden o no, si es bueno o no, si es reprobable o no, incluir publicidad. Pues menuda gilipollez, con todos los respetos. Ya tenemos otra tonteria sobre lo que discutir, otra gotita más de hype (qué poliglotía, por dios y la virgen María) para esto de las bitácoras. Como si a alguien le importase (seguro que la mayoría de los peces gordos ya están posicionados en este tema) si fulanito o menganito mete anuncios para ganar algo de pasta. ¿Pero de verdad alguien siente que esto puede tener el menor interés? (sí, ya lo sé, le estoy dedicando un post...)

Y aunque me siento tentado a añadir consideraciones del tipo mientras el contenido no se resienta, mientras la publicidad no sea molesta, mientras el blog en cuestión no se oriente hacia la ganancia de pasta... no lo voy a hacer, porque al final, son los lectores y los contenidos los que acaban determinando un blog, y no la publicidad; ésta no tendrá sentido si los contenidos son malos y los lectores, pocos (<borjamari>o mejor dicho, si los lectores son pocos, independientemente de los contenidos, porque podría uno pensar ingenuamente que ambos van interrelacionados. Y es que este medio no se diferencia tanto de la televisión, y de esos programas que a pesar de su calidad, mucha gente ve</borjamari>).

¿Qué más da que tu equipo luzca publicidad en la camiseta mientras juegue bien? Y por otro lado, ¿a quién le importa que no la lleve si su juego es patético?

(Y sin embargo, parece haber o así lo siento yo un regustillo a superioridad moral, un saborcillo a yo no me vendo al Capital, en la posición de los que reniegan de la publicidad. Como si ganar dinero con lo que haces, y además te gusta, fuese malo...)